Discurso del presidente de Venezuela en Agosto de 1975 por la Nacionalización de los hidrocarburos.
"El
Nacionalismo de hoy no es una aventura retórica sino el modo de
concebir y de realizar una política del país y para los venezolanos
dentro del común contexto de intereses latinoamericano"
"Venezolanas, Venezolanos:
El 6 de diciembre de 1974, desde este Santuario de la Patria, anuncié a la Nación la Promulgación del Decreto mediante el cual se reservó al Estado la Industria de la explotación del mineral del
hierro y se declararon extinguidas las concesiones a partir del lo de
enero de 1975. Abierta como hoy el Arca y en exposición del Acta
original de nuestra Independencia, para ratificar la decisión libertaria
de los Próceres que fundaron la República.
En este día, que incorporamos a la historia de las grandes fechas
nacionales, hemos puesto el Ejecútese a la Ley que reserva al Estado la
Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Decisión que es fruto de
un consenso resultante de un largo proceso de afirmación nacionalista y
de maduración de la conciencia nacional. Culmina así una etapa que
define los nuevos rumbos de Venezuela.
La Nación entera comparte este gran momento. Como jefe del Estado soy
el afortunado intérprete y ejecutor de esta voluntad de todo el pueblo
de Venezuela. América Latina y todos los países víctimas del
totalitarismo económico de las grandes naciones industrializadas, nos
acompañan y celebran con nosotros este paso de audacia y serena
responsabilidad. Porque está enmarcado dentro de la coyuntura histórica
de las reivindicaciones fundamentales del Tercer Mundo.
El 12 de marzo de 1974, al prestar juramento ante el Congreso de la
República para ejercer la Presidencia de Venezuela que puso en mis
manos la generosidad del pueblo, dije estas palabras que hoy adquieren
significación de compromiso cumplido:
«Esta década de los años 70 será la de los grandes logros para
Venezuela y la América Latina. Aquí en este Congreso, en diciembre de
1970 encendió su llama reivindicatoria el Petróleo. Recuperamos el
manejo de los precios de nuestra riqueza fundamental. Venezuela tiene
ahora la oportunidad de ofrecer a la América Latina, con el soporte del
petróleo, colaboración eficaz para llevar adelante la lucha común por
el desarrollo independiente, precios dignos para las materias primas y
participación justa y de equilibrio en el comercio mundial».
«El Nacionalismo de hoy no es una aventura retórica sino el modo de
concebir y de realizar una política del país y para los venezolanos
dentro del común contexto de intereses latinoamericanos».
«Vamos a realizar la vieja aspiración de nuestro pueblo de que el
petróleo sea venezolano. Diferentes dispositivos legales existen que
garantizan la reversión pero hoy vemos la conveniencia de adelantar el
proceso para fijar de una vez la nueva política petrolera nacional y
nacionalista. Ante el país debemos discutirla y aprobarla. Será el
Congreso Nacional quien diga la última palabra, pero no por ejercicio de
simple mayoría parlamentaria sino en nombre y por decisión de la
Nación entera».
«Más que una nueva Ley se requiere el acuerdo de los venezolanos sobre
lo que podemos y debemos hacer para cumplir con este mandato singular y
único que nos entrega la historia. Ningún dogmatismo cegará la
política petrolera del Gobierno que hoy se inicia. Entiendo que la
nacionalización del petróleo no es capítulo de la retórica sino un plan
de acción. Mientras más suave sea el tono de la voz que usemos más
fácil será oírnos y entendernos. Si gritamos corremos el riesgo de dar
resonancias diferentes que nos alejen o confundan las metas que
buscamos».
«Procederé a designar una amplia Comisión, integrada por personeros
representativos de la vida nacional, que asesore al Gobierno en el
estudio de las alternativas que habremos de examinar para ser sometidas a
la consideración de este Soberano Congreso. De esta manera aspiro a
procurar eficazmente el concurso de todos los venezolanos en la búsqueda
del consenso mayor que sea posible para las trascendentales decisiones
que nos corresponderá adoptar».
