jueves, 12 de marzo de 2015

Henry Ramos Allup: “El golpe es el voto”

Desde la lógica del régimen, se entiende su estrategia de perseguir,  acosar e incluso enjuiciar y encarcelar a los dirigentes opositores acusándolos de golpistas y magnicidas, con el propósito de sacarlos de su inmodificable actitud democrática y de su decisión de concurrir a todo trance a las próximas elecciones parlamentarias en medio de desventajas institucionales inenarrables. Es su única estrategia, no tiene otra. Si reconociera sus errores y enmendara el rumbo, estaría dándole la razón a una oposición que viene señalándole sus desaciertos desde hace 15 años. Si dejara de ser autoritario, estaría despojándose de lo único que lo sostiene en el poder, herramienta de la que no puede desprenderse un régimen de estas características, menos en el gravísimo caso de haber perdido casi totalmente el enorme respaldo popular con el que una vez contó para cometer sus desafueros.
La dinámica intrínseca de sus errores no sólo le impide rectificar sino que lo empuja a cometer cada vez más y peores errores.
También está clarísimo que el gobierno echará mano de lo que sea para sacar el debate del campo económico en el que se halla indefenso, para situarlo en el terreno político en el que tiene margen de pataleo. Por eso mismo, a riesgo de las críticas feroces a las que estamos expuestos quienes debemos tomar decisiones con el cerebro y no con el hígado, descartando inmediatismos engañosos y optando por el mediano o quizá largo término que es el más difícil en medio de la desesperación, insistimos que en la misma medida que el gobierno quiera meternos en el cepo del debate político, debemos evitarlo e insistir en los temas que afectan a los electores en estas elecciones parlamentarias y en cualquier otra elección futura.
Hace días, un furibundo estratega del tuiter, de esos que afirman que para ganar una batalla es preciso que haya muertos (siempre y cuando  no sean suyos), nos insultaba diciendo que si Rómulo Betancourt resucitara se avergonzaría de nuestra conducta por no haber arrojado nuestra gente a la calle para que la asesinaran, hirieran o apresaran, es decir, por no haber hecho exactamente lo que el régimen quiere que hagamos. Interpretando a Rómulo Betancourt del que seguramente no ha leído ni una palabra, se permitía afirmar lo que Rómulo “haría” en la coyuntura que padecemos. Respeto tanto a Rómulo que no me atrevo a conjeturar sobre lo que “hubiese hecho” sino meramente a entender “lo que hizo”: durante la dictadura proclamó la “Resistencia” (así, con mayúsculas), lo que significaba aguantar lo inaguantable, participar en elecciones que perderíamos aunque ganáramos, preservar los cuadros de sacrificios inútiles, evitar la cárcel, no confrontar donde teníamos todas las de perder y ninguna para ganar, no provocar golpes militares (visto que habían fracasado varios) ni nada que agravara la represión ya descomunal. Y después del 23 de enero de 1958, antes de las elecciones en las que resultó electo Presidente, ordenaba no tentar a los militares al acecho, no botar el juego ganado, no incurrir en tremendismos ni agitaciones, no participar en el “mitineo al detalle”, reforzar el partido de abajo hacia arriba, no desviarnos de la ruta hacia el triunfo electoral. En esa estrategia antes y después de caer la dictadura, también tuvo que afrontar y confrontar disidencias internas que finalmente concluyeron en divisiones. Como siempre, Rómulo tuvo la razón.
Fuente: http://acciondemocratica.org.ve/adport/henry-ramos-allup-el-golpe-es-el-voto/#sthash.ZVSSe8Ko.dpuf

Henry Ramos Allup: “El golpe es el voto”
Henry Ramos Allup: “El golpe es el voto”

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