Los nuevos tiempos exigen a
la socialdemocracia responder, con su propuesta económica, a las
incertidumbres económicas, laborales y sociales que tiene la población.
El auge de los populismos de distinto signo viene siendo un
fenómeno creciente en las democracias occidentales en las últimas
décadas. Normalmente se trata de partidos jóvenes que pretenden cambiar
las «reglas de juego», que rechazan los partidos tradicionales y a sus
élites, y que son hábiles en introducir temas en la agenda
político-mediática y en señalar problemas y afrontarlos desde la
demagogia, sin aportar apenas propuestas o en todo caso definiendo
soluciones muy simples a problemas que son complejos.