Los gobiernos del general Carlos Soublette (1837-1839 y 1843-1847) se
distinguen por la búsqueda de la conciliación en el sector militarista
como formula fundamental para logar la estabilidad política. No fueron
pocos los alzamientos e insurrecciones que protagonizaron quienes se
consideraban dueños de la naciente república por el solo hecho de portar
uniforme o haber combatido en alguna de las batallas que se registraron
durante la Guerra de Independencia.
Pero esta conducta no es calculada. Es parte del espíritu reflexivo del general Soublette. Y para ratificar la afirmación, vamos a reportar una anécdota que registra José Antonio Calcaño en su obra “la ciudad y su música”. Sucede que por los lados de la esquina de Colon, vivía un tal Francisco Robreño, quien se desempeña como Director de una academia de baile desde 1837, además de dársela de escritor y actor, desempeñando papeles en una compañía que actuaba en el Coliseo.
Pero esta conducta no es calculada. Es parte del espíritu reflexivo del general Soublette. Y para ratificar la afirmación, vamos a reportar una anécdota que registra José Antonio Calcaño en su obra “la ciudad y su música”. Sucede que por los lados de la esquina de Colon, vivía un tal Francisco Robreño, quien se desempeña como Director de una academia de baile desde 1837, además de dársela de escritor y actor, desempeñando papeles en una compañía que actuaba en el Coliseo.
Al personaje in comento, no se le ocurre
otra genial idea que burlarse del general Presidente de la República. Al
enterarse Soublette, hace llamar a su presencia al lanzado escritor
para decirle algo como esto: “he leído su pieza y no tiene nada de
particular. Creo amigo Robreño que no ocasiona ningún perjuicio el hecho
de que un ciudadano cualquiera se gaste algunas burlas a costa del
Presidente de la República. Lo peligroso sería que el Presidente se
burlara de los ciudadanos”.
Carlos Soublette fue masón en grado 33, fallece el 11 de febrero de 1870 y desde el 7 de febrero de 1970 sus restos reposan en el Panteón Nacional.
Carlos Soublette fue masón en grado 33, fallece el 11 de febrero de 1870 y desde el 7 de febrero de 1970 sus restos reposan en el Panteón Nacional.
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