Cuando Stalin se
convirtió en dictador de Rusia, en 1924, acuñó el término “problema judío”, que
luego tomarían los nazis.
El
hecho de que Stalin fue aliado de las potencias occidentales contra el eje
conformado por Alemania, Italia y Japón, entre otros, durante la II Guerra
Mundial, no es óbice para olvidar las características del régimen instaurado en
Rusia y países subyugados por los soviets y las de sus herederos, aunque
guarden algunas particularidades que los distinguen.
Tampoco
debemos dejar en el tintero la alianza entre los comunistas rusos y los nazis
alemanes. Al momento de invadir Polonia, la extinta URSS se engullía vastos
territorios en Europa Oriental. O sea, el talante es parecido.
Veamos
algunos aspectos ideológicos del nazismo y echemos una ojeada a los regímenes
marxistas y sus derivados, castristas, coreano o chavista.
Hitler
plantea la necesidad de la regeneración nacional. Para ello hay que acabar con el
sistema de libertades que se sostiene institucionalmente en el parlamentarismo,
elecciones libres y otras características. Mussolini emprende la guerra fratricida
contra Etiopia, mientras que la falange de Primo de Rivera habla de la redención
española para hacer de la nación algo grande y fuerte. Los nazis de Hitler y su
discurso de supremacía de la raza aria, llevan al mundo a una guerra con un
registro de varias decenas de millones de muertos.
En
el campo soviético las reubicaciones forzosas de pueblos enteros, el exterminio
de grupos bien definidos y la creación de los gulag, en el proceso de
construcción del hombre nuevo, el socialista al servicio de la URSS y de la
causa universal del comunismo, están bien documentadas.
El
chavismo trata de avanzar con un discurso del “hombre nuevo”, utilizando el
sistema educativo para borrar el pasado y
obligar a la sociedad a pensar de manera unidimensional. Con un discurso propio
del siglo XIX, se habla del imperialismo y se ganan batallas inexistentes,
donde crean enemigos donde no los hay, para luego desatar una guerra la cual
nadie ve y, finalmente, proclamar victorias que no se perciben. Una manera de
erigir la supremacía del nuevo hombre formado en el chavez-comunismo.
Otro
aspecto en que se parecen es en los medios. Cada uno en su época logra aplicar
en diferentes maneras, el uso de la fuerza, pero siempre hay un mínimo común
denominador. Los discursos de Hitler, Franco, Mussolini, Stalin y herederos
comunistas hablas de voluntad, disciplina, supeditación de los intereses
individuales a los colectivos -que siempre son los del Estado-, sacrificios sin
límites. Toda una movilización nacional para imponer el modelo único que luego
será necesario exportar para derrotar a los enemigos que fuera de las fronteras
nacionales, conspiran contra la salud y buena marcha de la nación. Para ello si
hay que aplicar la fuerza en beneficio de un bien superior, pues se hace. Los
tribunales y demás andamiaje institucional, darán legalidad a cualquier acción
que en una sociedad democrática puede ser considerada contraria al derecho de las
personas.
El
arma fundamental es imponer la ideología totalitaria como medio para lograr el
consenso político y la homogeneización de la sociedad. Cumple un papel de vital
importancia los medios de comunicación y para ello se exige su control. El que
mantenga algún nivel mínimo de autonomía, se le exige la utilización de un
lenguaje que no desentone con la prensa oficial. Sobre este tema hay muchas
investigaciones que analizan la metodología en regímenes nazi-fascistas y comunistas.
En nuestras latitudes, los profesionales de la prensa han denunciado
recurrentemente la amenaza, a pesar que cada día tienen reducidos los espacios
donde ejercer su derecho.
Cierto
es que los regímenes marxistas se fundamentan, teóricamente, en una sociedad
sin clases. Pero sólo en los discursos y consignas. Si en el nazi-fascismo las
clases sociales se sustituyen por la noción de raza y nación, la lucha de
clases del comunismo por la guerra imperial; en el marxismo deviene un grupo
selecto, militante del partido, que ocupa la inmensa mayoría de los puestos de
la burocracia y la epopeya guerrera, primero, dada a lo interno aplastando
cualquier oposición; luego internacionalizando el comunismo, como lo realiza
Stalin al ocupar militarmente Europa Oriental e imponerle su sistema y quien se
oponga, es considerado enfermo mental y recluido en centros que no dejan de ser
campos de concentración.
