Fui muy amigo de Salón Mesa Espinoza,
un hombre de una sola pieza, quien fue uno de los presos políticos más
salvajemente torturado por el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. La
prisión y torturas a Salom, quien jamás fue doblegado, fueron de tal magnitud
que Miguel Otero Silva lo inmortalizó al convertirlo, junto a Luis Miquilena y
otros tres presos del régimen, en uno de los personajes de su novela La Muerte de Honorio.
La referencia al inolvidable amigo y
compañero Salom, es porque también él fue preso de un gobierno democrático, el
de Carlos Andrés Pérez, al haber sido acusado de estar implicado en el
secuestro del industrial William Niehous. Al salir en libertad, sus amigos le
tributamos un pequeño homenaje en Valencia y por curiosidad le pregunté si no
le desgarraba el alma haber sido encarcelado por un régimen democrático que él
había ayudado, con tantos sacrificios, a construir.