Los nuevos tiempos exigen a
la socialdemocracia responder, con su propuesta económica, a las
incertidumbres económicas, laborales y sociales que tiene la población.
El auge de los populismos de distinto signo viene siendo un
fenómeno creciente en las democracias occidentales en las últimas
décadas. Normalmente se trata de partidos jóvenes que pretenden cambiar
las «reglas de juego», que rechazan los partidos tradicionales y a sus
élites, y que son hábiles en introducir temas en la agenda
político-mediática y en señalar problemas y afrontarlos desde la
demagogia, sin aportar apenas propuestas o en todo caso definiendo
soluciones muy simples a problemas que son complejos.
Probablemente este fenómeno se deba en estos momentos a la
situación derivada de una profunda crisis económica y social que además
de generar un incremento de la pobreza, de la exclusión social y de las
desigualdades, ha provocado un importante sentimiento de decepción con
el «sistema» por parte de una empobrecida «clase media» frustrada ante
la falta de oportunidades; y una enorme desconfianza en las
instituciones de poder tradicional (partidos políticos, sistema
judicial, financiero, etc.).
Pero si bien estamos lejos, afortunadamente, de la
situación política vivida en los años 30 del siglo pasado, casos como el
de Francia -donde el Frente Nacional de Le Pen fue el partido más
votado en las pasadas elecciones europeas- alertan de la necesidad de
que la socialdemocracia europea juegue a fondo su papel frente a estos
movimientos, que aparecen como un síntoma evidente de la debilidad de
las instituciones para satisfacer las demandas sociales, económicas,
culturales y políticas de la ciudadanía.
Precisamente el próximo jueves, la Fundación Rafael
Campalans dedicará un debate público a reflexionar acerca del papel del
socialismo en la era del «malestar democrático», pero parece obvio que
la sociedad espera de los partidos socialdemócratas una contribución
decisiva desde su posición a la regeneración de las instituciones, a la
mejora del sistema de representación política y el compromiso de
recuperarse como instrumentos útiles y eficaces al servicio del progreso
(actuando tanto como canalizadores de las reivindicaciones ciudadanas
en las instituciones como de aliados de los movimientos sociales en los
parlamentos).
Por otro lado, los nuevos tiempos exigen a la
socialdemocracia responder, con su propuesta económica, a las
incertidumbres económicas, laborales y sociales que tiene la población
en un contexto distinto al que muchas generaciones habían conocido (el
de la globalización y las interdependencias, o un modelo productivo
altamente competitivo y progresivamente desprotegido que ha arrastrado a
muchas personas a la exclusión social y laboral). Y esta receta pasa
necesariamente por rehacer el pacto social europeo, actualizando su
modelo de bienestar para blindarlo y garantizar sus derechos, y también
por adecuar el modelo productivo con inversiones inteligentes que nos
permitan ser competitivos en este nuevo mundo sin dejar a nadie atrás.
La socialdemocracia europea debe ser capaz de articular
rápidamente su respuesta, o sino los ensayos populistas en Europa serán
imparables.
Esther Niubó es portavoz del PSC.
14/04/2015
Fuente: http://www.abc.es/catalunya/20150414/abci-socialdemocracia-frente-auge-populismos-201504140957.html
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