Ciudadano
Presidente y demás miembros del ilustre Concejo Municipal del Municipio El
Hatillo del Estado Miranda.
Compañeras
y compañeros de partido, señoras y señores, invitados especiales.
Para cualquier
organización social, política o cultural, mantener su vigencia durante 73 años
es un gran logro, pero en el caso de AD lo trascendente es que su actual
dirección política está consciente de la necesidad de su renovación constante y
por ello hoy constituye un nuevo reto la incorporación masiva de jóvenes a su
seno, que coadyuvan a renovar sus tesis y sus programas, de cara a esta nueva
centuria recién iniciada.
Ese es el propósito
fundamental de la Comisión a la que pertenezco, coordinada por nuestra
Presidenta Isabel Carmona e integrada
además, por representantes de las diversas generaciones que convivimos en
nuestra organización o pertenecen a sectores independientes que comparten
nuestro pensamiento. Convivimos sin antagonismos, dicho sea de paso, porque no
compartimos la reaccionaria tesis de la brecha generacional y creemos que todos
somos útiles, sin diferencias absurdas de edades.
Allí estamos
discutiendo temas que no existían para el momento de nuestra última tesis
debatida hace casi cincuenta años, a saber: ecología, globalización, diversidad e igualdad de género, nuevas
tecnologías de la información, la insurgencia de sectores emergentes en la
clase media, como los emprendedores que trabajan de día y estudian de noche,
pero se mantienen en el sector informal urbano sin protección alguna del
Estado.
Ah, pero por
supuesto, también trabajamos temas de la coyuntura: como la hegemonía que ha
tratado de imponer este régimen durante más de 15 años, sin lograrlo, y cierta
oposición, que pareciera aspirar lo mismo en la acera antagónicamente opuesta,
representantes de una derecha que pareciera “borbónica” (por aquello de que ni
olvida ni aprende).
AD se diferencia,
nítidamente, de los conservadores y liberales, porque mientras nuestro partido
otorga la misma importancia a la libertad, a la igualdad y a la solidaridad con
justicia social, como principios interdependientes, los conservadores y
liberales ponen de relieve la libertad individual a costa de la igualdad y la
solidaridad; y, a veces, parecen querer introducir de contrabando, ese
pensamiento atrasado y demodé. Es bueno que sepan que estamos en estado de
alerta permanente, para no dejar pasar esas ideas contrarias a las grandes
mayorías, quienes no forman parte de élites de poderes fácticos enemigos de los
sectores populares.
También nos
diferenciamos con claridad meridiana de los comunistas que pretenden, con la
excusa de la justicia social, instaurar un régimen totalitario de pensamiento
único calcando el modelo cubano-stalinista, porque los socialdemócratas estamos
convencidos que la idea de libertad es más trascendente que la idea de patria o
de justicia, porque sin ella no hay justicia ni hay patria y ni siquiera hay
socialismo posible.
Los defensores del
pensamiento único buscan alcanzar el poder a través de trapisondas e
iniquidades y pueden creer que son políticos, pero nunca serán hombres de
Estado, pues no tienen principios y se quedan en el menudeo de la política
aldeana que persiguen ese poder sólo para disfrutarlo hedonísticamente y
construyen todo un entramado de excusas ideológicas para alcanzarlo y, luego,
permanecer allí el mayor tiempo posible. Para lograr tan deleznable propósito
trabajan para construir un modelo totalitario.
Los rasgos básicos de todo régimen totalitario
que necesariamente deviene en autoritario, según Hanna Arendt, son: “1. El Estado tiende a
regimentar la totalidad de las relaciones sociales. 2. Es el Estado quien
controla la mayoría posible de todos los aspectos de la vida individual. El Estado
ostenta rango preeminente, tanto en el plano axiológico y en la efectiva organización
de la vida en sociedad, sobre todo cuanto concierne a la existencia de cada individuo
paralelamente al totalitarismo. Entonces, el autoritarismo se rige por el mando
y el poder vertical personificado en un líder que resta valor a sus propias
instituciones, procurando concentrar en un reducido grupo la dirección del
gobierno, siempre supeditado al líder y con ello eliminar la libertad, igualdad
y fraternidad reclamada desde la Revolución Francesa”.
