Discurso de Rómulo Betancourt en la sesión inaugural de la II Conferencia de la OPEP, en Caracas, en el marco de una política de defensa de nuestra principal materia prima, el 16 de enero de 1961:
“Nuestro petróleo, materia internacional”
Rómulo A. Betancourt:
Esta reunión es la segunda que realizan los representantes oficiales de determinados países Meso-orientales y de Venezuela para coordinar una política común petrolera.
El
miércoles 14 de septiembre de 1960 se firmó en Bagdad el acuerdo que creó la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Diez días más tarde el
acuerdo fue publicado oficialmente en Bagdad y, simultáneamente, en Teherán,
Kuwait, Ryad y Caracas; así quedó constituido un verdadero compacto
internacional del petróleo. Como consta de las resoluciones aprobadas en
Bagdad, el objetivo fundamental de la organización es la celebración de
consultas regulares entre sus miembros, con el objeto de coordinar y unificar
su política y determinar la actitud que deberían adoptar en defensa de precios
estables del petróleo, libres de toda fluctuación innecesaria, para lograr el
restablecimiento de los precios a los niveles prevalecientes antes de las
resoluciones y para asegurarse de que si apareciere alguna nueva circunstancia
que según las compañías explotadoras requiriese modificaciones de precio, éstas
entren en consulta con el miembro o los miembros afectados, para explicar
cabalmente las circunstancias.
El
desarrollo de la industria petrolera nos revela que siempre estuvo presente la
necesidad de establecer mecanismos reguladores de la producción. Si al
principio nació bajo el signo del trust, posteriormente la función reguladora
la comenzaron a ejercer, en Estados Unidos, las comisiones de coordinación de
los estados y, desbordando el ámbito local, se llegó al establecimiento de un
compacto nacional en ese país. El establecimiento de un compacto de los países
exportadores netos sigue la línea tradicional del desarrollo de la industria y
no debe sorprender a nadie.
Este compacto petrolero de Venezuela y del Medio
Oriente tiene significación singular dentro de la industria. Ello deriva de la
circunstancia de que los países ya integrados dentro de la organización tienen
un papel de gran importancia en el mercado mundial del petróleo, pues sus
exportaciones representan cerca del 90% del comercio internacional neto de este
producto.
El
petróleo es producto vital de la economía de nuestro tiempo. Para los países
subdesarrollados que lo producen es, además, fuente la más importante de
recursos para acelerar su desarrollo económico y social. "Por ello los
pueblos productores de petróleo no pueden proceder como quien está vendiendo a
precio de liquidación una riqueza cada día más valiosa porque aumentan y se
multiplican las posibilidades de consumo del combustible por excelencia de
nuestro tiempo", como tuve oportunidad de decirlo a los venezolanos, en
mensaje del pasado 10 de enero.
No se
trata de obstaculizar el abastecimiento de los mercados. Hay que atender
plenamente la creciente demanda mundial de petróleo; pero ello debe hacerse sin
deterioro de los precios de los países exportadores, y esto podría lograrse -de
acuerdo con el Párrafo III de la Resolución de Bagdad- a través "de la
regulación de la producción con la debida atención hacia los intereses de las
naciones productoras y de las consumidoras y a la necesidad de mejorar una
entrada estable a los países productores, un abastecimiento eficiente,
económico y regular de esta fuente de energía a las naciones consumidoras y una
justa ganancia para su capital de quienes invierten en la industria del petróleo".
La OPEP
aspira a consolidar una comunidad de intereses entre los países que son
exportadores netos, para que sea factible la realización de una política de
precios coherentes con esos principios. Rectitud de propósitos y procederes y
confianza mutua ha de guiar permanentemente la acción individual y conjunta de
sus miembros. Perseverantemente, como los que saben que se rigen no por
conveniencias mezquinas sino por los intereses vitales de sus pueblos.
Por ello
no se intenta establecer normas monopolistas por parte de la organización y
mucho menos antagonizar a los nuevos países productores, pero se ha de ser
firme en la defensa de los intereses de los países exportadores, cuya vida
económica en gran parte depende del petróleo.
Frente al
escepticismo de los interesados en el fracaso de la organización y de los que
no han comprendido plenamente las finalidades que se persiguen, la
organización, orientada rectamente, debe ser un nuevo ejemplo de la política de
cooperación internacional.
