El 28 de septiembre de este año 2014 se cumplen 33 años de la
desaparición física de Rómulo Betancourt. Uno de los capítulos del libro
“Mi abuelo Rómulo“, titulado justamente “Adiós a Rómulo”, da
cuenta de la conmoción que se produjo en el país democrático frente a la
noticia del deceso, producido, pasadas las 4 de la tarde en la ciudad
de Nueva York, en 1981, como consecuencia de un derrame cerebral.
Los testimonios de su familia, de sus hombres e incluso de uno de sus más acérrimos adversarios, son el correlato de las manifestaciones espontáneas del pueblo que lo admiró y vio en él al luchador que impulsó la democracia en Venezuela y al defensor de la soberanía popular con su posición férrea frente a las pretensiones tanto de Fidel Castro de ponerle la mano al país y sus recursos, como de Chapita Trujillo y sus “aliados” perezjimenistas.
Cuando Rómulo murió recibió honores de jefe de Estado en Estados
Unidos y en Venezuela, el presidente Luis Herrera Campins organizó las
exequias y el decreto de duelo nacional se cumplió durante tres días y
duelo oficial durante ocho .
Los más prominentes políticos y personalidades rindieron su adiós al
hombre, al estadista, al tiempo que la prensa nacional e internacional
reproducía la noticia y las Naciones Unidas rendían su homenaje.
Algunos de los titulares de aquellos días fueron:
El Mundo: “Betancourt entró a la Historia”
El Nacional: “Duelo continental”
El Diario de Caracas: “Rómulo, ¡Adiós!
2001: “Se marchó el líder en hombros de su pueblo”
***
Este 28 de septiembre de 2014 desde esta tribuna rendimos homenaje al
hombre y sus ideas, que aun vigentes deben ser defendidas cada día con
más fervor: democracia, civilidad, modernidad, soberanía.
¡Por una Venezuela libre y de los venezolanos!
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