Esta manera totalitaria de concebir un estado y
el ejercicio del poder autoritario entra en contradicción con la libertad del
ser humano y, en consecuencia, con el pensamiento de los demócratas de todas
las épocas, como por ejemplo el de ese gigante de la democracia americana que
fue Abraham Lincoln, quien definía la libertad, según sean demócratas o tiranos
quienes la conceptúen, a través de la pedagógica paradoja siguiente:
"Para
algunos, la palabra libertad puede significar que cada hombre haga lo que
quiere de sí mismo y del producto de su trabajo; mientras que para otros, la
misma palabra puede significar que algunos hombres hagan lo que les dé la gana
con otros hombres y con el producto del trabajo de éstos. [...] El pastor
arranca de la boca del lobo a la oveja que iba a ser victimada y, naturalmente,
la oveja le agradece como su libertador; pero el lobo lo maldice por el mismo
acto, acusándolo de destruir la libertad...". Esa es la diferencia de la concepción de la libertad para un demócrata
o un para un tirano.
Sobre el tema de la libertad, AD hace
suyo el pensamiento de uno de los grandes líderes del socialismo español,
Indalecio Prieto, quien describió, con lujo de detalles, en una conferencia en
Bilbao en 1921 la anécdota según la cual en la oportunidad que su partido, el
PSOE, envió una delegación a Rusia tras el triunfo de la Revolución bolchevique
de 1917, presidida por el excelso intelectual Fernando de los Ríos, y éste se
reunió con Lenin; en un momento de la entrevista, aquél le preguntó al jefe de
la Revolución rusa: «¿Cómo y cuándo cree usted que podrá pasarse del actual
período de transición a un régimen de plena libertad para sindicatos, prensa e
individuos?». Lenin lo miró con sorpresa y estupor, respondiéndole con otra
pregunta: «¿Libertad para qué?». Y Fernando de los Ríos, con entereza y coraje,
típicos de un español de la época, le ripostó: «¡Libertad para ser libres!».
Indalecio Prieto, en esa conferencia de Bilbao
que tituló «La libertad, base esencial del socialismo», al referirse a este
incidente agregó, de su propia inventiva y para dar mayor explicación a la
escueta respuesta de Fernando de los Ríos a Lenin, lo siguiente:
La idea de libertad es superior a la idea de
patria. La idea de libertad es superior a la idea de socialismo; cuando la
patria o cuando el socialismo niega la libertad, desaparecen los justos títulos
que puedan tener para nuestro respeto. La libertad ante todo; el socialismo
como un medio para alcanzar la libertad.
AD hace suya toda la tradición socialista
democrática de defensa de la libertad, por eso sus militantes luchamos
arduamente por la liberación de los presos políticos injustamente privados de
su libertad en procesos judiciales amañados. Nuestro Jefe de la Fracción
Parlamentaria, Diputado Edgar Zambrano, ha dedicado casi toda su actividad a
esta lucha, por la que ningún parlamentario de un país desarrollado dedica ni
un minuto de su valioso tiempo, porque en esos países no existe el oprobio de
la persecución por ideas expresadas libre y democráticamente.
Es por eso que la lucha por la libertad de
Iván Simonovis es para nosotros cuestión de honor, porque es inconcebible que a
un venezolano de bien se le mantenga tras las rejas durante más de diez años
sin ningún delito cometido. Con Simonovis, de manera aberrante se transgrede
hasta el más elemental aforismo jurídico proveniente del Derecho Romano, según
el cual Nullum crimen,
nulla poena sine praevia lege es una frase en latín, que se traduce como "Ningún delito,
ninguna pena sin ley previa", utilizada en Derecho penal para expresar el
principio de que, para que una conducta sea calificada como delito, debe estar
establecida como tal y con anterioridad a la realización de esa conducta. Y no
tenemos duda que no existe ninguna ley que establezca como delito “la
protección de la vida” porque fue eso, proteger la vida, de quienes
participaron en la famosa marcha del 12 de abril de 2002, el único “delito”
cometido por Iván Simonovis cuya impecable conducta ese día evitó la muerte de
miles de compatriotas.
