“No preguntemos si estamos
plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino”.Johann
Wolfgang von Goethe.
Hay gente que dice ser
opositora al régimen y no da cuartel a la MUD, aunque participe de la alianza,
más por oportunismo ambicioso que por convicción principista. Lo digo, porque
tan pronto se logra alcanzar un acuerdo en seguida salen, esas aves agoreras, a
ponerle algún “pero” a lo concertado. El tema del sistema adoptado para la
escogencia de los candidatos a las elecciones parlamentarias no podía ser una
excepción a esta regla, que más bien parece una maldición gitana.
Los dos mecanismos son
igualmente validos y, obviamente, también tienen defectos como toda obra
humana. Si hay consenso, no es porque alguna organización logra imponer sus
puntos de vista, ni siquiera una suma de ellas. Consenso no significa mayoría
simple, sino acuerdo lo más amplio posible. Unanimidad…ni en el cielo.
La elección primaria de por
sí no es un mecanismo totalmente democrático, porque al no haber un supra
organismo que las pueda financiar, lo que sería además ilegal, tiene entonces
que salir ese gasto de los bolsillos de los aspirantes. Eso otorga ventaja a
los candidatos con recursos económicos en desmedro de liderazgos verdaderos,
pero con ausencia de dinero. Por ejemplo, en los circuitos correspondientes a
las parroquias populares de Caracas, ¿de dónde van a sacar, líderes políticos y
sociales de Antímano, Caricuao, San Juan o el 23 de enero, para financiar una
campaña millonaria como esa?
La otra objeción,
igualmente valida, es que quien resulte triunfador en esa contienda y después
de haber gastado enormes recursos en la inscripción y en su campaña primaria,
tiene luego que salir a gastar mucho más en la campaña final contra el
candidato del oficialismo quien no tendrá escrúpulos en utilizar todos los
recursos del Estado en su beneficio y en contra del nuestro.
A uno también le asalta la
duda de la intencionalidad, de algunos, porque es sospechoso que se pretenda
descalificar, precisamente, el método que nos permitió en las anteriores
parlamentarias lograr alianza perfecta en TODAS las listas (24) y en todos los
circuitos (67) cuando sólo se hicieron primarias en 23 y no todas se
ganaron, en las generales, por no ser éste un método infalible. En esas
parlamentarias, la alianza nos permitió obtener el 53% de los votos frente al
47% del gobierno. Entonces ¿por qué descartar, apriorísticamente, ese método
que nos permitió derrotar al oficialismo?
La otra excusa
descalificatoria es aquella, según la cual, se perjudican a grupos minoritarios
y a individualidades, cuando es exactamente lo contrario: en primarias,
de aliarse los partidos más fuertes éstos se lo llevan todo porque en ese
sistema, de simple mayoría, el segundo no cobra por cerca que llegue del
primero ya que no hay representación proporcional. Los partidos pequeños e
individualidades no tienen chance de colocar a alguien sino por consenso, en
primarias no tienen ninguna posibilidad.
En fin, tuvo razón una vez
más el maestro Aveledo: “tanto consenso como sea posible, tanta primaria como
sea necesaria” y, en consecuencia, como decimos los abogados en las repreguntas
de testigos, cuando descubrimos una contradicción o no hay más que discutir con
el repreguntado: ¡cesaron!… al menos eso esperamos.
aecarrib@gmail.com
@EcarriB
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