miércoles, 24 de septiembre de 2014

Antonio Ecarri Bolívar en el Concejo Municipal de El Hatillo, por 73 aniversario de AD

Ciudadano Presidente y demás miembros del ilustre Concejo Municipal del Municipio El Hatillo del Estado Miranda.
Compañeras y compañeros de partido, señoras y señores, invitados especiales.   
Para cualquier organización social, política o cultural, mantener su vigencia durante 73 años es un gran logro, pero en el caso de AD lo trascendente es que su actual dirección política está consciente de la necesidad de su renovación constante y por ello hoy constituye un nuevo reto la incorporación masiva de jóvenes a su seno, que coadyuvan a renovar sus tesis y sus programas, de cara a esta nueva centuria recién iniciada.
Ese es el propósito fundamental de la Comisión a la que pertenezco, coordinada por nuestra Presidenta Isabel Carmona e  integrada además, por representantes de las diversas generaciones que convivimos en nuestra organización o pertenecen a sectores independientes que comparten nuestro pensamiento. Convivimos sin antagonismos, dicho sea de paso, porque no compartimos la reaccionaria tesis de la brecha generacional y creemos que todos somos útiles, sin diferencias absurdas de edades.
Allí estamos discutiendo temas que no existían para el momento de nuestra última tesis debatida hace casi cincuenta años, a saber: ecología, globalización,  diversidad e igualdad de género, nuevas tecnologías de la información, la insurgencia de sectores emergentes en la clase media, como los emprendedores que trabajan de día y estudian de noche, pero se mantienen en el sector informal urbano sin protección alguna del Estado.
Ah, pero por supuesto, también trabajamos temas de la coyuntura: como la hegemonía que ha tratado de imponer este régimen durante más de 15 años, sin lograrlo, y cierta oposición, que pareciera aspirar lo mismo en la acera antagónicamente opuesta, representantes de una derecha que pareciera “borbónica” (por aquello de que ni olvida ni aprende).   
AD se diferencia, nítidamente, de los conservadores y liberales, porque mientras nuestro partido otorga la misma importancia a la libertad, a la igualdad y a la solidaridad con justicia social, como principios interdependientes, los conservadores y liberales ponen de relieve la libertad individual a costa de la igualdad y la solidaridad; y, a veces, parecen querer introducir de contrabando, ese pensamiento atrasado y demodé. Es bueno que sepan que estamos en estado de alerta permanente, para no dejar pasar esas ideas contrarias a las grandes mayorías, quienes no forman parte de élites de poderes fácticos enemigos de los sectores populares.
También nos diferenciamos con claridad meridiana de los comunistas que pretenden, con la excusa de la justicia social, instaurar un régimen totalitario de pensamiento único calcando el modelo cubano-stalinista, porque los socialdemócratas estamos convencidos que la idea de libertad es más trascendente que la idea de patria o de justicia, porque sin ella no hay justicia ni hay patria y ni siquiera hay socialismo posible.
Los defensores del pensamiento único buscan alcanzar el poder a través de trapisondas e iniquidades y pueden creer que son políticos, pero nunca serán hombres de Estado, pues no tienen principios y se quedan en el menudeo de la política aldeana que persiguen ese poder sólo para disfrutarlo hedonísticamente y construyen todo un entramado de excusas ideológicas para alcanzarlo y, luego, permanecer allí el mayor tiempo posible. Para lograr tan deleznable propósito trabajan para construir un modelo totalitario.
Los rasgos básicos de todo régimen totalitario que necesariamente deviene en autoritario, según  Hanna Arendt, son: “1. El Estado tiende a regimentar la totalidad de las relaciones sociales. 2. Es el Estado quien controla la mayoría posible de todos los aspectos de la vida individual. El Estado ostenta rango preeminente, tanto en el plano axiológico y en la efectiva organización de la vida en sociedad, sobre todo cuanto concierne a la existencia de cada individuo paralelamente al totalitarismo. Entonces, el autoritarismo se rige por el mando y el poder vertical personificado en un líder que resta valor a sus propias instituciones, procurando concentrar en un reducido grupo la dirección del gobierno, siempre supeditado al líder y con ello eliminar la libertad, igualdad y fraternidad reclamada desde la Revolución Francesa”.
