miércoles, 13 de mayo de 2015

Willy Brandt (1987): "Abandono el timón, pero no el barco"

Éste es el discurso de Willy Brandt ante la comisión ejecutiva de su partido, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), de cuya presidencia dimitió a raíz del nombramiento de una nueva portavoz que no era militante y que fue considerada inadecuada para el puesto. En el texto, que publicamos (El Paìs, España) por gentileza del diario alemán Die Zeit, que lo publicó en la RFA, el histórico líder socialdemócrata alemán expone una especie de testamento político, no exento de amargura, enojo y desengaño por las actitudes intolerantes, estrechas y reaccionarias, además de personalmente ofensivas, manifestadas antes y después de su dimisión. El documento da una visión muy directa de la situación interna del Partido Socialdemócrata Alemán, así como de las razones humanas y políticas que movieron a Brandt a abandonar, de inmediato y antes de lo previsto, la presidencia del SPD.
El grotesco desarrollo de la discusión acerca de la portavoz del partido no es más que un síntoma, pero ciertamente un síntoma importante, de falta de disciplina, incluso entre ciertos miembros responsables y experimentados de nuestro partido; de desconsideración con aquellos que se encuentran en medio de una campaña electoral; de la sintonía de algunos con ciertos órganos de opinión más o menos contrarios a nosotros, y asimismo del intento de saldar, de una forma velada, viejas cuentas.Lo que se ha tomado como una crisis de dirección es, para algunos que no quieren reconocerlo así, el intento consciente y firme de reducir la renovación programática y personal del partido a un capricho del presidente. En lo sucesivo no estoy disponible para esta forma velada e inaceptable de debates. Y estoy seguro de que la gran mayoría del partido está asimismo harta de cómo se desprecian sus resoluciones y se vulneran sus normas de democracia interna.
En las condiciones actuales no me parece posible seguir cumpliendo hasta el próximo congreso ordinario del partido mis deberes como presidente. Por eso ruego que se aprueben las propuestas siguientes:
1. La ejecutiva del partido acuerda convocar antes de las vacaciones del verano, conforme al artículo 21 del estatuto de organización, un congreso extraordinario. Orden del día: elección del presidente y, si acaso, también la de un vicepresidente; elección del tesorero (para confirmar el nombramiento interino), a no ser que la ejecutiva considere conveniente someterse toda ella a elección (lo que no me parece aconsejable).
2. La ejecutiva encarga a la comisión de organización que someta a consideración, para el próximo congreso ordinario del partido, una propuesta de cambio de los estatutos de forma que para la elección del presidente se logre también una representación paritaria de hombres y mujeres.
3. La ejecutiva encarga a la comisión de organización que examine si no sería recomendable un cambio en los estatutos, según el cual se determine que la elección del secretario general la haga el congreso del partido.
4. En el caso actual, que el nuevo nombramiento de secretario general se realice a propuesta del nuevo presidente designado por la ejecutiva del partido.
5. Someto a reflexión el que los presidentes regionales y comarcales participen en las propuestas a presentar en el congreso extraordinario del partido. (La propuesta de procedimiento que presenté a la ejecutiva del partido el 23 de febrero y que tenía como finalidad hacer público, a final de año, el nuevo equipo presidencial del partido ha quedado superada.)
Disputas malintencionadas
Con vistas a la fundamentación: con estas propuestas se podrá conseguir que tanto las campañas electorales en curso como las que nos esperan a continuación queden liberadas de discusiones que para lo único que sirven es para crear confusiones o incluso disputas malintencionadas.
Además, puede suponerse que un presidente que se ve obligado, por ejemplo, a luchar por un portavoz a quien él considera idóneo y que se ha propuesto después de discutirlo previamente -como ha sido norma habitual hasta ahora- con el secretario general no hace más que desperdiciar sus fuerzas.
Por desgracia, he constatado que algunos que se consideran de derechas y que, en todo caso, se tienen por figuras importantes querían imponer un cambio de rumbo, a pesar de que carecen para ello de una mayoría. En esos círculos -pero también en otros que se tienen a sí mismos por especialmente izquierdosos- se da más valor a ciertos intereses concretos que a los intereses de todo el partido. Algunos destrozan la imagen pública de la socialdemocracia para a continuación quejarse públicamente de que el partido no vaya mejor.
Helmut Schmidt ha exigido, ahora también públicamente, retirarle al comité directivo la dirección política del partido. Esto forma parte del intento de llevar a cabo, de una forma oculta, un cambio de rumbo. Prevengo seriamente contra una operación así. La democracia interna y la multiplicidad de opiniones no pueden ser arrolladas, sino que, guardando el respeto debido a las resoluciones, deben poder desarrollarse. Partido y fracción parlamentaria son dos organizaciones complementarias entre sí; subordinar el uno a la otra está condenado a fracasar.
Desde las últimas elecciones generales, pero también ya antes, me he convertido en blanco de aquellos que, con sus ataques, pretendían desviar la atención de las propias y falsas propuestas y valoraciones. También yo soy, ciertamente, responsable de alguna que otra afirmación inadecuada. Sin embargo, quien haya creído poder empujarme al papel de chivo expiatorio se ha equivocado. Primero en Berlín, y más tarde, desde 1961 hasta 1972, en toda la República, demostré, junto con otros, cómo pueden ganarse elecciones. No dejaré de contradecir la formación de ciertas leyendas, ni tampoco aquellas afirmaciones que buscan engañar o difamar y según las cuales es únicamente a mí a quien debe cargársele la responsabilidad de que el 25 de enero no hayamos logrado mejores resultados. Entre Johannes Rau y yo tampoco es posible meter en este punto una cuña de división.
