Las
reiteradas afirmaciones de algunos capitostes del régimen chavista, según las
cuales, no se debe sacar de la pobreza a las grandes mayorías, porque se
“pasan” a la contra revolución, provocarían risa si no fuera por la relevancia
política de quienes han formulado ese despropósito. Desde el inefable “monje”
Giordani, hasta el Ministro de Educación actual, han dicho cosas parecidas. Por
estar tan encumbrados en la “nomenklatura” oficial, dichos personajes, vale la
pena escudriñar un poco en esa distopía.
El desiderátum que proponen los
jerarcas del régimen es igualar hacia abajo a todos los venezolanos, con
excepción ¡obviamente! de quienes son los grandes beneficiarios de la chequera
petrolera, es decir, los mismos que proponen mantener en la miseria a la
mayoría para seguir dominándolos.
Desde los primeros pensadores del marxismo se ha
criticado las desviaciones “igualitarias” dentro del pensamiento
revolucionario. El mismísimo Mao, cuando presumía de teórico marxista, se
confrontaba con los soviéticos y quería diferenciarse de los planteamientos
“pequeñoburgueses” de algunos de los que osaban contradecirlo en el interior
del PCCH.
En efecto, “el gran timonel”, afirmaba tajante: “Es
preciso señalar no sólo que antes de la abolición del capitalismo, el
igualitarismo absoluto es una simple ilusión de campesinos y pequeños
propietarios, sino que además, la igualdad absoluta no podrá existir incluso
bajo el socialismo, ya que los bienes materiales serán distribuidos entonces
conforme al principio: “De cada uno, según su capacidad; a cada uno, según
su trabajo. Pero el irrazonable igualitarismo absoluto debe ser combatido
porque no responde a las necesidades de la lucha, y por el contrario, la
entorpece. Este principio es propio del socialismo, que es el estado de
transición al comunismo. En el comunismo el principio pasará a ser “De cada
uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.
Allí sí serían iguales, pero siempre con la manía comunista de “patear el mingo”
para alejarlo de la realidad y seguir creando la ilusión, la utopía…pero…bien
lejos.
Solamente en los países que lograron el desarrollo,
gracias a políticas socialdemócratas, se logró la igualdad de oportunidades
porque, por ejemplo, los países escandinavos lograron crear una inmensa clase
media con cada vez mayores estándares de calidad de vida. No otra cosa hicieron
los gobiernos de Acción Democrática, en Venezuela, al llevar educación gratuita
a los pobres para lograr su ascenso social a través de la educación y el
trabajo.
Eso no se logra en regímenes totalitarios, porque la
igualdad de oportunidades se puede conseguir en ambientes económicos que
propician la libre iniciativa, resguardan la propiedad privada y restringen el
tamaño y las funciones del Estado. Las utopías colectivistas, desde el
socialismo utópico de Louis Blanqui, hasta el comunismo soviético o cubano, han
vendido esas ilusiones a las masas y han terminado en una tremenda frustración
para los pobres, porque la igualdad es un simple enunciado que se estrella
contra la realidad de un funcionariado corrupto y corruptor, que se hace rico
mientras los demás están condenados a ser pobres porque “ser rico es malo”.
Si alguien duda de esta realidad, aquí esbozada, puede
preguntarle a la gente de “marea socialista” si ven mucha “igualdad”, entre,
por una parte: los jerarcas del régimen, la mafia importadora, los “bolichicos”
y, por la otra parte, al pueblo llano chavista que hace interminables colas en
los supermercados en labores de “bachaqueo” para el rebusque.
¿Son tan iguales los unos como los otros? La consigna
“justa” sería, entonces, ¡Camaradas: igualemos a todos hacia abajo, menos a
nosotros que… pa´ eso… ¡estamos mandando!
@EcarriB
Tomado de: -http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-igualemos-a-todos-menos-a-nosotros/#sthash.XjYqtfHu.dpuf
Las
reiteradas afirmaciones de algunos capitostes del régimen chavista,
según las cuales, no se debe sacar de la pobreza a las grandes mayorías,
porque se “pasan” a la contra revolución, provocarían risa si no fuera
por la relevancia política de quienes han formulado ese despropósito.
Desde el inefable “monje” Giordani, hasta el Ministro de Educación
actual, han dicho cosas parecidas. Por estar tan encumbrados en la
“nomenklatura” oficial, dichos personajes, vale la pena escudriñar un
poco en esa distopía. El desiderátum que proponen los jerarcas del
régimen es igualar hacia abajo a todos los venezolanos, con excepción
¡obviamente! de quienes son los grandes beneficiarios de la chequera
petrolera, es decir, los mismos que proponen mantener en la miseria a la
mayoría para seguir dominándolos.
Desde los primeros pensadores del
marxismo se ha criticado las desviaciones “igualitarias” dentro del
pensamiento revolucionario. El mismísimo Mao, cuando presumía de teórico
marxista, se confrontaba con los soviéticos y quería diferenciarse de
los planteamientos “pequeñoburgueses” de algunos de los que osaban
contradecirlo en el interior del PCCH.