Esta manera totalitaria de concebir un estado y el ejercicio del poder autoritario entra en contradicción con la libertad del ser humano y, en consecuencia, con el pensamiento de los demócratas de todas las épocas, como por ejemplo el de ese gigante de la democracia americana que fue Abraham Lincoln, quien definía la libertad, según sean demócratas o tiranos quienes la conceptúen, a través de la pedagógica paradoja siguiente:
 "Para algunos, la palabra libertad puede significar que cada hombre haga lo que quiere de sí mismo y del producto de su trabajo; mientras que para otros, la misma palabra puede significar que algunos hombres hagan lo que les dé la gana con otros hombres y con el producto del trabajo de éstos. [...] El pastor arranca de la boca del lobo a la oveja que iba a ser victimada y, naturalmente, la oveja le agradece como su libertador; pero el lobo lo maldice por el mismo acto, acusándolo de destruir la libertad...". Esa es la diferencia de la concepción de la libertad para un demócrata o un para un tirano.
Sobre el tema de la libertad, AD hace suyo el pensamiento de uno de los grandes líderes del socialismo español, Indalecio Prieto, quien describió, con lujo de detalles, en una conferencia en Bilbao en 1921 la anécdota según la cual en la oportunidad que su partido, el PSOE, envió una delegación a Rusia tras el triunfo de la Revolución bolchevique de 1917, presidida por el excelso intelectual Fernando de los Ríos, y éste se reunió con Lenin; en un momento de la entrevista, aquél le preguntó al jefe de la Revolución rusa: «¿Cómo y cuándo cree usted que podrá pasarse del actual período de transición a un régimen de plena libertad para sindicatos, prensa e individuos?». Lenin lo miró con sorpresa y estupor, respondiéndole con otra pregunta: «¿Libertad para qué?». Y Fernando de los Ríos, con entereza y coraje, típicos de un español de la época, le ripostó: «¡Libertad para ser libres!».
Indalecio Prieto, en esa conferencia de Bilbao que tituló «La libertad, base esencial del socialismo», al referirse a este incidente agregó, de su propia inventiva y para dar mayor explicación a la escueta respuesta de Fernando de los Ríos a Lenin, lo siguiente:
 
La idea de libertad es superior a la idea de patria. La idea de libertad es superior a la idea de socialismo; cuando la patria o cuando el socialismo niega la libertad, desaparecen los justos títulos que puedan tener para nuestro respeto. La libertad ante todo; el socialismo como un medio para alcanzar la libertad.
 
AD hace suya toda la tradición socialista democrática de defensa de la libertad, por eso sus militantes luchamos arduamente por la liberación de los presos políticos injustamente privados de su libertad en procesos judiciales amañados. Nuestro Jefe de la Fracción Parlamentaria, Diputado Edgar Zambrano, ha dedicado casi toda su actividad a esta lucha, por la que ningún parlamentario de un país desarrollado dedica ni un minuto de su valioso tiempo, porque en esos países no existe el oprobio de la persecución por ideas expresadas libre y democráticamente.
Es por eso que la lucha por la libertad de Iván Simonovis es para nosotros cuestión de honor, porque es inconcebible que a un venezolano de bien se le mantenga tras las rejas durante más de diez años sin ningún delito cometido. Con Simonovis, de manera aberrante se transgrede hasta el más elemental aforismo jurídico proveniente del Derecho Romano, según el cual Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege es una frase en latín, que se traduce como "Ningún delito, ninguna pena sin ley previa", utilizada en Derecho penal para expresar el principio de que, para que una conducta sea calificada como delito, debe estar establecida como tal y con anterioridad a la realización de esa conducta. Y no tenemos duda que no existe ninguna ley que establezca como delito “la protección de la vida” porque fue eso, proteger la vida, de quienes participaron en la famosa marcha del 12 de abril de 2002, el único “delito” cometido por Iván Simonovis cuya impecable conducta ese día evitó la muerte de miles de compatriotas.
   Y en relación a Leopoldo López, con quien mientras estuvo en libertad debatimos sobre temas ideológicos, anunciamos al país que suspendíamos cualquier discusión, por muy de altura que fuese, mientras estuviera privado injustamente de su libertad y, más bien, dedicaríamos ese tiempo a la lucha por verlo libre al lado de sus seres queridos y sus compañeros de partido. También nos hemos dedicado y lo seguiremos haciendo a luchar por la libertad de los Alcaldes de San Diego de Carabobo y de San Cristóbal, independientemente de las diferencias tácticas que podamos tener con ambos compatriotas; porque para nosotros, igual que para todos los socialdemócratas del mundo la libertad es el valor más importante del ser humano y lo defendemos con todas nuestras fuerzas.   
