La Unidad Democrática venezolana se ha planteado delinear una agenda
que permita presentar al país una fórmula de salida a la crisis
estructural que vivimos con el modelo económico actual. Esta “agenda” no
es fruto de la iluminación de un caudillo mesiánico, sino de la
experiencia de los partidos, grupos profesionales y gremiales, así como
del resto de la sociedad, a la luz de la realidad del modelo fracasado
de nación, que ha venido promoviendo el chavismo-madurismo desde 1999.
En efecto, la pobreza se constituye en uno de los principales
aspectos a superar. La crisis económica que enfrenta Venezuela, sometida
por una inflación avasallante, golpea con mayor violencia a los
sectores más vulnerables del país y hace que los hogares en condición de
pobreza por ingreso lleguen a 48,4% según un estudio nacional que
realizaron en 2014 de forma conjunta varias universidades del país:
UCAB, UCV y la USB.
De este estudio se obtuvo que 1,7 millones de
hogares venezolanos viven en pobreza extrema.
Los programas asistenciales del régimen, lejos de ser paliativos
momentáneos a la situación de pobreza para, en un segundo momento
permitir la autonomía ciudadana, han coadyuvado a generar dependencia
del Estado mediante programas populistas convertidos en foco de
corrupción de los “enchufados boliburgueses”.
Luego, en una nación con un proceso sistemático de destrucción del
incipiente aparato productivo local, generador de empleo y crecimiento
nacional, ha traído como consecuencia la oprobiosa dependencia del
petróleo, afectado por la caída de los precios en el mercado
internacional. Para colmo, el régimen se ha constituido en un obturador y
persecutor de la estructura industrial y comercial nacional.
La dependencia petrolera es un logro de la revolución. La corrupción
“in extremis” del modelo populista es otro lamentable logro. Incluso,
las dudas que se ciernen sobre el supuesto manejo de fondos de PDVSA a
través de la BPA, como presunto lavado y blanqueo de fondos públicos de
nuestra estatal petrolera, otrora ejemplo de eficiencia gerencial y
productiva, es otro posible resultado de la revolución que convirtió a
la “PDVSA roja rojita” en una “industria todera” que hace desde
jardinería y mantenimiento de espacios públicos, hasta transporte de
mandatarios y funcionarios del régimen para reuniones del ALBA, o cuanto
evento parezca al funcionario de turno.
Si PDVSA es la industria base de la riqueza de la nación y los bajos
precios petroleros se hacen insuficientes para atender la demanda
presupuestaria nacional, el panorama nos plantea la profundidad de la
crisis que afrontaremos los venezolanos en los meses que vienen.
Es responsabilidad del Gobierno su despilfarro e inobservancia de las
mínimas medidas de austeridad en beneficio de todos los compatriotas.
La pobreza es un espacio a derrotar a partir de las elecciones
parlamentarias de 2015. La labor parlamentaria de control y debate
crítico a la acción gubernamental, debe ser la voz de un pueblo
silenciado durante todo el siglo XXI por el régimen chavista-madurista.
Suena fuerte.
Requerimos con urgencia centrarnos en la lucha contra un flagelo
incomprensible: pobreza en una nación rica. Debemos construir enlaces
regionales productivos que retomen con fuerza el crecimiento de la
industria y el comercio a nivel local para el desarrollo y crecimiento
de Venezuela. El uso de la política “asociativa internacional” con el
mero fin de apoyo político-ideológico ha revertido más de 50 años de
labor nacionalista y patriótica desde la sustitución de importaciones al
apoyo estatal a la industria y el comercio. Se ha creado un
insostenible aparato estatal usado, casi exclusivamente, para vejar a
los funcionarios públicos en aras de la concurrencia a concentraciones
político-partidistas del régimen, cada vez menos concurridas.
Movámonos con fuerza y decisión a favor de la Unidad Democrática y,
con nuestro voto, generemos el cambio que necesita Venezuela a partir de
2016. Tenemos la palabra.
@rafaelmartinezn@proyecto_pais
Fuente: Pàgina web AD
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