Sin sorpresa pero sí con una mezcla de asco e
indignación, he leído un grueso expediente que rueda profusamente en amplios
sectores del país, donde se narra detalladamente, con documentos y hechos
comprobables, la existencia de un enorme y sumamente costoso laboratorio de
guerra sucia que opera desde el exterior y en Venezuela contra determinados
partidos y dirigentes de la oposición.
El legajo, publicado ya en pequeña parte
por algunos medios y en columnas de opinión, incluye los nombres de las
personas que crearon el laboratorio, sus direcciones, financistas, agentes y
operadores; organizaciones de fachada; periodistas palangristas tanto venezolanos
como de agencias noticiosas internacionales contratados para direccionar u
ocultar informaciones según la línea del laboratorio, así como también
blogueros delincuentes prófugos de la justicia nacional e
internacional por delitos de narcotráfico, atraco, violación y lesiones;