También para Acción Democrática es un valor fundamental, desde el punto de vista político y sociológico, la defensa de lo colectivo frente al mesianismo y el individualismo.
En efecto, el terco empeño de Rómulo Betancourt en la creación de un gran partido de masas, que privilegiara lo colectivo frente al egoísmo individualista, se originó desde sus años adolescentes, primero con ARDI, después con ORVE, luego con el PDN y finalmente, su obra mejor acabada: Acción Democrática. En todos estos intentos, desde ARDI en 1.931, Betancourt comenzó su actitud indeclinable, a lo largo de toda su vida, de crear una organización donde se privilegiara lo colectivo frente al individuo providencial, el caudillo, el Mesías, que terminaba, indefectiblemente, constituyendo una tiranía para sojuzgar a nuestro pueblo.
Betancourt siempre privilegió la idea de anteponer a las consideraciones personales el sentimiento colectivo, por ello Manuel Caballero en uno de sus ensayos sobre la vida del fundador de Acción Democrática, que tituló: “Rómulo  Betancourt y los partidos políticos modernos”, expresa, palabras más palabras menos, que Rómulo adopta esa actitud desde su adscripción a la “generación del 28”, quienes siempre anteponían lo colectivo “lo generacional” al individualismo imperante en la época tiránica del gomecismo, pues a la soberbia caudillista del tirano, sólo se le oponía una cáfila de caudillos regionales, quienes no aspiraban a otra cosa que ser los “hombres providenciales” que sustituyeran al anterior.
Mejor a lo expresado por Manuel Caballero, imposible, cuando dice: “A la antigua forma de hacer política, resumida sino encarnada en un yo, la generación del 28, va a oponer entonces la suya, cuyo pronombre es nosotros. En aquella designación está contenido el primer enfrentamiento del nuevo y emergente grupo al viejo y dominante, y hace a éste del 28 diferente de los movimientos civiles que han tenido lugar desde 1.903. La palabra `generación` es, pues, producto histórico y no historiográfico; una creación de los propios implicados y no una reflexión ex pos facto de sus exegetas como eso de `Edad Media` o `Revolución francesa`”.
Caballero indica algo demasiado trascendente para olvidar o pasarle de soslayo, lo repite en “Rómulo Betancourt. Político de Nación”: “Betancourt se plantea en y desde entonces una oposición simple: quien contenía al pueblo en la época de las guerras civiles era el tirano. Quien puede encauzarlo y sustituir aquél en nuestra época, es el partido político. No en vano Antonio Gramsci (que Betancourt ni nadie conocía en la época) hablaba del partido político como `el príncipe de los tiempos modernos”.
Quizás o sin quizás, lo más trascendente del legado de Betancourt a Venezuela, fue su actitud de desprendimiento de ambiciones personales desmedidas, para privilegiar la renovación de cuadros, al no perpetuarse en el poder cuando tenía cómo hacerlo. Desde la prohibición a los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno, que él presidía, para postularse como candidato presidencial, hasta la negativa a volver a ser candidato de su partido, que lo hubiese elegido por unanimidad en las elecciones de 1.972. Además de su insistencia, cuando fue Presidente, a no durar en el ejercicio de la  primera magistratura “ni un minuto más ni un minuto menos”, lo que hoy día luce como un mayor mérito, al ver algunos personajes – no sólo desde el gobierno- tener la secreta aspiración de llegar al poder para perpetuarse en él.
Ese legado de Betancourt ha sido dejado de lado, en oportunidades, hasta por algunos dirigentes de nuestro propio partido, quienes confundieron su momentáneo ascenso político, deslumbrándose por famas pasajeras, creyendo que en AD, al contrario del mensaje de Betancourt, se puede, impunemente, privilegiar el mesianismo o el liderazgo individual frente a las posiciones del colectivo de cara a la Nación venezolana.
El listado de mujeres y hombres que han militado en Acción democrática y que le deben su brillo al colectivo es demasiado grande para mencionar en el poco tiempo disponible en una intervención como ésta.  Pero, es menester indicar, que cuando alguno de ellos quiso poner su nombre por encima de la organización quedaron a la vera del camino de la historia, porque sólo en función del trabajo colectivo se puede hacer trascendente la labor de los hombres, por importantes que ellos sean.