Nazi-fascismo
y comunismos son anti libertad. La tradición de la sociedad ilustrada, con
libre pensamiento e instituciones representativas no tienen cabida en sistemas
totalitarios, donde el partido único o hegemónico es instrumento de control
social y se imponen listas de segregados que de hecho han perdido la condición
de ciudadanos.
Exacerban
el nacionalismo, pero el mal entendido, como lo explica RómuloBetancour en 1936, un nacionalismo que necesita de “una retórica demagógica capaz de engañar a varios sectores medios y
obreros. Esa retórica fue la del nacionalismo agresivo, bélico y provocador.
Apelando a ese fondo de barbarie indigerida que lleva dentro de sí el hombre
civilizado, Mussolini y Hitler llegaron al poder, tal como conquistaba el
"mando" de su tribu, en las épocas más remotas de la historia de la
humanidad, el cacique más dispuesto a robarle tierras y mujeres a las tribus
vecinas.”(1)
Ambos
se caracterizan por practicar un darvinismo social. Suficientemente señaladas
están las atrocidades cometidas por los regímenes nazi-fascistas en campos de
concentración o exterminio de judíos, gitanos, homosexuales y cualquiera que no
fuera útil para la raza aria. Pero en el comunismo tenemos casos parecidos: las
persecuciones en la URSS están bien registradas. El líder revolucionario
Grigori Zinoviev señala: “Para deshacernos de nuestros
enemigos, debemos tener nuestro propio terror socialista. Debemos atraer a
nuestro lado digamos a noventa de los cien millones de habitantes de la Rusia
soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser
aniquilados”.(2)
Cuando
Stalin se convirtió en dictador de Rusia, en 1924, acuñó el término “problema
judío”, que luego tomarían los nazis. Para Stalin los judíos no eran sino un
pueblo burgués que jamás podría emanciparse nacional ni socialmente. La
solución a este “problema” pasaba por aislar a los judíos en un macro-guetto
del que no pudieran salir, convirtiéndose así en una gran cárcel aislada del
mundo exterior. El territorio escogido se llamaba Birobidzhan, un área de
35.000 Km2 situado en el lejano Este junto a la frontera con China.(3)
Si
vemos lo ocurrido en la China comunista, no se diferencia en mucho. Salta a la
vista la matanza de los comunistas en Camboya, los fusilamientos ordenados por
el régimen de Fidel Castro en Cuba y el cognomento de “gusano” a todo aquel que
no compartiera su política; a un gusano se aplasta y no ocurre nada. Todo eso
se resume en una frase: darvinismo social.
Si
el nazi-fascimo ataca la desigualdad biológica estos, en comparsa con el
comunismo, construyen una sociedad piramidal signada por principios elitistas,
donde el sistema de cooptación garantiza el apoyo de los niveles inferiores a
los superiores, así llegando al control de la sociedad entera.
Finalmente,
ambas expresiones, la nazi-fascista y las comunistas son totalitarias.
Identifican el Estado con el Partido, tienen una visión orgánica de la sociedad
en la cual no existen las barreras que separan la vida pública de la privada.
En definitiva: el Estado-Partido lo es todo, es lo absoluto y las personas son
relativas. En nuestra sociedad no hemos llegado, por ahora…
Foto: Gulag comunista en Rusia
Notas y bibliografía
1)
Romulo Betancourt, nacionalismo.
http://nacioparahacerhistoria.blogspot.com/2014/09/romulo-betancourt-1936-nacionalismo.html
2) Grigori
Zinoviev Apfelbaum, septiembre de 1918, en “Severnaya Comuna”, núm. 109, 19 de
septiembre de 1918, pág. 2. LIBRO NEGRO, 93.
3)
http://05racismo.blogspot.com/2009/04/138-los-pogroms-comunistas.html
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