Fue en el paso del primero al segundo año del primer gobierno de François Mitterrand que se introdujo esa – hasta entonces paradoxal – de un Partido Socialista asumiendo un programa neoliberal. El primer año (1981) fue la fiesta de la izquierda francesa – en la cual se proyectaba a la izquierda europea y otras izquierdas del mundo -, empezando a implementarse su programa histórico de nacionalizaciones, de rescate del papel planificador del Estado, de consolidación y expansión del Estado de bienestar social.
Fueron nacionalizados los bancos y parte importante de las corporaciones industriales, elevados los impuestos, extendidos los derechos sociales, aumentados los cargos de servidores públicos, se declaró el fin de la pena de muerte.
Pero la llegada de los socialistas al poder tardó todo el largo período desde el final de la segunda guerra. Cuando finalmente habían triunfado, el neoliberalismo ya emergía como el nuevo modelo, con su diagnóstico del estancamiento de la economía mundial, sus valores, sus propuestas devastadoras y su ascensión incontenible.
Cercado por la nueva hegemonía global conducida por las potencias anglo-sajonas, dirigidas por Ronald Reagan y Margareth Thatcher, Mitterrand terminó cediendo e implementando una política de austeridad a lo largo de los años siguientes – 1982 y 1983- , hasta que en 1984 su gobierno ya ganaba la nueva configuración de la socialdemocracia y su versión del neoliberalismo. Entre la alianza y la solidaridad con la periferia –especialmente con América Latina, victima privilegiada del neoliberalismo– la Francia escogió la alianza subordinada al bloque anglo-sajón.
La llegada al gobierno del PSOE en España, en 1982, bajo la conducción de Felipe González, ya se llevó a cabo bajo ese nuevo modelo asumido por la socialdemocracia, empezando a generalizarse como la nueva configuración de esos partidos, adecuándose a la hegemonía neoliberal. Tanto en Francia como en España se rompió la histórica alianza con los comunistas y los Partidos socialistas europeos han contagiado a sus congéneres en otras partes del mundo con su nueva vía.
Después de haber surgido de manos de la extrema derecha en América Latina, en el Chile de Pinochet, el neoliberalismo fue sumido por corrientes originalmente nacionalistas – como el PRI mexicano, el peronismo con Carlos Menem, en Argentina -, hasta que la misma socialdemocracia del continente, mirando hacia sus referencias europeas – el socialismo chileno, el venezolano, el brasileño – concluyeron el cerco neoliberal a la región.
El Partido Socialista Francés, desde el peor índice de apoyo de un presidente del país, sigue su camino, con un nuevo paquete, dando continuidad al camino asumido por Mitterrand ya hace más de 30 años. En la búsqueda de Sísifo de la recuperación del crecimiento, con nuevas medidas liberalizantes, en un continente en que las políticas de austeridad llevan hasta a su principal conductor, Alemania, a la recesión.
Aun con las duras medidas tomadas, el mercado quiere siempre más sangre, y Bruselas exige el cumplimiento del 3% de déficit público, al que los débiles gobernantes franceses hasta ahora se niegan, alegando que ese objetivo volvería todavía más difícil la superación de la recesión. Pero todo el marco del debate se hace dentro de los paradigmas neoliberales de las economías de mercado, del libre comercio, del debilitamiento del Estado y de los derechos sociales.
En la paradoja del socialismo neoliberal, desaparece totalmente el tono mínimamente socialista y triunfa – aun tardíamente, habiendo fracasado en la misma Europa y en América Latina – el modelo neoliberal. Mientras en Latinoamérica algunos gobiernos luchan, aislados de sus antes tradicionales aliados europeos, por superar la dura carga del neoliberalismo. - Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).
Tomado de: -http://alainet.org/active/78125&lang=es
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