Cuando en AD celebramos su 73 aniversario, sus dirigentes estamos en la obligación histórica de recordarle a aquellos compañeros que se deslumbran por la fama momentánea obtenida en los medios, que quienes cayeron en esa vanidad en el pasado hoy nadie los recuerda y en cambio allí permanece la institución partidista, a la que le duele formar dirigentes para luego verlos transformados en marionetas de los manipuladores de opinión. 
Los venezolanos de hoy, le haremos honor a Betancourt, si desechamos las ambiciones personales o de grupo para poder derrotar a este régimen mesiánico, individualista y retrógrado, porque representa todo lo antagónicamente opuesto al pensamiento progresista, socialdemócrata y moderno de Acción Democrática.
También es obligación de un partido socialdemócrata como AD salirle al paso a un fenómeno que no es nuevo, pero que siempre está presente en las luchas de los pueblos por su progreso y liberación como es la antipolítica, el antipartidismo.
Ya lo decía nuestro Secretario General Nacional Henry Ramos Allup en su excelente libro titulado Historia del Liberalismo, cuando afirmaba “Igual que las otras propuestas que el liberalismo contemporáneo encadenó y trató de imponer para triunfar (el fín de la historia y las ideologías, la tercera vía, la globalización) la tesis de la antipolítica también cayó en desuso, como en desuso caen todas las propuestas contra naturales; la política siempre será parte de la vida y del progreso de las naciones”. Desde el advenimiento de la democracia en Venezuela, tanto los “causahabientes” de las dictaduras de derecha como los corifeos del comunismo desfasado y decimonónico, se dieron a la tarea de tratar de desprestigiar la política y a los partidos políticos.
El famoso filósofo español Fernando Savater afirma que “muchas organizaciones te premiarán porque te desentiendas de la política, porque estás regalando tu participación a alguien que la usará a favor de sus intereses.
Así que te van a decir que con lo que está ocurriendo haces muy bien que te dediques a lo tuyo. Pero esa es una conducta que ha sido criticada desde la época de los atenienses, al punto que obligaban a participar a todos los ciudadanos en política. Y si se generaba un conflicto fuerte y alguno, para mantenerse al margen, se defendía diciendo que él no era político, entonces le aplicaban una palabra específica para designarlo, una que nosotros empleamos para otras cosas. Le llamaban idiota. El idiota era idion, el que sólo quiere ser él mismo. El idiota es el que piensa que puede vivir sólo para sí mismo, desentendiéndose de la refriega política.
En la actualidad, eso de que no puedo intervenir en política porque tengo que trabajar o estudiar es una excusa. Es como la gente que se disculpa de no leer porque no encuentra el momento. Para pensar, para intervenir en política, hay que buscar ese tiempo, sacarlo de cualquier sitio. Las cosas más importantes de la vida no están escritas en el horario de la agenda (…) nunca te van a indicar a qué hora tienes que enamorarte, en qué franja del día te irá mejor reflexionar sobre la vida…El tiempo para dedicar a las cosas verdaderamente importantes para nosotros hay que arrancarlo  a las obligaciones corrientes, y la política es una de esas cosas decisivas para las que nunca encontraremos un aviso en la agenda (…) Y agregaba Savater:           La gracia de la democracia es que todos somos políticos. Y si los que mandan lo hacen mal, será la responsabilidad nuestra si no los cambiamos por unos que lo hagan mejor. A mí no me hace gracia cuando la gente le grita a los políticos: “no nos representan”, claro que nos representan y deciden por nosotros, lo quieras o no. Así que como sin política no se puede vivir, es importante hacer política antes de que otro lo haga por ti”.
Vamos entonces, todos, a hacer política en Venezuela para constituir, de manera unitaria, una alternativa de poder con una agenda de progreso y justicia social, con gente preparada para reconstruir la patria, sin sectarismo ni pretensiones hegemónicas de ningún tipo y con la mirada puesta en los ejemplos de sociedades exitosas y no de este modelo fracasado del siglo XIX que se ha intentado instaurar impertinentemente en nuestro siglo.
¿Por qué hablamos de la impertinencia histórica del modelo de socialismo del siglo XXI? Porque los comunistas creían, a pie juntillas, que su sistema se impondría inexorablemente en todo el orbe, pues el materialismo histórico explicaba, de manera determinista, que cada sistema económico de la humanidad duraba menos que el anterior y debido al cambio de manos de la propiedad de los medios de producción, harían que el capitalismo fracasara y, más temprano que tarde, el comunismo llegaría a todos los pueblos del mundo.