Y en
relación a Leopoldo López, con quien mientras estuvo en libertad debatimos sobre
temas ideológicos, anunciamos al país que suspendíamos cualquier discusión, por
muy de altura que fuese, mientras estuviera privado injustamente de su libertad
y, más bien, dedicaríamos ese tiempo a la lucha por verlo libre al lado de sus
seres queridos y sus compañeros de partido. También nos hemos dedicado y lo
seguiremos haciendo a luchar por la libertad de los Alcaldes de San Diego de
Carabobo y de San Cristóbal, independientemente de las diferencias tácticas que
podamos tener con ambos compatriotas; porque para nosotros, igual que para
todos los socialdemócratas del mundo la libertad es el valor más importante del
ser humano y lo defendemos con todas nuestras fuerzas.
También para Acción Democrática es un
valor fundamental, desde el punto de vista político y sociológico, la defensa
de lo colectivo frente al mesianismo y el individualismo.
En efecto, el terco empeño de Rómulo
Betancourt en la creación de un gran partido de masas, que privilegiara lo
colectivo frente al egoísmo individualista, se originó desde sus años
adolescentes, primero con ARDI, después con ORVE, luego con el PDN y
finalmente, su obra mejor acabada: Acción Democrática. En todos estos intentos,
desde ARDI en 1.931, Betancourt comenzó su actitud indeclinable, a lo largo de
toda su vida, de crear una organización donde se privilegiara lo colectivo frente
al individuo providencial, el caudillo, el Mesías, que terminaba, indefectiblemente,
constituyendo una tiranía para sojuzgar a nuestro pueblo.
Betancourt
siempre privilegió la idea de anteponer a las consideraciones personales el
sentimiento colectivo, por ello Manuel Caballero en uno de sus ensayos sobre la
vida del fundador de Acción Democrática, que tituló: “Rómulo Betancourt y los partidos políticos
modernos”, expresa, palabras más palabras menos, que Rómulo adopta esa actitud
desde su adscripción a la “generación del 28”, quienes siempre anteponían lo colectivo
“lo generacional” al individualismo imperante en la época tiránica del
gomecismo, pues a la soberbia caudillista del tirano, sólo se le oponía una
cáfila de caudillos regionales, quienes no aspiraban a otra cosa que ser los
“hombres providenciales” que sustituyeran al anterior.
Mejor a
lo expresado por Manuel Caballero, imposible, cuando dice: “A la antigua forma
de hacer política, resumida sino encarnada en un yo, la generación del 28, va a oponer entonces la suya, cuyo
pronombre es nosotros. En aquella
designación está contenido el primer enfrentamiento del nuevo y emergente grupo
al viejo y dominante, y hace a éste del 28 diferente de los movimientos civiles
que han tenido lugar desde 1.903. La palabra `generación` es, pues, producto
histórico y no historiográfico; una creación de los propios implicados y no una
reflexión ex pos facto de sus exegetas como eso de `Edad Media` o `Revolución
francesa`”.
Caballero
indica algo demasiado trascendente para olvidar o pasarle de soslayo, lo repite
en “Rómulo Betancourt. Político de Nación”: “Betancourt se plantea en y desde
entonces una oposición simple: quien contenía al pueblo en la época de las
guerras civiles era el tirano. Quien puede encauzarlo y sustituir aquél en
nuestra época, es el partido político. No en vano Antonio Gramsci (que
Betancourt ni nadie conocía en la época) hablaba del partido político como `el
príncipe de los tiempos modernos”.