Diez días después, el 22 de marzo del mismo año de 1974, dicté el
Decreto mediante el cual se creó la Comisión Presidencial para asesorar
al Gobierno en el estudio de todo lo relativo a las medidas a tomar
para asumir el control de la exploración, explotación, manufactura,
refinación, transporte y mercadeo de los hidrocarburos. Y al recibir el
juramento de sus integrantes, dije:
«La empresa que nos proponemos es de dimensiones colosales para
lo que es y tiene que ser Venezuela. Requiere la unión de la voluntad
de todos los venezolanos No se trata sólo de decisiones del Gobierno.
Tampoco del proceso jurídico y práctico para el traspaso de la propiedad
de la industria. Más allá nos espera la responsabilidad auténtica para
la conducción eficiente de una industria que se mueve en parámetros no
manejados jamás por venezolanos, con una estructura estatal que re '
conocemos ineficiente y pesada; y lamentablemente con escasa conciencia
del espíritu público necesario y condicionante para asumir la
conducción del destino petrolero nacional».
«Todas las previsiones serán adoptadas para no comprometer con
apresuramientos y actitudes desordenadas o demagógicas el destino
nacional. Se hace necesario consultar y buscar el acuerdo de todos para
que cada quien se sienta identificado y solidario. Requerimos también
de la experiencia de los países de la OPEP, de los europeos y
latinoamericanos que hayan creado y desarrollado entes estatales que
operan su industria petrolera. Buscaremos un asesoramiento. Venezuela
tiene que aprender de todos ellos. En la vida de los hombres de los
pueblos las lecciones se aprenden del error y del acierto».
El 23 de diciembre de 1974 al recibir el Informe de la Comisión
Presidencial y agradecer sus servicios en nombre de la República dije lo
que sigue:
«Estoy plenamente seguro de que luego del estudio que se hará del
Informe que recibo, presentaremos al Congreso un Proyecto de Ley
seguramente muy similar o igual al que hoy se nos entrega a nuestra
consideración».
Todos estos propósitos se han cumplido. Y en este acto que acabamos de
realizar ante la más calificada representación de los Poderes Públicos y
de toda la colectividad nacional, se ha dado vigencia al dispositivo
legal que pone en nuestras manos las decisiones fundamentales para
tomar posesión integral de la Industria y el Comercio de los
Hidrocarburos el lo de enero de 1976, como ya lo hicimos el lo de enero
de 1975 con el Hierro.
El Pueblo de Venezuela ha decidido ser sujeto de su propia historia. Ha
hecho realidad la voluntad unánime de tener el control soberano de sus
riquezas naturales. Represento en esta solemne oportunidad, más que en
cualquier otra, a la Nación entera. A quienes respaldaron y a quienes
circunstancialmente pudieron estar en desacuerdo con algún aspecto de
la decisión que hemos tomado. Ninguna divergencia puede apartarnos de
esta responsabilidad común que compromete a todos los venezolanos.
?Con interés y afirmativa preocupación seguimos en el curso de estos
meses las apasionadas controversias que el Proyecto de Ley presentado
por el Ejecutivo Nacional provocó entre los diversos grupos políticos
que conforman el Congreso de la República, También los comentarios y
polémicas que suscitó en el seno de la colectividad nacional, expresada
por conducto de los medios de comunicación social. Podemos afirmar con
patriótica satisfacción que la integración y las discusiones en el
seno de la Comisión Presidencial que agrupó las más disímiles
expresiones ideológicas del país, y los debates en las Cámaras
Legislativas con todo lo ardorosos y contradictorios que pudieron ser,
contribuyeron a la conformación de ese consenso indispensable que
propuse al país el día de mi Toma de Posesión y que hoy se manifiesta en
la adhesión solidaria de todo el pueblo.