Afortunadamente, sabemos que pasó exactamente lo contrario: que la poderosísima potencia que era la URSS se desplomó sin disparar un solo tiro debido a que los seres humanos no toleran por mucho tiempo que les conculquen la libertad. Que el culto pueblo berlinés derrumbó el muro que lo separaba del resto de la Alemania desarrollada y que los cubanos se exponen a los tiburones para atravesar el famoso “mar de la felicidad” hacia Miami. Si la URSS aún existiera, si el muro de Berlín hubiese caído para el otro lado y los cubanos que viven en Miami se montaran en balsas para irse a Cuba, entonces, diríamos que el comunismo es viable y pertinente, pero parece que ha ocurrido lo antagónico y diametralmente opuesto y de eso se ha enterado todo el globo terráqueo… ¡menos los gobernantes de Venezuela! 
Hoy día no se debe generalizar al utilizar el término “Tercer Mundo” para meter en un mismo saco del subdesarrollo a todos sus integrantes. Venezuela, por ejemplo, aún está sumergida en el subdesarrollo, porque no hemos imitado, en estos fatídicos 15 años, los ejemplos de naciones que han superado sus dificultades, que ayer eran pobres y hoy no lo son, como Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong, incluso de algunos otros sumergidos hasta hace muy poco en el comunismo más ortodoxo como China o Vietnam u otros de población inmensa como la India o los antiguos países de influencia soviética que estaban al Este de Europa como Polonia, Estonia o la República Checa; o del lado occidental que también estaba en el atraso y hoy lo superó como Irlanda. Incluso los casos de Chile, Costa Rica o el Salvador, pequeños países de nuestro continente sin los recursos de Venezuela.
¿Qué tienen en común la economía de esas naciones? En primer lugar son países “captacapitales” y no espantacapitales”. No ven la globalización como un riesgo sino como una oportunidad de conquistar mercados. Buscan crear productos industriales de valor agregado y ofrecer servicios con ventajas comparativas, en vez de quedarse como simples vendedores de materias primas. Buscan ampararse en bloques regionales o supranacionales cuyas ventajas comparativas les favorezcan, cada vez más flexibles y abiertos al mundo como la Unión Europea o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. No como este gobierno que, estúpidamente, cambió todas las ventajas del mercado andino por todas las desventajas comparativas que tenemos con el Mercosur.
Ellos, los exitosos, bajan las tasas impositivas y dan incentivos operativos a los inversionistas extranjeros y nacionales. Aseguran flexibilidad laboral y disminuyen trámites para el establecimiento de nuevas empresas industriales.
Y, sobre todo, realizan grandes apuestas en el campo de la educación, la ciencia y la tecnología, en los que la empresa privada juega un rol cada vez mayor, dado que el conocimiento está destinado a ser la mayor fuente de riqueza en este nuevo siglo.
En efecto, en el producto mundial el sector de los servicios (donde la tecnología y, en general, la educación juegan un papel capital) representa hoy el 68% por ciento; el sector industrial el 29% y las materias primas sólo el 4%.
El ya citado eminente intelectual Fernando De Los Ríos, líder fundamental del socialismo español, concebía la educación como un «período singularmente propicio para encender la emoción del respeto hacia la cultura en sí, hacer conocer los contenidos de ésta y crear una capacidad de discernimiento mediante la cual sea el propio individuo quien oriente su conciencia», es decir, cuando se es institucionista y se desprecia la acción pedagógica dogmática como «una modalidad del abuso de poder» (II, 116), y al mismo tiempo se establece con toda contundencia que el sistema parlamentario de gobierno es condición ineludible para el socialismo mismo, entonces el ideal socialista que se propugna simplemente no se puede imponer: es necesario dejar que brote, que se produzca por sí mismo, que fluya de los cauces procedimentales alimentados por la reflexión de esos seres humanos dotados de autonomía y de conciencia moral a través de una educación que no esté prejuiciada por el dogmatismo del pensamiento único. 
 
Mientras tanto en nuestro país, se le  niegan recursos a la educación y no se privilegia la ciencia y la tecnología; sino que, por el contrario, es un escándalo permanente la reiterada negativa de otorgar recursos a las universidades autónomas y divisas a la industria manufacturera o a la agroindustria para importar maquinarias, equipos y pagar proveedores para la producción, mientras le otorgan todas las que quieran a los integrantes de la mafia cívico-militar que controlan las importaciones de todo tipo.