Quizás o
sin quizás, lo más trascendente del legado de Betancourt a Venezuela, fue su
actitud de desprendimiento de ambiciones personales desmedidas, para
privilegiar la renovación de cuadros, al no perpetuarse en el poder cuando
tenía cómo hacerlo. Desde la prohibición a los miembros de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, que él presidía, para postularse como candidato
presidencial, hasta la negativa a volver a ser candidato de su partido, que lo
hubiese elegido por unanimidad en las elecciones de 1.972. Además de su insistencia,
cuando fue Presidente, a no durar en el ejercicio de la primera magistratura “ni un minuto más ni un
minuto menos”, lo que hoy día luce como un mayor mérito, al ver algunos
personajes – no sólo desde el gobierno- tener la secreta aspiración de llegar
al poder para perpetuarse en él.
Ese
legado de Betancourt ha sido dejado de lado, en oportunidades, hasta por
algunos dirigentes de nuestro propio partido, quienes confundieron su
momentáneo ascenso político, deslumbrándose por famas pasajeras, creyendo que
en AD, al contrario del mensaje de Betancourt, se puede, impunemente,
privilegiar el mesianismo o el liderazgo individual frente a las posiciones del
colectivo de cara a la Nación venezolana.
El
listado de mujeres y hombres que han militado en Acción democrática y que le
deben su brillo al colectivo es demasiado grande para mencionar en el poco
tiempo disponible en una intervención como ésta. Pero, es menester indicar, que cuando alguno
de ellos quiso poner su nombre por encima de la organización quedaron a la vera
del camino de la historia, porque sólo en función del trabajo colectivo se
puede hacer trascendente la labor de los hombres, por importantes que ellos
sean.
Cuando en
AD celebramos su 73 aniversario, sus dirigentes estamos en
la obligación histórica de recordarle a aquellos compañeros que se deslumbran
por la fama momentánea obtenida en los medios, que quienes cayeron en esa
vanidad en el pasado hoy nadie los recuerda y en cambio allí permanece la
institución partidista, a la que le duele formar dirigentes para luego verlos
transformados en marionetas de los manipuladores de opinión.
Los venezolanos de hoy, le haremos
honor a Betancourt, si desechamos las ambiciones personales o de grupo para
poder derrotar a este régimen mesiánico, individualista y retrógrado, porque
representa todo lo antagónicamente opuesto al pensamiento progresista,
socialdemócrata y moderno de Acción Democrática.
También es
obligación de un partido socialdemócrata como AD salirle al paso a un fenómeno
que no es nuevo, pero que siempre está presente en las luchas de los pueblos
por su progreso y liberación como es la antipolítica, el antipartidismo.
Ya lo decía nuestro
Secretario General Nacional Henry Ramos Allup en su excelente libro titulado
Historia del Liberalismo, cuando afirmaba “Igual
que las otras propuestas que el liberalismo contemporáneo encadenó y trató de
imponer para triunfar (el fín de la historia y las ideologías, la tercera vía,
la globalización) la tesis de la antipolítica también cayó en desuso, como en desuso
caen todas las propuestas contra naturales; la política siempre será parte de
la vida y del progreso de las naciones”. Desde el advenimiento de la
democracia en Venezuela, tanto los “causahabientes” de las dictaduras de
derecha como los corifeos del comunismo desfasado y decimonónico, se dieron a
la tarea de tratar de desprestigiar la política y a los partidos políticos.
El famoso filósofo
español Fernando Savater afirma que “muchas organizaciones te premiarán porque
te desentiendas de la política, porque estás regalando tu participación a
alguien que la usará a favor de sus intereses.
Así que te van a
decir que con lo que está ocurriendo haces muy bien que te dediques a lo tuyo.
Pero esa es una conducta que ha sido criticada desde la época de los atenienses,
al punto que obligaban a participar a todos los ciudadanos en política. Y si se
generaba un conflicto fuerte y alguno, para mantenerse al margen, se defendía
diciendo que él no era político, entonces le aplicaban una palabra específica
para designarlo, una que nosotros empleamos para otras cosas. Le llamaban
idiota. El idiota era idion, el que sólo quiere ser él mismo. El idiota es el
que piensa que puede vivir sólo para sí mismo, desentendiéndose de la refriega
política.