No hay divergencia entre los venezolanos en cuanto a que es el momento y
la oportunidad irrenunciable para tornar el control integral de la
Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Las divergencias,
inevitables y hasta necesarias, se explican en los diversos criterios en
cuanto a la forma o medios para llegar al objetivo supremo de la
nacionalización de nuestro petróleo. No contiene la Ley que acabamos de
promulgar ninguna norma o concepto que contradiga a mediatice
principios nacionalistas ni fundamentales intereses de Venezuela y de
los venezolanos. Respeto profundamente las opiniones adversas y las
dudas y hasta recelos que puedan albergar sectores políticos en cuanto a
la forma y manera como administrará las normas legales contenidas en
la Ley el Ejecutivo Nacional que presido. Aun cuando imposible es
olvidar que aquellas decisiones que puedan involucrar peligrosas
desviaciones en el proceso nacionalizador estarán sometidas a la previa
aprobación de las Cámaras del Congreso en sesión conjunta, acepto la
responsabilidad plena que me corresponde para demostrar en los hechos y
actuaciones como no se desviarán ni un milímetro los objetivos
esenciales que busca y ha obtenido Venezuela con la, nacionalización de
su Hierro y su Petróleo.
El disentimiento en torno a las modalidades de la Ley pudo
producirse de manera franca y abierta. Así lo deseábamos y lo
propusimos. Pero por encima de esa controversia pasajera, a mis
compatriotas los anima y los conduce noción clara de que las áreas que
afectan la soberanía nacional requieren un país unido, sólida y
activamente consciente de sus responsabilidades.
Seguro como estoy de la firmeza y de la energía creadora que pondrá mi
Gobierno en el éxito de la gran empresa que hoy iniciamos para
conquistar nuestra liberación económica, no temo ni vacilo ante el
compromiso que desde hoy asumo en representación de la República. Los
hechos serán quienes se encarguen de despejar el horizonte
irreversiblemente abierto hacia la conquista de la Gran Venezuela que
nos haga auténticos dueños de nuestro destino. Es mi obligación de
gobernante democrático recibir y entender las opiniones adversas como
estímulos y anticipados alertas de que hay una Nación en pie y vigilante
para seguir los pasos que el Gobierno tendrá que dar para afirmar esta
trascendente y definitiva decisión que abre los caminos a la nueva
Venezuela. Porque este acto de soberanía, que con unánime emoción
realizamos los venezolanos, es también o debe ser un acto de voluntad
creadora. Compromete nuestra madurez y la capacidad para conducirnos
como pueblo adulto que ya no va a recibir más los fáciles beneficios de
la renta del Petróleo ajeno, sino que va a crear con esfuerzo propio su
riqueza y el bienestar para todos los venezolanos.
Sin complejos, con valiente audacia, vamos a emprender la tarea
definitiva. Hemos asumido la decisión sin sujetarnos a dogmas políticos
ni a intereses estratégicos de potencias continentales o
extracontinentales. Hemos creado nuestro propio camino. Vamos a realizar
una nacionalización sin aventuras, reflejo de una Nación madura,
seria, reflexiva y racional que de ninguna manera permitirá que el
petróleo sea instrumento de subordinación o dependencia ni medio de
agresión o de perturbación internacional.
El Hierro y el Petróleo definitivamente en manos nuestras, nos obligan a
asumir las más exigentes responsabilidades en el camino hacia la
liberación económica de la América Latina. Nuestra conducta se enmarca
dentro del sistema político de la democracia representativa que el
pueblo se dio en la Constitución, Nacional el año de 1961. La historia
contará esta proeza de una Nación en desarrollo que regida por un
sistema constitucional democrático, tomó en sus manos las industrias
básicas sin arrebatos retaliadores para reivindicar los derechos de
Venezuela con reflexiva inteligencia creadora. No hemos copiado a nadie
métodos o procedimientos para realizar nuestra revolución democrática y
nacionalista. Hemos desarrollado nuestros propios mecanismos jurídicos
sin hacer concesiones ni maltratar nuestra dignidad de país libre, sin
menoscabar los derechos soberanos de la Nación.
Tenemos conciencia de que las decisiones que de ahora en adelante tomemos afectarán al país entero.
Sé que cuento con la solidaridad de los venezolanos por sobre las
divergencias en torno a la Ley que hoy promulgamos. No defraudaré ese
consenso y tranquilos pueden quedar quienes creyeron ver en las
previsiones de la Ley atajos abiertos para la mediatización de nuestra
soberanía o para el sumiso plegamiento a los intereses extranacionales
que han venido explotando nuestros recursos naturales. La firme, honesta
y gallarda posición de Venezuela interesa no sólo a nuestro pueblo
sino a la América Latina entera y a los países del Tercer Mundo, en esa
vasta área de entendimiento y de compromiso de la cual formamos parte.
