El Secretario General
Nacional de AD, Henry Ramos Allup, advierte que no debemos distraernos de los
grandes problemas nacionales (desabastecimiento, alto costo de la vida,
inseguridad, etc.) en los cuales el Gobierno tiene todas las de perder.
Hace unos cuantos
meses, en una sesión de trabajo promovida por la MUD con un grupo de
especialistas en diversas áreas para analizar los posibles escenarios que en
todos los ámbitos podían presentarse en el corto y mediano plazo, abordamos el
tema de la represión gubernamental en sus distintas modalidades.
A propósito de
ella, hubo una intervención del profesor Benigno Alarcón que puede sintetizarse
así: la represión del Gobierno continuará en la misma medida en que el costo
político que deba pagar por ella sea menor que los beneficios políticos que
pueda obtener con dicha represión. De consiguiente, la represión aminorará o
desaparecerá en la medida en que el Gobierno tenga que pagar por ella un costo
político superior a los logros que derive de ella. La tesis de Alarcón en
materia de represión gubernamental se ha producido axiomáticamente, yo diría
que en el último año y medio. La represión física ha disminuido, sin duda,
porque también han disminuido o desaparecido las agotadoras y para mí poco
fructuosas manifestaciones de calle, si nos atenemos a lo que dicen todas las
encuestas: cuando hubo manifestaciones el Gobierno mejoró mucho a pesar de
haberlas reprimido brutalmente, y la oposición bajó en la misma medida. Cuando
cesaron, el Gobierno, agobiado por su desastre económico, se desplomó en caída
libre y la oposición mejoró notablemente en las preferencias aunque no
capitalizó la totalidad del derrumbe del Gobierno.
Si bien ha disminuido
la represión militar y policial contra las manifestaciones, es porque éstas se
han reducido en número e intensidad. En cambio, han aumentado otras modalidades
represivas para amedrentar, intimidar e inhibir a los sectores opositores e
incluso a los mismos copartidarios del régimen: medidas judiciales diversas,
criminalización de las protestas, inhabilitaciones políticas, abusos
institucionales incluidos los de carácter electoral, ventajismo oficialista,
acción de grupos violentos, persecución contra medios de comunicación y
comunicadores sociales y pare de contar.
El sustrato intrínseco
de la tesis Alarcón sobre la represión gubernamental, puede aplicarse
perfectamente más allá de ese ámbito a todas las acciones de la oposición y
emprenderse únicamente aquellas cuyo costo, cual sea, en todo caso resulte
menor a los beneficios que puedan obtenerse y, en su opuesto, no intentar
jamás, nunca, bajo ninguna motivación o pretexto, acciones cuyo costo sea
superior a los propósitos colectivos (recalco colectivos) que puedan lograrse
con ellas.
Como “corolario de
estas reflexiones, ya todos convencidos de que el camino electoral asumido es
el prioritario y más cercano, cuando hasta hace poco algunos sostenían que era
el más ignoto e improbable, debemos hacer otras precisiones: no caer en la
trampa del Gobierno de zambullirnos en el debate político y en temas conexos
que no interesan casi nada o nada a la inmensa mayoría de los venezolanos; sólo
el desabastecimiento, el costo de la vida, la inseguridad y otros problemas
económicos copan el interés de la gente. Nada más. Salimos de esa agenda y de
ese ámbito donde el Gobierno las pierde todas, para caer en un escenario donde
el oficialismo tiene margen de pataleo, es favorecer sus estrategias. Que
ningún delirante en la oposición haga el papel de tonto útil o inútil. Ah, y
respaldar la tarjeta única de la MUD. No hacerlo no tiene explicación.
Fuente:
http://acciondemocratica.org.ve/adport/henry-ramos-allup-el-costo-de-la-represion/#sthash.fd1yzQOu.dpuf
No hay comentarios:
Publicar un comentario