En la actualidad,
eso de que no puedo intervenir en política porque tengo que trabajar o estudiar
es una excusa. Es como la gente que se disculpa de no leer porque no encuentra
el momento. Para pensar, para intervenir en política, hay que buscar ese
tiempo, sacarlo de cualquier sitio. Las cosas más importantes de la vida no
están escritas en el horario de la agenda (…) nunca te van a indicar a qué hora
tienes que enamorarte, en qué franja del día te irá mejor reflexionar sobre la
vida…El tiempo para dedicar a las cosas verdaderamente importantes para
nosotros hay que arrancarlo a las
obligaciones corrientes, y la política es una de esas cosas decisivas para las
que nunca encontraremos un aviso en la agenda (…) Y agregaba Savater: La gracia de la democracia es que
todos somos políticos. Y si los que mandan lo hacen mal, será la
responsabilidad nuestra si no los cambiamos por unos que lo hagan mejor. A mí
no me hace gracia cuando la gente le grita a los políticos: “no nos
representan”, claro que nos representan y deciden por nosotros, lo quieras o
no. Así que como sin política no se puede vivir, es importante hacer política
antes de que otro lo haga por ti”.
Vamos entonces,
todos, a hacer política en Venezuela para constituir, de manera unitaria, una
alternativa de poder con una agenda de progreso y justicia social, con gente
preparada para reconstruir la patria, sin sectarismo ni pretensiones
hegemónicas de ningún tipo y con la mirada puesta en los ejemplos de sociedades
exitosas y no de este modelo fracasado del siglo XIX que se ha intentado
instaurar impertinentemente en nuestro siglo.
¿Por qué hablamos
de la impertinencia histórica del modelo de socialismo del siglo XXI? Porque los
comunistas creían, a pie juntillas, que su sistema se impondría inexorablemente
en todo el orbe, pues el materialismo histórico explicaba, de manera
determinista, que cada sistema económico de la humanidad duraba menos que el
anterior y debido al cambio de manos de la propiedad de los medios de
producción, harían que el capitalismo fracasara y, más temprano que tarde, el
comunismo llegaría a todos los pueblos del mundo.
Afortunadamente,
sabemos que pasó exactamente lo contrario: que la poderosísima potencia que era
la URSS se desplomó sin disparar un solo tiro debido a que los seres humanos no
toleran por mucho tiempo que les conculquen la libertad. Que el culto pueblo
berlinés derrumbó el muro que lo separaba del resto de la Alemania desarrollada
y que los cubanos se exponen a los tiburones para atravesar el famoso “mar de
la felicidad” hacia Miami. Si la URSS aún existiera, si el muro de Berlín
hubiese caído para el otro lado y los cubanos que viven en Miami se montaran en
balsas para irse a Cuba, entonces, diríamos que el comunismo es viable y
pertinente, pero parece que ha ocurrido lo antagónico y diametralmente opuesto
y de eso se ha enterado todo el globo terráqueo… ¡menos los gobernantes de
Venezuela!
Hoy día no se debe
generalizar al utilizar el término “Tercer Mundo” para meter en un mismo saco
del subdesarrollo a todos sus integrantes. Venezuela, por ejemplo, aún está
sumergida en el subdesarrollo, porque no hemos imitado, en estos fatídicos 15
años, los ejemplos de naciones que han superado sus dificultades, que ayer eran
pobres y hoy no lo son, como Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong,
incluso de algunos otros sumergidos hasta hace muy poco en el comunismo más
ortodoxo como China o Vietnam u otros de población inmensa como la India o los
antiguos países de influencia soviética que estaban al Este de Europa como
Polonia, Estonia o la República Checa; o del lado occidental que también estaba
en el atraso y hoy lo superó como Irlanda. Incluso los casos de Chile, Costa
Rica o el Salvador, pequeños países de nuestro continente sin los recursos de
Venezuela.
