El pasado 20 de mayo,
conmemoramos 62 años de la despedida de este mundo, de un demócrata que tocó
las fibras del pueblo adeco de la clandestinidad, bajo el terror de la lucha
durante el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Un cáncer se lo
llevaría, después de un largo padecimiento tras las rejas en la Penitenciaría
General de Venezuela, en San Juan de Los Morros.
El trabajo oculto y la
organización de la actividad política en 1953, impedía el “vedetismo” al que
solemos asistir en el momento actual de la patria. En aquéllos tiempos, ni
redes sociales ni “community managers”, dirigían la escena política nacional.
El medio de lucha implicaba, el contacto directo y el estímulo a los conciudadanos,
a los demócratas que vivían el constante terror de la “violencia de Estado”
ejercida por la dictadura perezjimenista.
Hombres como Carnevali y Ruíz Pineda, llevaron adelante una importante labor de lucha. Tocó a
Carnevali sustituir en la Secretaría General del clandestino partido Acción
Democrática, tras el asesinato de Ruíz Pineda en Caracas, por los esbirros de
la Seguridad Nacional.
Carnevali se consagró a
animar a sus compañeros en Acción Democrática, organización política que era
vapuleada por la muerte, la prisión y el exilio de muchos de sus dirigentes, en
aquellos crueles meses en los que la dictadura incrementó la represión y se
desvela ante el mundo como tal, tras desconocer el resultado adverso de las
elecciones de 1952. Comienza así un gobierno ilegítimo, que desconoce a los
partidos políticos y usa a los cuerpos militares para vigilar, cercar y
reprimir toda “actividad subversiva” dentro del país.
El 26 de julio de 1951,
debido a una acción organizada de militantes de AD, aumenta el prestigio de
Carnevali pues logra escapar del Puesto de Socorro ubicado en la esquina de
Salas, en Caracas, donde lo habían llevado los esbirros de la dictadura para
revisarle de unas afecciones de salud que le aquejaban. Con esta fuga,
Carnevali logra levantar el ánimo a sus compañeros dentro del ilegalizado AD, y
da un duro golpe al aparato represor de Pérez Jiménez.
Los sucesivos
padecimientos que le producía el cáncer, menoscabaron sus desplazamientos por
el país. En prisión donde lo mantenía la dictadura, se empeoraría su
enfermedad, lejos de la ciudad y sin atención médica, lo que le produjo la
muerte en 1953.
Quiero dedicar estas
breves líneas a este merideño ejemplar, abogado y político venezolano, que nos
enseñó con su vida y actuar el valor de los ideales por el bien común, por la
paz y las libertades ciudadanas.
De igual forma, quiero
acercarme en solidaridad por todos los que, en cualquier parte de Latinoamérica
o Venezuela, se sienten oprimidos o vejados, salvando las distancias, por la
lucha por sus derechos y libertades.
En tiempos de
dificultad, sólo la unidad permite ubicar el rumbo a seguir ante la debacle.
Junto a Mons. Romero,
mártir de los pobres de El Salvador, nos unimos en silencio y respeto, por la
lucha solitaria y recia, de las mujeres y hombres que ofrendaron sus vidas por
nuestra tierra.
Fuente:
http://acciondemocratica.org.ve/adport/rafael-martinez-nestares-alberto-carnevali/#sthash.yVqvv6sN.dpuf
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