En efecto, “el gran timonel”, afirmaba
tajante: “Es preciso señalar no sólo que antes de la abolición del
capitalismo, el igualitarismo absoluto es una simple ilusión de
campesinos y pequeños propietarios, sino que además, la igualdad
absoluta no podrá existir incluso bajo el socialismo, ya que los bienes
materiales serán distribuidos entonces conforme al principio: “De cada
uno, según su capacidad; a cada uno, según su trabajo. Pero el
irrazonable igualitarismo absoluto debe ser combatido porque no responde
a las necesidades de la lucha, y por el contrario, la entorpece. Este
principio es propio del socialismo, que es el estado de transición al
comunismo. En el comunismo el principio pasará a ser “De cada
uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. Allí sí serían
iguales, pero siempre con la manía comunista de “patear el mingo” para
alejarlo de la realidad y seguir creando la ilusión, la utopía…pero…bien
lejos.
Solamente en los países que lograron el
desarrollo, gracias a políticas socialdemócratas, se logró la igualdad
de oportunidades porque, por ejemplo, los países escandinavos lograron
crear una inmensa clase media con cada vez mayores estándares de calidad
de vida. No otra cosa hicieron los gobiernos de Acción Democrática, en
Venezuela, al llevar educación gratuita a los pobres para lograr su
ascenso social a través de la educación y el trabajo.
Eso no se logra en regímenes
totalitarios, porque la igualdad de oportunidades se puede conseguir en
ambientes económicos que propician la libre iniciativa, resguardan la
propiedad privada y restringen el tamaño y las funciones del Estado. Las
utopías colectivistas, desde el socialismo utópico de Louis Blanqui,
hasta el comunismo soviético o cubano, han vendido esas ilusiones a las
masas y han terminado en una tremenda frustración para los pobres,
porque la igualdad es un simple enunciado que se estrella contra la
realidad de un funcionariado corrupto y corruptor, que se hace rico
mientras los demás están condenados a ser pobres porque “ser rico es
malo”.
Si alguien duda de esta realidad, aquí
esbozada, puede preguntarle a la gente de “marea socialista” si ven
mucha “igualdad”, entre, por una parte: los jerarcas del régimen, la
mafia importadora, los “bolichicos” y, por la otra parte, al pueblo
llano chavista que hace interminables colas en los supermercados en
labores de “bachaqueo” para el rebusque.
¿Son tan iguales los unos como los
otros? La consigna “justa” sería, entonces, ¡Camaradas: igualemos a
todos hacia abajo, menos a nosotros que… pa´ eso… ¡estamos mandando!
@EcarriB
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Las
reiteradas afirmaciones de algunos capitostes del régimen chavista,
según las cuales, no se debe sacar de la pobreza a las grandes mayorías,
porque se “pasan” a la contra revolución, provocarían risa si no fuera
por la relevancia política de quienes han formulado ese despropósito.
Desde el inefable “monje” Giordani, hasta el Ministro de Educación
actual, han dicho cosas parecidas. Por estar tan encumbrados en la
“nomenklatura” oficial, dichos personajes, vale la pena escudriñar un
poco en esa distopía. El desiderátum que proponen los jerarcas del
régimen es igualar hacia abajo a todos los venezolanos, con excepción
¡obviamente! de quienes son los grandes beneficiarios de la chequera
petrolera, es decir, los mismos que proponen mantener en la miseria a la
mayoría para seguir dominándolos.
Desde los primeros pensadores del
marxismo se ha criticado las desviaciones “igualitarias” dentro del
pensamiento revolucionario. El mismísimo Mao, cuando presumía de teórico
marxista, se confrontaba con los soviéticos y quería diferenciarse de
los planteamientos “pequeñoburgueses” de algunos de los que osaban
contradecirlo en el interior del PCCH.
En efecto, “el gran timonel”, afirmaba
tajante: “Es preciso señalar no sólo que antes de la abolición del
capitalismo, el igualitarismo absoluto es una simple ilusión de
campesinos y pequeños propietarios, sino que además, la igualdad
absoluta no podrá existir incluso bajo el socialismo, ya que los bienes
materiales serán distribuidos entonces conforme al principio: “De cada
uno, según su capacidad; a cada uno, según su trabajo. Pero el
irrazonable igualitarismo absoluto debe ser combatido porque no responde
a las necesidades de la lucha, y por el contrario, la entorpece. Este
principio es propio del socialismo, que es el estado de transición al
comunismo. En el comunismo el principio pasará a ser “De cada
uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. Allí sí serían
iguales, pero siempre con la manía comunista de “patear el mingo” para
alejarlo de la realidad y seguir creando la ilusión, la utopía…pero…bien
lejos.
Solamente en los países que lograron el
desarrollo, gracias a políticas socialdemócratas, se logró la igualdad
de oportunidades porque, por ejemplo, los países escandinavos lograron
crear una inmensa clase media con cada vez mayores estándares de calidad
de vida. No otra cosa hicieron los gobiernos de Acción Democrática, en
Venezuela, al llevar educación gratuita a los pobres para lograr su
ascenso social a través de la educación y el trabajo.