¿Qué tienen en
común la economía de esas naciones? En primer lugar son países “captacapitales”
y no espantacapitales”. No ven la globalización como un riesgo sino como una
oportunidad de conquistar mercados. Buscan crear productos industriales de
valor agregado y ofrecer servicios con ventajas comparativas, en vez de
quedarse como simples vendedores de materias primas. Buscan ampararse en bloques
regionales o supranacionales cuyas ventajas comparativas les favorezcan, cada
vez más flexibles y abiertos al mundo como la Unión Europea o la Asociación de Naciones
del Sudeste Asiático. No como este gobierno que, estúpidamente, cambió todas
las ventajas del mercado andino por todas las desventajas comparativas que
tenemos con el Mercosur.
Ellos, los
exitosos, bajan las tasas impositivas y dan incentivos operativos a los
inversionistas extranjeros y nacionales. Aseguran flexibilidad laboral y
disminuyen trámites para el establecimiento de nuevas empresas industriales.
Y, sobre todo,
realizan grandes apuestas en el campo de la educación, la ciencia y la
tecnología, en los que la empresa privada juega un rol cada vez mayor, dado que
el conocimiento está destinado a ser la mayor fuente de riqueza en este nuevo
siglo.
En efecto, en el producto mundial el sector de los
servicios (donde la tecnología y, en general, la educación juegan un papel
capital) representa hoy el 68% por ciento; el sector industrial el 29% y las
materias primas sólo el 4%.
El ya citado
eminente intelectual Fernando De Los Ríos, líder fundamental del socialismo
español, concebía la educación como un «período singularmente propicio para
encender la emoción del respeto hacia la cultura en sí, hacer conocer los
contenidos de ésta y crear una capacidad de discernimiento mediante la cual sea
el propio individuo quien oriente su conciencia», es decir, cuando se es
institucionista y se desprecia la acción pedagógica dogmática como «una
modalidad del abuso de poder» (II, 116), y al mismo tiempo se establece con
toda contundencia que el sistema parlamentario de gobierno es condición
ineludible para el socialismo mismo, entonces el ideal socialista que se
propugna simplemente no se puede imponer: es necesario dejar que brote,
que se produzca por sí mismo, que fluya de los cauces procedimentales
alimentados por la reflexión de esos seres humanos dotados de autonomía y de
conciencia moral a través de una educación que no esté prejuiciada por el
dogmatismo del pensamiento único.
Mientras tanto en
nuestro país, se le niegan recursos a la
educación y no se privilegia la ciencia y la tecnología; sino que, por el
contrario, es un escándalo permanente la reiterada negativa de otorgar recursos
a las universidades autónomas y divisas a la industria manufacturera o a la
agroindustria para importar maquinarias, equipos y pagar proveedores para la
producción, mientras le otorgan todas las que quieran a los integrantes de la
mafia cívico-militar que controlan las importaciones de todo tipo.
La tragedia de
Venezuela es que a pesar de ser uno de los países de América Latina con mayores
ingresos, debido únicamente a su renta petrolera, estamos a la cola de nuestros
vecinos en materia de educación de calidad, a pesar de las demagógicas cifras gubernamentales
en contrario.
Esto debe ser
rectificado con urgencia por las fuerzas democráticas lideradas por AD. Esto
último no es una afirmación producto de un sectarismo irracional, sino del
conocimiento de que AD es un partido que desde su fundación se preocupó por la
educación, que al llevarla de manera gratuita a los hijos de los obreros y
campesinos creó la clase media más grande de América Latina. Por eso aspiramos
de nuevo alcanzar el poder, para seguir igualando a nuestros compatriotas hacia
arriba con la educación, la ciencia, la tecnología; y no cómo lo pretende hacer
éste régimen, al querer igualarnos hacia abajo en la ignorancia, la pobreza y
la miseria a imitación del régimen cubano.
