Fui muy amigo de Salón Mesa Espinoza,
un hombre de una sola pieza, quien fue uno de los presos políticos más
salvajemente torturado por el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. La
prisión y torturas a Salom, quien jamás fue doblegado, fueron de tal magnitud
que Miguel Otero Silva lo inmortalizó al convertirlo, junto a Luis Miquilena y
otros tres presos del régimen, en uno de los personajes de su novela La Muerte de Honorio.
La referencia al inolvidable amigo y
compañero Salom, es porque también él fue preso de un gobierno democrático, el
de Carlos Andrés Pérez, al haber sido acusado de estar implicado en el
secuestro del industrial William Niehous. Al salir en libertad, sus amigos le
tributamos un pequeño homenaje en Valencia y por curiosidad le pregunté si no
le desgarraba el alma haber sido encarcelado por un régimen democrático que él
había ayudado, con tantos sacrificios, a construir.
Con la nobleza que lo
caracterizaba me respondió, palabras más o menos, lo siguiente: “Mira Antonio,
me duele en el alma que ex compañeros de partido me hayan encarcelado, pero no
me arrepiento haber luchado por conquistar este sistema de libertades, porque
durante mi prisión sentí lo antagónica y diametralmente opuesto a lo sufrido
por mí en la dictadura. La democracia trata a sus presos, con la excepción de
algún estúpido desalmado que confirma la regla, como seres humanos”.
Recordé la noble afirmación de Salom
Mesa Espinoza cuando leí, atónito y perplejo, que a los presos políticos que
están injustamente retenidos en Ramo Verde, sus guardias les habían lanzado
excrementos dentro de los calabozos. A este gobierno lo he adversado sin
dobleces, pero jamás llegué a pensar que a un venezolano, por más que estuviese
prevalido de poder y enseñoreado en el gobierno, se le fuese ocurrir ser tan
redomadamente cobarde como para vejar de esa manera a otro compatriota
privado de libertad. Entonces, me he llegado a preguntar si será verdad lo que
se comenta en medios castrenses: que la sumisión de estos militares
venezolanos, custodios de las cárceles, con los cubanos es de tal magnitud que
aceptan tan rastreros consejos para minar la voluntad de nuestros presos. Es de
creer, porque la historia de horror de las cárceles cubanas sólo se emparenta
con las de nuestras dictaduras del siglo pasado o con las cárceles soviéticas y
sus “gulags” que nos narraba Alexander Solyenitzen.
Los presos políticos no pueden existir
en democracia, eso es de Perogrullo, pero los seres humanos que estamos en la
lucha política sabemos que estamos expuestos a esa contingencia y quienes hoy
están en el gobierno deberían saber que la política es una noria en movimiento
permanente y los que hoy están encumbrados en el poder, en cualquier vuelta de
chipola, pueden pasar a la oposición y encontrarse no con demócratas, sino con
algún Pinochet de los que en América Latina siempre están al acecho, como ave
de presa, para instaurar una tiranía y tendrán entonces el camino de la
retaliación y la venganza expedito, por la estupidez de quienes hoy se creen
eternos con el “mandoble” y cometen estos desafueros como nefasto precedente.
El espectáculo de presenciar cómo los
hijos menores de Leopoldo López, unas imberbes criaturas, ven y oyen esas vejaciones
contra su padre y las esposas de Enzo Scarano, Salvatore Lucchesse o Daniel
Ceballos son mal tratadas por unos carceleros desalmados, me llevan a la
conclusión que la rabia acumulada por la impotencia frente a esta vesania,
contra nuestros presos, debe tener el fin muy cercano; y lejos, muy lejos de
amilanarnos, debe servir como acicate para continuar la lucha, todos juntos,
por salir de esta pesadilla. ¡Llueve y escampa!
aecarrib@gmail.com
@EcarriB
Tomado de: -http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-la-vesania-del-regimen-contra-los-presos-politicos/#sthash.saWXBC3b.dpuf
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