. La Soberanía nacionalista de Venezuela se ha venido expresando plena y
sincera, sin hostilidades, en busca de la cooperación, el
entendimiento y la, amistad entre Gobiernos y Países. Estamos dando
ejemplo de un nuevo concepto de solidaridad internacional que es a la
vez expresión de repudio a todas las formas de explotación y de
humillaciones que han sufrido nuestros pueblos.
El petróleo es hoy un problema económico y político mundial que
involucra a Venezuela en una política exterior cada vez más exigente. Es
el instrumento en manos de países del Tercer Mundo, los Miembros de la
OPEP, para llevar a las naciones industrializadas al diálogo y a la
comprensión que haga posible la creación de un nuevo orden económico
mundial. Venezuela es actora y solidaria plena de esta controversia por
la justicia internacional. Además de atender a sus particulares y
obligantes compromisos de colaboración con las naciones hermanas de la
América Latina.
Venezuela está frente a su gran destino. Tenemos conciencia de que está
cambiando el rumbo del país. Nos hemos apartado de la rutina del
conformismo. Hemos ido al fondo de nuestros problemas y estamos
aprendiendo a convivir con los riesgos que conlleva una conducta
independiente y soberana. Tanto el sector público como el sector
privado, todos los venezolanos, deben tener conciencia de los serios
peligros a que nos exponemos por las decisiones adoptadas. Así
valoraremos nuestras fuerzas espirituales, la capacidad para la acción y
mediremos nuestra decisión de afrontar las complejas tareas que nos
esperan.
La primera victoria en el empeño común ha de ser la del optimismo sobre
el pesimismo. Sociólogos de ayer pretendieron condenarnos a ser
gobernados por dictaduras, desconociéndonos calidad o condiciones para
los ejercicios de la democracia. Hoy no faltan las voces que pregonen
una supuesta incapacidad nacional para manejar el petróleo.
El pueblo venezolano ha demostrado la falacia de aquellas afirmaciones
de los sociólogos y predicadores del pesimismo. Los venezolanos hemos
acometido a lo largo de la historia, grandes empresas; y en los últimos
años, precisamente desde que la democracia gobierna al país, la
juventud venezolana se ha adentrado masiva y resueltamente en los
campos de 11 ciencia y la tecnología como para que hoy podamos afirmar
que en las empresas petroleras, técnicos venezolanos y Ejecutivos
venezolanos, son garantía plena para asegurar eficiencia y continuidad
en el manejo de la empresa nacionalizada, sin que esto quiera decir que
no valoremos en cuanto vale la colaboración de los técnicos
extranjeros y mucho menos que neguemos nuestra dependencia tecnológica
que habremos de vencer como hemos superado ya otros obstáculos para
nuestro desarrollo independiente.
Las decisiones que hemos asumido comprometen por muchos años el
esfuerzo nacional. El privilegio de mi Gobierno es el de haber iniciado
esta radical y profunda transformación del país. Mi mérito será apenas
el de haber dado comienzo a estas grandes tareas nacionales, de
ponerlas en marcha, y me cuidaré de que por mi culpa y responsabilidad
no se menoscabe ningún alto propósito de la Nación venezolana. Se trata
de afirmar la fe de los venezolanos en nuestra capacidad para asumir
responsabilidades que hasta ayer, resignados, dejamos en manos de los
países que han explotado nuestras riquezas.
?En este momento de la patria los venezolanos estamos frente a la
construcción del futuro nacional. El éxito o el fracaso no lo serán el
de un Gobierno sino el de la Nación misma. Hemos renunciado a vivir de
la fácil riqueza a que nos había acostumbrado el facilismo petrolero.
Esta es la cuestión trascendental que debe unirnos. No puede ser objeto
de controversia de los partidos ni de confrontación alguna entre
diversos factores de la colectividad. Debe ser acción común. Compromete
el porvenir de la República. Construir su futuro es nuestra tarea.
