Nota: Este
episodio de la historia de Venezuela muestra, gráficamente, como fue en parte
el actuar de los caudillos del siglo XIX. Hoy, ya adentrado en el siglo XXI,
parece que muchas prácticas que se habían soterrado durante los cuarenta años
de la República Civil Democrática, que va desde 1959 a 1999, han vuelto. Pero
seguro que será pasajero, aunque lo que es poco tiempo para la historia es, en
muchos casos, largo para los individuos.
El Dr. Diego Bautista Urbaneja, a la sazón Ministro de Relaciones
Interiores, acusó ante la Cámara del Senado al Dr. Eusebio Baptista,
Senador por el Estado Trujillo, de falta de respeto al General Antonio
Guzmán Blanco, Presidente de Venezuela, en cuyo nombre denunciaba el
hecho para la reparación debida.
Baptista, hombre de carácter
integérrimo y de limpias ejecutorias, era enemigo de Guzmán Blanco. En
Congresos anteriores había censurado algunos contratos hechos durante su
administración, por lo cual el Autócrata le tomó cierta Ojeriza.
Las
crónicas de la época se refieren a lo acaecido. Se hallaba Guzmán Blanco
en la esquina de San Francisco, entre partidarios y servidores, cuando
acertó a pasar por allí el doctor Baptista. Al avistarse mediaron
palabras descompuestas; y como al regresar Baptista de la Imprenta
Bolívar, situada entonces en la esquina de Sociedad, encontrábase el
Primer Magistrado en el mismo punto, se renovó el enojoso incidente.
Cuando Guzmán Blanco notó que Baptista bajaba de la acera, le dijo con
voz enfática:
-Ese necio quiere alucinar al Congreso con sofismas... sí... quiero que me oiga.
-Ese necio quiere alucinar al Congreso con sofismas... sí... quiero que me oiga.
Al oír estas palabras, el Senador por Trujillo
se detuvo y quedose mirando con fijeza al Presidente, quien se abalanzó
hacia él para preguntarle en tono iracundo:
-¿Qué hace Ud. allí?
-Estoy en la calle, Señor. ¿No es permitido estar en la calle?
-Sí, pero eso es una provocación.
-No, señor; estaba oyéndolo a usted.
-Usted ha debido seguir su camino; me ha faltado el respeto y debe ir preso.
Hubo intervención conciliatoria de algunos individuos cuando Guzmán Blanco dio la orden a un Oficial para que condujese a la cárcel al doctor Baptista, quien quedó momentáneamente en libertad; pero después de la denuncia del Ministro de Relaciones Interiores, la Cámara dispuso que se le expulsase de su seno para instaurar el proceso y someterlo a juicio, como se le sometió en efecto.
Años más tarde, la misma Cámara levantó la sanción de su Acuerdo del 5 de abril de 1881, en virtud del cual había despojado al Senador por Trujillo de su inmunidad parlamentaria y de los derechos que por ejercicio del cargo le correspondían y declaraba ahora "que el doctor Baptista por su entereza republicana merecía bien de la patria".
-¿Qué hace Ud. allí?
-Estoy en la calle, Señor. ¿No es permitido estar en la calle?
-Sí, pero eso es una provocación.
-No, señor; estaba oyéndolo a usted.
-Usted ha debido seguir su camino; me ha faltado el respeto y debe ir preso.
Hubo intervención conciliatoria de algunos individuos cuando Guzmán Blanco dio la orden a un Oficial para que condujese a la cárcel al doctor Baptista, quien quedó momentáneamente en libertad; pero después de la denuncia del Ministro de Relaciones Interiores, la Cámara dispuso que se le expulsase de su seno para instaurar el proceso y someterlo a juicio, como se le sometió en efecto.
Años más tarde, la misma Cámara levantó la sanción de su Acuerdo del 5 de abril de 1881, en virtud del cual había despojado al Senador por Trujillo de su inmunidad parlamentaria y de los derechos que por ejercicio del cargo le correspondían y declaraba ahora "que el doctor Baptista por su entereza republicana merecía bien de la patria".
Imagen: Dr. Diego Bautista Urbaneja con Guzmán Blanco.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.
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