La tragedia de Venezuela es que a pesar de ser uno de los países de América Latina con mayores ingresos, debido únicamente a su renta petrolera, estamos a la cola de nuestros vecinos en materia de educación de calidad, a pesar de las demagógicas cifras gubernamentales en contrario. 
Esto debe ser rectificado con urgencia por las fuerzas democráticas lideradas por AD. Esto último no es una afirmación producto de un sectarismo irracional, sino del conocimiento de que AD es un partido que desde su fundación se preocupó por la educación, que al llevarla de manera gratuita a los hijos de los obreros y campesinos creó la clase media más grande de América Latina. Por eso aspiramos de nuevo alcanzar el poder, para seguir igualando a nuestros compatriotas hacia arriba con la educación, la ciencia, la tecnología; y no cómo lo pretende hacer éste régimen, al querer igualarnos hacia abajo en la ignorancia, la pobreza y la miseria a imitación del régimen cubano.  
Acción Democrática, parece de Perogrullo decirlo, es un partido político con vocación de poder demostrado en sus 73 años de historia. Hemos pasado por todas las experiencias que se le pueden reclamar a un partido político en el mundo: nuestros padres fundadores se formaron en las catacumbas de una oprobiosa dictadura que hizo comenzar el siglo XX venezolano con 45 años de atraso. Nuestro accionar político impidió, con la Revolución de Octubre de 1945, su continuismo al derrocar el contubernio López-Medinista haciendo progresar a la Nación, en democracia y libertad,  contra quienes quisieron darle largas a la participación del pueblo en su propio destino. Con la Revolución de Octubre propiciamos las primeras elecciones universales, directas y secretas de la historia de Venezuela, elegimos a Rómulo Gallegos presidente de la República, aunque al poco tiempo fue derrocado por el militarismo heredero de las tiranías.
Ello obligó al partido del pueblo a pasar a otra forma de lucha: la clandestinidad, durante los 10 largos años de la dictadura perezjimenista la que también se logró defenestrar por la iniciativa de Acción Democrática, al convocar la unidad nacional contra esa tiranía que desembocó en el glorioso día del 23 de enero de 1958, cuando pueblo y militares progresistas salieron a la calle a derrocar al tirano. En esos diez años nuestros más importantes líderes fueron asesinados, presos o exiliados, pero el partido mantuvo su mística indoblegable y su esperanza intacta de retornar al poder.
En efecto, al ser convocadas elecciones, después del derrocamiento de la mencionada tiranía, el partido del pueblo volvió al poder con Rómulo Betancourt, quien tuvo que soportar, combatir y derrotar, política y militarmente, a sectores de la izquierda radical y la derecha extrema, quienes en matrimonio morganático conspiraban contra la democracia recién estrenada en Venezuela. En esa lucha también colaboró con responsabilidad y coraje patriótico, debemos reconocerlo, el partido social cristiano Copei, en defensa de las instituciones que el pueblo se dio en libérrimos comicios. 
A partir de allí ganamos elecciones con Raúl Leoni Otero, Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez en dos oportunidades; y también perdimos otras con Gonzalo Barrios, Luis Piñerúa y Claudio Fermín. Cuando fuimos gobierno construimos casi todo lo que en materia de infraestructura existe en Venezuela y cuando fuimos oposición lo hicimos con hidalguía para defender la democracia y sus instituciones.
La defenestración de Carlos Andrés Pérez, por los hechos que todos conocemos y que no es el propósito de este acto esclarecer, significó una derrota histórica para nuestra organización y un descalabro que se acentuó con la llegada de Hugo Chávez al poder, pues éste estaba empeñado en la desaparición de AD a sabiendas que era y es el partido más y mejor compenetrado, social y políticamente, con el pueblo llano venezolano.
Hugo Chávez desgobernó a Venezuela durante 14 largos años, lo equivalente a casi tres períodos presidenciales y recibió más de un millón de millones de dólares durante su mandato, mientras se acrecentaban exponencialmente los problemas más elementales y acuciantes para nuestros compatriotas y que todos conocemos.