165 años después de la fundación de la República, obligados estamos a
aprender la dolorosa lección de nuestra existencia. Reyertas
partidistas y rivalidades personalistas son las culpables de las
frustraciones nacionales. En el desprendimiento, en la humildad
republicana, en la honestidad y en el coraje para hacer nuestro destino
se cifra la esperanza venezolana. Administrar los recursos materiales
requiere antes que todo visión para valorar y descubrir los grandes
objetivos del país. Los caminos son difíciles y riesgosos. Para espantar
los medios requerimos de profundas convicciones que empeñen nuestro
esfuerzo y nuestra voluntad en la culminación de estas grandes
decisiones nacionales.
El Gobierno no sólo está atento a los problemas de la economía. Sabe y
entiende que otros valores, esenciales y determinantes, deben
conjugarse con aquello si se quiere realmente hacer de Venezuela una
patria soberana.
Esta mañana promulgué la Ley Nacional de la Cultura. Iniciativa y
compromiso de mi campaña electoral que se hermana en su grandeza con
esta otra de la nacionalización del petróleo. La historia nos demuestra
que los pueblos que realizan su destino y afirman su propia
personalidad colectiva, son aquellos que han dejado huella permanente
en la cultura. Son los pueblos creativos quienes son capaces de
conducir su propio destino. La literatura, la pintura, la música, el
teatro, e¡ cine y todos los otros, medios de comunicación del espíritu
humano, constituyen la infraestructura esencial de un nacionalismo
auténtico.
Mi Gobierno ha demostrado ciertamente, con manifestaciones concretas,
su interés por la cultura como fundamento y raíz de la revolución
democrática que impulsa. Hoy quiero unir al júbilo nacional por la
nacionalización del petróleo a los artistas, a los intelectuales,
entregándoles la Ley de la Cultura, anunciándoles igualmente que el 5%
de las becas Gran Mariscal de Ayacucho se dedicará al estudio de las
artes y humanidades, lo que no disminuirá el número de técnicos pero sí
afirmará el propósito nacional de construir un país . inspirado y
orientado por el humanismo democrático que atiende a los valores del
espíritu para servir al hombre y a la mujer venezolanos.
Puede Venezuela enfrentar hoy este gran reto con su destino, porque
hemos logrado en los últimos años construir una democracia capaz de
tomar estas trascendentales decisiones. Hemos adquirido madurez para
estar seguros de la capacidad del pueblo venezolano. Es obra de todos.
Ningún grupo o partido puede arrogarse como victoria suya lo que hoy
podemos hacer como expresión de voluntad colectiva.
?Ya se ha dicho todo sobre la historia de nuestro petróleo, sobre la
continuidad del proceso que hoy culmina, sobre la participación de
muchos venezolanos, de todas sus fuerzas políticas en la conquista de
esta suprema reivindicación. Ya se han examinado con rigurosa y
apasionada crítica las normas que constituyen la Ley que reserva al
Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. Venezuela entera
está advertida de riesgos y peligros. Los partidos de oposición han
alertado sobre sus recelos o suspicacias, la Nación entera ha estado
atenta al gran debate de nuestro tiempo histórico. Ahora llegó el
momento de la acción. Estoy seguro, y así lo afirmo con honda
satisfacción, que quienes han expresado esos recelos y esas dudas
absolverán con júbilo sincero al Gobierno que presido cuando demuestre
en los hechos y con su conducta clara y honesta que no habrá rumbo que
se tuerza en sus manos para emprender y consolidar esta etapa inicial
que afirmará el futuro independiente de Venezuela. No escapa a mis
compatriotas que si el éxito nos acompaña, será el triunfo de toda la
Nación, de todos los sectores de la colectividad, será la propia
consagración de nuestro sistema democrático y de los partidos políticos
que lo sustentan. Oportuna es también la observación de que, en cambio,
si la mediatización del esfuerzo o el fracaso del propósito pudiera
ser resultante inmediata del acto que hoy estamos solemnemente
protocolizando, será mi Gobierno el responsable fundamental. No puede
ocultárseme esta realidad y a plena conciencia acepto la responsabilidad
que me incumbe. Sólo pido confianza y respaldo, condicionado al juicio
previo sobre las decisiones que me corresponderá adoptar dentro del
Gobierno de la República como su jefe de Estado.
En esta etapa que iniciamos todos los venezolanos estamos igualmente
comprometidos. Se trata de la creación de nuestras propias riquezas.