Eso no se logra en regímenes
totalitarios, porque la igualdad de oportunidades se puede conseguir en
ambientes económicos que propician la libre iniciativa, resguardan la
propiedad privada y restringen el tamaño y las funciones del Estado. Las
utopías colectivistas, desde el socialismo utópico de Louis Blanqui,
hasta el comunismo soviético o cubano, han vendido esas ilusiones a las
masas y han terminado en una tremenda frustración para los pobres,
porque la igualdad es un simple enunciado que se estrella contra la
realidad de un funcionariado corrupto y corruptor, que se hace rico
mientras los demás están condenados a ser pobres porque “ser rico es
malo”.
Si alguien duda de esta realidad, aquí
esbozada, puede preguntarle a la gente de “marea socialista” si ven
mucha “igualdad”, entre, por una parte: los jerarcas del régimen, la
mafia importadora, los “bolichicos” y, por la otra parte, al pueblo
llano chavista que hace interminables colas en los supermercados en
labores de “bachaqueo” para el rebusque.
¿Son tan iguales los unos como los
otros? La consigna “justa” sería, entonces, ¡Camaradas: igualemos a
todos hacia abajo, menos a nosotros que… pa´ eso… ¡estamos mandando!
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reiteradas afirmaciones de algunos capitostes del régimen chavista,
según las cuales, no se debe sacar de la pobreza a las grandes mayorías,
porque se “pasan” a la contra revolución, provocarían risa si no fuera
por la relevancia política de quienes han formulado ese despropósito.
Desde el inefable “monje” Giordani, hasta el Ministro de Educación
actual, han dicho cosas parecidas. Por estar tan encumbrados en la
“nomenklatura” oficial, dichos personajes, vale la pena escudriñar un
poco en esa distopía. El desiderátum que proponen los jerarcas del
régimen es igualar hacia abajo a todos los venezolanos, con excepción
¡obviamente! de quienes son los grandes beneficiarios de la chequera
petrolera, es decir, los mismos que proponen mantener en la miseria a la
mayoría para seguir dominándolos.
Desde los primeros pensadores del
marxismo se ha criticado las desviaciones “igualitarias” dentro del
pensamiento revolucionario. El mismísimo Mao, cuando presumía de teórico
marxista, se confrontaba con los soviéticos y quería diferenciarse de
los planteamientos “pequeñoburgueses” de algunos de los que osaban
contradecirlo en el interior del PCCH.
En efecto, “el gran timonel”, afirmaba
tajante: “Es preciso señalar no sólo que antes de la abolición del
capitalismo, el igualitarismo absoluto es una simple ilusión de
campesinos y pequeños propietarios, sino que además, la igualdad
absoluta no podrá existir incluso bajo el socialismo, ya que los bienes
materiales serán distribuidos entonces conforme al principio: “De cada
uno, según su capacidad; a cada uno, según su trabajo. Pero el
irrazonable igualitarismo absoluto debe ser combatido porque no responde
a las necesidades de la lucha, y por el contrario, la entorpece. Este
principio es propio del socialismo, que es el estado de transición al
comunismo. En el comunismo el principio pasará a ser “De cada
uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. Allí sí serían
iguales, pero siempre con la manía comunista de “patear el mingo” para
alejarlo de la realidad y seguir creando la ilusión, la utopía…pero…bien
lejos.
Solamente en los países que lograron el
desarrollo, gracias a políticas socialdemócratas, se logró la igualdad
de oportunidades porque, por ejemplo, los países escandinavos lograron
crear una inmensa clase media con cada vez mayores estándares de calidad
de vida. No otra cosa hicieron los gobiernos de Acción Democrática, en
Venezuela, al llevar educación gratuita a los pobres para lograr su
ascenso social a través de la educación y el trabajo.
Eso no se logra en regímenes
totalitarios, porque la igualdad de oportunidades se puede conseguir en
ambientes económicos que propician la libre iniciativa, resguardan la
propiedad privada y restringen el tamaño y las funciones del Estado. Las
utopías colectivistas, desde el socialismo utópico de Louis Blanqui,
hasta el comunismo soviético o cubano, han vendido esas ilusiones a las
masas y han terminado en una tremenda frustración para los pobres,
porque la igualdad es un simple enunciado que se estrella contra la
realidad de un funcionariado corrupto y corruptor, que se hace rico
mientras los demás están condenados a ser pobres porque “ser rico es
malo”.
Si alguien duda de esta realidad, aquí
esbozada, puede preguntarle a la gente de “marea socialista” si ven
mucha “igualdad”, entre, por una parte: los jerarcas del régimen, la
mafia importadora, los “bolichicos” y, por la otra parte, al pueblo
llano chavista que hace interminables colas en los supermercados en
labores de “bachaqueo” para el rebusque.
¿Son tan iguales los unos como los
otros? La consigna “justa” sería, entonces, ¡Camaradas: igualemos a
todos hacia abajo, menos a nosotros que… pa´ eso… ¡estamos mandando!
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