Ya era conocido -y se había dado a conocer antes del congreso del partido en Nuremberg, y no durante el congreso, como le gusta propagar a una parte determinada que dispone de dinero suficiente para por lo menos investigar correctamente los datos- que yo no presentaría de nuevo mi candidatura en el congreso del partido de 1988. A todos aquellos que consideraban ventajoso el hecho de que se me retirara demostrativamente y antes de tiempo la confianza debía complacerlos acelerando aquel proceso. Mi resignación -en lo que concierne al proceso, no en lo que concierne a las convicciones- podría favorecer a los socialdemócratas y las socialdemócratas que se encuentran ahora ante elecciones regionales: quisiera contribuir a aligerar su carga; a todos ellos no quisiera únicamente transmitirles mi saludo solidario, sino transmitirles también mi disposición a seguir estando a su lado, independientemente de mi función.
De lo expuesto aquí se sigue lógicamente para mí que no puedo responsabilizarme de la nueva comisión programática más allá del primer boceto ya presentado. Ruego a la ejecutiva del partido que tome esto en consideración.
Al mismo tiempo quisiera informar a la ejecutiva -a la vista del cambio de responsabilidad dentro del propio partido- que yo dejaré a la decisión de los gremios competentes que dispongan como crean conveniente acerca de la presidencia de la Internacional Socialista hasta el congreso de 1989.
En la discusión acerca de la nueva portavoz que habíamos previsto me ha molestado de forma especial lo que he percibido o sentido como una rebelión de la estrechez mental y de la cerrazón y encogimiento burgueses. Se ha visto, en todo caso, que una parte de la opinión pública y del propio partido ha vuelto a caer en actitudes que yo creía superadas. Por eso mismo, mi agradecimiento hacia aquellos que comprendieron qué era lo que pretendía y me movía es mucho más grande.
Sin duda ninguna, podrán repararse los daños ocasionados en las últimas semanas. Quiero prestar mi contribución a ello. Quisiera alentar a muchos otros a no ceder a los intentos reaccionarios.
Evidentemente, casi siempre es posible tener opiniones distintas acerca de las propuestas de nombramientos. Siento no haber dejado bien claro qué razones, y por qué, me interesaba establecer un signo de liberalidad; también un signo de una nueva renovación generacional; también un signo en la lucha por los socialdemócratas de fuera del partido, por los que, en una medida considerable, he sido comprendido y que, por lo demás, no se encuentran sólo en esa zona denominada rot-grün (rojiverde).
Me resulta comprensible que se discuta la cuestión de cuándo ha de entrar a formar parte del partido alguien que desempeña una actividad dentro de él. Entre nosotros esto ha sido practicado en los años pasados, con respecto al gremio de prensa, de forma más flexible que con respecto a otros gremios. Así se hizo también esta vez cuando el secretario general se puso a buscar una periodista apropiada. El asunto se convirtió claramente en un problema sólo a partir del momento en el que yo había nombrado a una mujer joven que todavía no disponía de la nacionalidad alemana, que tampoco estaba casada, sino que sólamente venía deuna familia de antifascistas griegos amigos míos. Por lo demás, no logro, por desgracia, ver ninguna desventaja en el hecho de que alguien aporte, para la tarea en cuestión, una buena formación, un examen brillante, conozca varios idiomas e incluso haya demostrado que puede arreglárselas con éxito y muy bien en una empresa económica moderna. Por lo que se ve, para algunos esto era ciertamente demasiado, y un número no pequeño de personas, en todo caso, ha escrito cartas terribles, o se ha hecho oír de la forma más grosera; ha habido, sin embargo, también muchas cartas agradables, críticas y aprobatorias; las aprobatorias, no sólo de extranjeros.
Desconocimiento
Algunos periodistas, que, por razones más o menos buenas o malas no conocen bien por dentro el partido, han transmitido a su público la impresión de que una portavoz tiene una tarea orientada hacia dentro del propio partido, lo que, naturalmente, es absurdo. Por otra parte, ha intentado utilizarse en provecho propio a una denominada base del partido, o de nombrarse a sí mismo parte componente del círculo de los que intervienen en la decisión. Eso es un error: yo estoy a favor de abrir las puertas y contra la consanguinidad.
Mi sugerencia de esa persona para el cargo, sugerencia de la que se trató el 16 de marzo en la reunión de la ejecutiva del partido, se la había dado a conocer a los vicepresidentes y a Oskar Lafontaine el 13 de febrero (la fecha es muy importante para mí). La propuesta puede aceptarse o rechazarse, pero la forma con que se ha reaccionado ante ella no sólo me resulta lamentable, sino vergonzosa. Hemos estado ya mucho más avanzados.
Apelo a la ejecutiva y al partido completo a no aceptar y conformarse con la cortedad mental y con la simpleza. Ese tipo de populismo lo entienden mejor otros, y lo mejor que podemos hacer nosotros es no tener nada que ver con él.
Para que no queden dudas: abandono el puente, pero no me marcho de a bordo. Con la experiencia que he ido adquiriendo y en la libertad, que pronto tendré a mi disposición, quisiera seguir ayudando a la socialdemocracia alemana y europea tanto como sea capaz. Sobre las cuestiones de contenido me permitiré volver en mejor ocasión.
Traducción de Luis Meana.

Fuente: http://elpais.com/diario/1987/03/30/internacional/544053607_850215.html

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