La
organización no estará dirigida contra las compañías productoras, que se
beneficiarán de los precios estables. Esperamos que una actitud comprensiva de
las compañías evite o suavice las diferencias que puedan producirse. Pero en
todo caso, la organización, como legítima representante de sus miembros, ha de
guiarse por el principio de que son superiores los intereses de los pueblos en
ella representados.
La
defensa de los precios de las materias primas que producimos es una exigencia
histórica. Desde la segunda guerra mundial son patentes los ejemplos de cómo la
caída de los precios de las materias primas ha alterado en forma desfavorable
los términos de intercambio de los países subdesarrollados.
Debemos
procurar elevar al máximum el rendimiento de los recursos que nos proporciona
el petróleo, es decir, vender al mejor precio dentro de lo razonable; pero, por
otra parte, invertir el producto lo mejor posible. En este sentido el esfuerzo
debe dirigirse a procurar una mejor diversificación de nuestras economías, única
base permanente de una mayor suma de bienestar para nuestros pueblos.
En el
país sede de esta importante reunión hemos seguido recientemente el ejemplo de
países productores de petróleo que han organizado su propia empresa estatal que
participar en la industria. Acerca de esa iniciativa del Gobierno le dije al
país en el ya citado mensaje del 10 de enero: "Venezuela ha crea¬do
recientemente su Corporación Venezolana del Petróleo, la cual no nace bajo el
signo de lo aventurero y de lo irresponsable, sino sobre base de seria
evalución de lo que en ese campo pueda y deba hacerse".
Y se
agregó, con el propósito de enmarcar, dentro de sus límites exactos la posición
oficial respecto a la industria, lo siguiente: "Hemos dicho, y aquí lo
ratifico, que dentro de nuestros planes inmediatos o lejanos no está el de la
nacionalización por decreto o por ley de las compañías y que conceptuamos que
la participación del Estado-empresa en el producido por la industria es
satisfactoria en los actuales momentos".
Mantenemos
una política de no expropiación de las compañías petroleras, pero también de no
otorgamiento de nuevas concesiones de viejo estilo, ya de difícil aceptación
por pueblos contratar con particulares servicios de exploración, explotación y
mercadeo de los crudos que pueden extraerse de las zonas a ella adscritas por
el Estado. Pero contratos de servicios y no concesiones de viejo estilo, ya de
difícil aceptación por pueblos que dejaron atrás su pasado semicolonial y
tienen hoy cabal conciencia del valor real de sus recursos naturales no
renovables.
Saludo a
nombre del Gobierno y pueblo de Venezuela a las demás nacio¬nes y gobiernos
aquí representados por tan distinguidas personas a quienes doy la bienvenida a
nuestra tierra. Vienen de meridianos muy alejados del ámbito físico de las
Américas. Pero a ellos nos une el interés común de unificar esfuerzos y de
compactar voluntades para extraer del jugo negro de nuestros suelos los mayores
beneficios para nuestros pueblos.
Sería
difícil concebir mejor base para promover el intercambio económico y el
acercamiento espiritual de las naciones aquí representadas.
Esta
reunión realizará una labor efectiva pero sin estar sus integrantes bajo la luz
intensa de los proyectores publicitarios. No nos interesan éxitos espectaculares,
sino el plasmar, tras quietas y laboriosas sesiones de trabajo, fórmulas
concretas encaminadas a impedir pugnas competitivas -a costa de los intereses
primordiales de los países exportadores- entre quienes producen y comercian con
petróleo con destino a los grandes centros industriales. A nada más y a nada
menos debemos y podemos aspirar como balance positivo de esta reunión de
Caracas, continuación de la ya realizada en Bagdad.
Estamos
conscientes de la gran responsabilidad que hemos asumido no sólo frente a
nuestros pueblos sino frente al mundo entero. Pero tenemos la seguridad de que,
conjugando la firmeza de propósito con la prudencia en la acción, lograremos el
éxito en nuestra común empresa.
Ojala que
nuestro petróleo, materia internacional por excelencia, y poderoso factor de
desarrollo, al continuar fluyendo hacia los diversos centros de consumo
contribuya a consolidar la paz universal basada en el progreso y la justicia.
Ese es nuestro voto y nuestra convicción.
ROMULO A.
BETANCOURT
Tomado de: -http://constitucionweb.blogspot.com/2010/07/discurso-de-betancourt-en-la-sesion.html
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