Sólo podremos lograrlo si se crea y fortalece esa conciencia colectiva
que estoy reclamando. Esta tarea exige trabajo y exige sacrificios. Al
independizar la industria petrolera de manos extranjeras nos hacemos a
nosotros mismos más dependientes del petróleo. Si no somos capaces de
crear sólida base económica a partir de nuestros recursos naturales,
habremos traicionado el sentido profundo de este acto histórico.
Hemos adquirido nuevas y definitivas responsabilidades. Los Partidos
Políticos, los Empresarios y los Trabajadores, los venezolanos todos, y
los extranjeros que con nosotros conviven y contribuyen al esfuerzo
nacional del desarrollo, deberemos poner el mayor empeño en la creación
de una riqueza permanente. Es la oportunidad de Venezuela frente a su
gran destino para consolidarse como Nación libre y justa.
Con clara conciencia de todos estos factores hemos planificado
cuidadosamente el traspaso a manos nacionales de la administración de la
industria petrolera. Sobre la tinta fresca de la promulgación de la
Ley dictaremos el Decreto de creación de la Empresa Petróleos de Venezuela que
tendrá a su cargo la ejecución de la política del Estado y a la cual
corresponderá planificar, coordinar, supervisar y controlar las
actividades de las empresas operadoras de la Industria Petrolera
Nacional. Apenas nos entregue la Comisión Delegada del Congreso
Nacional los nombres de sus representantes, será designada la Comisión
Supervisora de la Industria y del Comercio de los Hidrocarburos,
adscrita al Ministerio de Minas para fiscalizar desde ahora hasta el 31
de diciembre todas las actividades de los Consorcios internacionales.
Durante los próximos 45 días trataremos de concretar fórmulas de
avenimiento con respecto a la indemnización que corresponde a los
concesionarios de acuerdo con los términos de la Ley, que serán
previamente conocidas y aprobadas por el Congreso Nacional. Y de no
lograrse el avenimiento, no vacilaremos un momento para entregar a la
Corte Suprema de justicia la decisión sobre el monto de la
indemnización.
Ratifico en esta hora de resonancia histórica que Petróleos de
Venezuela será una Empresa al margen de las contingencias de la vida
política nacional. Se regirá por los intereses globales de la Nación sin
tomar en cuenta, situaciones pasajeras o intereses particulares.
Mañana se conocerán los nombres de los honestos e ilustres venezolanos
que integran el equipo.
Desde este mismo sitio, el 5 de julio, en el Mensaje a los venezolanos
expliqué con pormenores y detalles los mecanismos operativos de la
Empresa Petrolera Nacional, ahora concretados en los instrumentos
legales aprobados por el Congreso y por el Consejo de Ministros.
La política conservacionista que ha caracterizado la acción oficial
sobre los recursos naturales renovables y no renovables, se mantendrá
firme y activa sobre los hidrocarburos. Reafirmo la determinación que
adopté al iniciar el Gobierno, de no continuar los estudios para
instalar plantas de gas licuado para la exportación. El gas será para la
industrialización nacional, gran reserva para el porvenir vigoroso de
la industria petroquímica venezolana. En año y medio de acción
administrativa hemos disminuido radicalmente la relación gas desperdi
ciado-petróleo y se está usando el 98% del gas asociado-producto.
Puede Venezuela estar confiada y segura en que iodo está preparado para
esta nueva etapa de la vida nacional. Ahora sólo nos queda llevar a la
realidad el propósito de hacer de la industria petrolera ejemplo de
seriedad y eficiencia para asegurar y acelerar el desarrollo
independiente. Requisito indispensable será la cooperación de todos con
trabajo, con vigilancia y con esfuerzo colectivos.
Venezolanas, Venezolanos:
No debemos olvidar en la euforia de este gran momento nacional que el
camino de nuestra independencia, económica recién se comienza. Será
tarea cotidiana sin complacencias ni complicidades. Ahora no tendremos
excusas para nuestros fracasos. La tarea es absolutamente nuestra y la
riqueza que podamos crear será obra nuestra. Pero también ahora seremos
responsables o culpables de la miseria de nuestros niños, del abandono
de nuestros cultivos y del desamparo de nuestro hogares.