Acción Democrática,
parece de Perogrullo decirlo, es un partido político con vocación de poder
demostrado en sus 73 años de historia. Hemos pasado por todas las experiencias
que se le pueden reclamar a un partido político en el mundo: nuestros padres
fundadores se formaron en las catacumbas de una oprobiosa dictadura que hizo
comenzar el siglo XX venezolano con 45 años de atraso. Nuestro accionar
político impidió, con la Revolución de Octubre de 1945, su continuismo al
derrocar el contubernio López-Medinista haciendo progresar a la Nación, en
democracia y libertad, contra quienes
quisieron darle largas a la participación del pueblo en su propio destino. Con
la Revolución de Octubre propiciamos las primeras elecciones universales,
directas y secretas de la historia de Venezuela, elegimos a Rómulo Gallegos
presidente de la República, aunque al poco tiempo fue derrocado por el
militarismo heredero de las tiranías.
Ello obligó al
partido del pueblo a pasar a otra forma de lucha: la clandestinidad, durante
los 10 largos años de la dictadura perezjimenista la que también se logró
defenestrar por la iniciativa de Acción Democrática, al convocar la unidad
nacional contra esa tiranía que desembocó en el glorioso día del 23 de enero de
1958, cuando pueblo y militares progresistas salieron a la calle a derrocar al
tirano. En esos diez años nuestros más importantes líderes fueron asesinados,
presos o exiliados, pero el partido mantuvo su mística indoblegable y su
esperanza intacta de retornar al poder.
En efecto, al ser
convocadas elecciones, después del derrocamiento de la mencionada tiranía, el
partido del pueblo volvió al poder con Rómulo Betancourt, quien tuvo que
soportar, combatir y derrotar, política y militarmente, a sectores de la
izquierda radical y la derecha extrema, quienes en matrimonio morganático
conspiraban contra la democracia recién estrenada en Venezuela. En esa lucha
también colaboró con responsabilidad y coraje patriótico, debemos reconocerlo,
el partido social cristiano Copei, en defensa de las instituciones que el
pueblo se dio en libérrimos comicios.
A partir de allí
ganamos elecciones con Raúl Leoni Otero, Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez
en dos oportunidades; y también perdimos otras con Gonzalo Barrios, Luis
Piñerúa y Claudio Fermín. Cuando fuimos gobierno construimos casi todo lo que
en materia de infraestructura existe en Venezuela y cuando fuimos oposición lo
hicimos con hidalguía para defender la democracia y sus instituciones.
La defenestración
de Carlos Andrés Pérez, por los hechos que todos conocemos y que no es el
propósito de este acto esclarecer, significó una derrota histórica para nuestra
organización y un descalabro que se acentuó con la llegada de Hugo Chávez al
poder, pues éste estaba empeñado en la desaparición de AD a sabiendas que era y
es el partido más y mejor compenetrado, social y políticamente, con el pueblo
llano venezolano.
Hugo Chávez
desgobernó a Venezuela durante 14 largos años, lo equivalente a casi tres
períodos presidenciales y recibió más de un millón de millones de dólares
durante su mandato, mientras se acrecentaban exponencialmente los problemas más
elementales y acuciantes para nuestros compatriotas y que todos conocemos.
Ahora, en la
gestión de Maduro todos esos problemas se han multiplicado, pero lo que nos
preocupa es que aún no se ha consolidado una alternativa de poder y AD no puede
continuar observando cómo se deteriora la MUD y se consume en diferencias
nimias o burocráticas, esperando se amalgame una unidad de siglas que, algunas
de las cuales, no le dicen nada o muy poco a la sociedad venezolana.
Esta es la
oportunidad de AD de salir a la calle con su propia política, respetando la
unidad sin perder nuestra fisonomía, sin complejos de ningún tipo, con toda esa
experiencia de luchas desde la clandestinidad, el gobierno o la oposición, para
recorrer a Venezuela con su tarjeta blanca y sus símbolos llamando a la unidad,
no de siglas, sino de propósitos de Estado.
Seguros estamos que
la mayoría de los partidos políticos integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática
nos acompañarán, pero lo más importante: los venezolanos abandonarán sus
temores, al ver a una Acción Democrática luchando en el medio de la arena de la
controversia política para convertirse en una real alternativa de poder y,
podamos así, salir de esta pesadilla que nadie quiere se prolongue en el
tiempo. De los adecos depende. AD nació, como dijera Rómulo Betancourt: para
hacer historia, pero fundamentalmente… ¡desde el poder!