Ahora, en la gestión de Maduro todos esos problemas se han multiplicado, pero lo que nos preocupa es que aún no se ha consolidado una alternativa de poder y AD no puede continuar observando cómo se deteriora la MUD y se consume en diferencias nimias o burocráticas, esperando se amalgame una unidad de siglas que, algunas de las cuales, no le dicen nada o muy poco a la sociedad venezolana.
Esta es la oportunidad de AD de salir a la calle con su propia política, respetando la unidad sin perder nuestra fisonomía, sin complejos de ningún tipo, con toda esa experiencia de luchas desde la clandestinidad, el gobierno o la oposición, para recorrer a Venezuela con su tarjeta blanca y sus símbolos llamando a la unidad, no de siglas, sino de propósitos de Estado.
Seguros estamos que la mayoría de los partidos políticos integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática nos acompañarán, pero lo más importante: los venezolanos abandonarán sus temores, al ver a una Acción Democrática luchando en el medio de la arena de la controversia política para convertirse en una real alternativa de poder y, podamos así, salir de esta pesadilla que nadie quiere se prolongue en el tiempo. De los adecos depende. AD nació, como dijera Rómulo Betancourt: para hacer historia, pero fundamentalmente… ¡desde el poder!
En definitiva queridos amigos: nosotros tenemos por delante el inmenso reto de devolverle la libertad, la democracia, la modernidad y un futuro luminoso a nuestro pueblo, pero hagámoslo siempre con alegría, con optimismo, porque a pesar de todos los avatares que acontecen hoy en Venezuela, sigue existiendo un pueblo con valores democráticos inoculados, en nuestro cuerpo social, por el ejemplo de nuestros padres fundadores. El optimismo y la alegría siempre se han impuesto a la tristeza y al pesimismo.   
Les pongo dos ejemplos de esta verdad inconmovible: el de Julius Fucik y el de nuestro inolvidable poeta Andrés Eloy Blanco. Ambos, refiriéndose a la muerte, que presume el momento del más elevado concepto de la tristeza y el pesimismo, hacían sin embargo llamados a la alegría y a la lucha por la libertad y la justicia.
Jules Fucik, era un joven periodista checoeslovaco, a quien las tropas de ocupación nazi lo condenaron a muerte por pensar distinto y escribió un libro que fue sacado hoja por hoja de la cárcel y publicado en 1945, adquiriendo resonancia internacional y traducido a ochenta idiomas.
Lo tituló Reportaje al Pie de la Horca, porque ya conocía su sentencia de muerte. Dejó este testimonio para las mujeres y hombres que luchan   en todos los tiempos y lugares del mundo, diciendo: “Este es mi testamento para vosotros, padre, madre y hermanas mías; para vosotros, compañeros; para todos aquéllos a quienes he querido. Llorad un momento, si creéis que las lágrimas borrarán el triste torbellino de la pena, pero no os lamentéis. He vivido para la alegría y por la alegría muero. Agravio e injusticia sería colocar sobre mi tumba un ángel de tristeza”.
Y Andrés Eloy Blanco, nuestro querido compañero fundador de Acción Democrática y poeta del pueblo venezolano, se expresa de modo parecido, al final de su famoso poema “Cantos a los hijos en marcha” de esta manera:
Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero (...)
Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos...
Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.
Así que adelante, con alegría, sin exclusiones de ningún tipo, sin odios raciales, políticos o ideológicos, que el futuro le pertenece a esta generación que jamás tolerará el pensamiento único. ¡Lo que nosotros nos  neguemos hacer nadie podrá hacerlo, pero lo que nosotros nos propongamos hacer nadie tendrá el suficiente poder para evitarlo!
Vamos a salir de esta pesadilla. Mantengamos la unidad democrática, vayamos unidos a las parlamentarias y ya ustedes verán que a partir de ese glamoroso triunfo, veremos con claridad la verdadera salida que reclama toda Venezuela: la de un nuevo gobierno sin exclusiones de ningún tipo, que abra las puertas de nuestro país para que regresen los capitales huidizos que le temen a la inseguridad jurídica y económica, pero sobre todo para que regresen nuestros muchachos, los profesionales mejor formados de América Latina, para que vengan de regreso a su patria, a ayudarnos a la inmensa y noble tarea de reconstruir a Venezuela, desde el poder, donde Acción Democrática no será bisagra, sino timonel de los nuevos tiempos.    
Señoras y señores.           

Discurso en Concejo Municipal de El Hatillo, Edo Miranda, Jueves 18 de Septiembre de 2014 -: 73 aniversario de AD 

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