El esfuerzo nacional supone y exige la formación de una masa
trabajadora consciente de sus derechos. Fuerza social que para ser fiel a
sí misma no puede permitir que el producto de la riqueza nacional se
concentre en pocas manos o sea derrochado por el Estado. Tampoco
permitir que existan privilegiados entre los trabajadores. Debemos
establecer desde ahora, por encima de intereses particulares, las
condiciones, para que la nuestra sea una sociedad verdaderamente justa,
de todos los venezolanos.
Por lo que respecta a las prestaciones sociales de los trabajadores,
señaladas en la legislación laboral y la contratación colectiva, ellas
deberán ser depositadas en el Banco Central de Venezuela dentro de los
quince días siguientes al día de hoy, calculadas sobre la base del
salarlo del trabajador para la fecha en que se extingan las
concesiones. Continuarán en vigor, sin embargo, los fideicomisos
constituidos conforme a la Ley del Trabajo recientemente modificada o
los planes establecidos de común acuerdo entre los concesionarios y sus
trabajadores para el momento de la promulgación de la Ley. Interesa
destacar en este punto que, conforme a lo dispuesto en la Ley que hoy
se promulga, la sustitución de patrono que ha de producirse no afecta
la continuidad de la relación laboral.
Cabe señalar que no conviene ni a los intereses del país, ni a los de
las empresas estatales encargadas de administrar la industria
nacionalizada, ni a los propios trabajadores en general, que el
Ejecutivo Nacional proceda a la entrega de las casas que habitan algunos
de los trabajadores, antes de estudiar a fondo el problema y de poner
en marcha un plan de vivienda que abarque a todos los trabajadores de
la industria. De lo contrario ello constituiría una marcada injusticia
con los demás trabajadores, de paralelos méritos, y crearía serios
problemas a las empresas estatales.
El orden económico que hizo posible la explotación de los recursos
naturales de los países pobres llega a su término. Los pueblos del
Tercer Mundo ya no están dispuestos a permitir que se le paguen precios
viles por sus materias primas. Se ha proclamado un nuevo orden
económico internacional. Los países industriales, entre tanto, viven
una crisis de malos entendidos que no les permite aceptar que los
países explotados asuman la defensa activa de sus propios intereses y
tomen sus propias decisiones.
A los compatriotas latinoamericanos quiero unir en este mensaje a los
Venezolanos. Quiero decir con fe y optimismo en el destino de
Venezuela, como dijo el Libertador Bolívar en el Congreso de Angostura:
«Sólo la democracia es susceptible de una absoluta libertad». Para
responder la pregunta que se hace a continuación: «¿Pero cuál es el
Gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad y
permanencia?». La duda del Padre Libertador es la que hoy los
venezolanos vamos a despejar en su patria, para ejemplo y continuidad de
su obra. Es nuestro empeño lograr un Gobierno democrático poderoso,
próspero y permanente para todos los pueblos de la América Latina.
El petróleo es nuestro y está en nuestras manos la posibilidad de
demostrar que somos capaces de manejarlo, que podemos confiar en
nosotros mismos, que será herramienta de desarrollo democrático, de
justicia social.
El petróleo venezolano ha de ser instrumento de integración
latinoamericana, factor de seguridad mundial, de progreso humano, de
justicia internacional y de equilibrada interdependencia económica. Ha
de ser también un símbolo de la independencia de Venezuela, de la
voluntad nacional y una afirmación de su capacidad creadora como pueblo y
como nación. El petróleo venezolano es un encuentro con nuestro
destino. Ningún sitio mejor para expresarlo que en presencia de Simón
Bolívar quien nos enseñó a creer en nuestro pueblo y supo luchar para
demostrar de lo que somos capaces.
A mitad de ese camino ratifiquemos una vez más nuestro propósito
irrevocable de demostrar que sólo una sociedad justa es posible dentro
del respeto a la libertad humana. Comprometidos, sin posibilidad de
retroceso, en la grandiosa obra de dar los pasos iniciales de la
liberación económica de Venezuela, invito a mis compatriotas a realizar
la tarea que es de todos.
¡¡MANOS A LA OBRA!!"
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