En definitiva
queridos amigos: nosotros tenemos por delante el inmenso reto de devolverle la
libertad, la democracia, la modernidad y un futuro luminoso a nuestro pueblo,
pero hagámoslo siempre con alegría, con optimismo, porque a pesar de todos los
avatares que acontecen hoy en Venezuela, sigue existiendo un pueblo con valores
democráticos inoculados, en nuestro cuerpo social, por el ejemplo de nuestros
padres fundadores. El optimismo y la alegría siempre se han impuesto a la
tristeza y al pesimismo.
Les pongo dos
ejemplos de esta verdad inconmovible: el de Julius Fucik y el de nuestro
inolvidable poeta Andrés Eloy Blanco. Ambos, refiriéndose a la muerte, que
presume el momento del más elevado concepto de la tristeza y el pesimismo,
hacían sin embargo llamados a la alegría y a la lucha por la libertad y la justicia.
Jules Fucik, era un
joven periodista checoeslovaco, a quien las tropas de ocupación nazi lo
condenaron a muerte por pensar distinto y escribió un libro que fue sacado hoja
por hoja de la cárcel y publicado en 1945, adquiriendo resonancia internacional
y traducido a ochenta idiomas.
Lo tituló Reportaje
al Pie de la Horca, porque ya conocía su sentencia de muerte. Dejó este
testimonio para las mujeres y hombres que luchan en
todos los tiempos y lugares del mundo, diciendo: “Este es mi testamento para
vosotros, padre, madre y hermanas mías; para vosotros, compañeros; para todos
aquéllos a quienes he querido. Llorad un momento, si creéis que las lágrimas
borrarán el triste torbellino de la pena, pero no os lamentéis. He vivido para
la alegría y por la alegría muero. Agravio e injusticia sería colocar sobre mi
tumba un ángel de tristeza”.
Y Andrés Eloy
Blanco, nuestro querido compañero fundador de Acción Democrática y poeta del
pueblo venezolano, se expresa de modo parecido, al final de su famoso poema
“Cantos a los hijos en marcha” de esta manera:
Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero (...)
Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos...
Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero (...)
Si vienen mujeres, diles, sin sollozos:
-¡Si hablara, qué lindas cosas te diría!
Ábreme la herida, ciérrame los ojos...
Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba
Y un domingo, con sol afuera,
vengan la Madre y las Hermanas
y sonrían a la hermosa tumba
con nardos, violetas y helechos de agua
y hombres y mujeres del pueblo cercano
que digan mi nombre como de su casa
y alcen a los cielos cantos de victoria,
Madre, si me matan.
Así que adelante,
con alegría, sin exclusiones de ningún tipo, sin odios raciales, políticos o
ideológicos, que el futuro le pertenece a esta generación que jamás tolerará el
pensamiento único. ¡Lo que nosotros nos neguemos hacer nadie podrá hacerlo, pero lo
que nosotros nos propongamos hacer nadie tendrá el suficiente poder para
evitarlo!
Vamos a salir de
esta pesadilla. Mantengamos la unidad democrática, vayamos unidos a las
parlamentarias y ya ustedes verán que a partir de ese glamoroso triunfo,
veremos con claridad la verdadera salida que reclama toda Venezuela: la de un
nuevo gobierno sin exclusiones de ningún tipo, que abra las puertas de nuestro
país para que regresen los capitales huidizos que le temen a la inseguridad jurídica
y económica, pero sobre todo para que regresen nuestros muchachos, los
profesionales mejor formados de América Latina, para que vengan de regreso a su
patria, a ayudarnos a la inmensa y noble tarea de reconstruir a Venezuela,
desde el poder, donde Acción Democrática no será bisagra, sino timonel de los
nuevos tiempos.
Señoras y
señores.
Discurso en Concejo Municipal de El Hatillo, Edo Miranda, Jueves 18 de Septiembre de 2014 -: 73 aniversario de AD
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