domingo, 12 de octubre de 2014

Rómulo Betancourt: Mussolini, “Desplome del fascismo” (fragmento)

“Ha caído Mussolini. El régimen fascista, como forma política del Estado italiano, se encuentra en pleno y acelerado proceso de liquidación. La tiranía venal y grandilocuente que desde octubre de 1922 se adueñó de la ilustre nación latina y la deformó a su imagen y semejanza, ha desaparecido en un episodio tan fulminante, que el simple observador no sabría precisar si se trata de un golpe de estado o de una rutinaria crisis ministerial.
La emoción suscitada por la caída del “Duce” no ha correspondido al dramatismo espectacular que éste intentó siempre imprimir a su obra y a su personalidad. Y en los propios países beligerantes donde el hecho podría tener repercusiones de la mayor trascendencia, el acontecimiento se ha contemplado como un signo más de la suerte de la guerra, sin que el pueblo inglés o el norteamericano, por ejemplo, se atribuyan los méritos excesivos por el derrumbe del “coloso” de tan imponente apariencia.
¡Mussolini es Italia! ¡Italia es Mussolini! Tales las expresiones que mejor condensaban la pretendida “filosofía” del sistema. Y fieles a la esa doctrina de Bajo Imperio, los jerarcas de pasado dudoso, capitanes de las bandas del fascio, se dieron a la tarea de secuestrar la cultura, la economía, la vida entera de uno de los pueblos más historiados de la tierra, para poner el conjunto de esas fuerzas añ servicio de la voluntad y la imaginación de un aventurero resentido y ávido, transfuga de contrapuestas ideologías. Toda una generación de italianos, precisamente la que ha combatido en África, en Rusia, y ahora en su propio suelo, nació, creció y aprendió a pensar en esa atmósfera de artificio, de engaño y de falsa exaltación.
Y sin embargo, Italia no era Mussolini. La voluntad y la disciplina férreas que el César de opereta se atribuía a sí mismo y que pretendía haber inculcado a su pueblo, eran pura palabrería. La eficiencia en la organización del trabajo; la capacitación de la industria; el perfeccionamiento de la explotación agrícola; el desarrollo y la generalización de la técnica; la popularización de la cultura; la armoniosa estructuración de todo un orden social, en fin, que el fascismo agitaba como un título incontrastable y como una garantía segura del futuro grandioso de Italia, eran falsificaciones deleznables, edificaciones de c artón-piedra para embaucar a los incautos y conquistar la admiración de algunos extranjeros superficiales.
(…)
El progreso político, social y cultural -comprendámoslo bien-, no lo alcanzan los pueblos a través de hombres providenciales. Se expresa y se manifiesta en el gran esfuerzo colectivo; en la voluntad consciente y libre de las mayorías; en la ley elaborada por Congresos elegidos en limpios comicios; en el orden democrático, que es el elemento indispensable para el hacer creador de la colectividad humana.
(…)
La falsificación de 1922 persistió hasta 1943. Ahora presenciamos sus consecuencias. Entre ellas, la bancarrota de un gran pueblo.
Así naufragan siempre las dictaduras. Así se liquidan indefectiblemente los regímenes forjados por los llamados “hombres providenciales”.
Una lección para América Latina. Una lección para Venezuela.

(Semanario Acción Democrática, Caracas, 31 de julio 1943)
Rómulo Betancourt: Hombres y villanos. Mussolini.

Tomado de: http://romulobetancourtbello.wordpress.com/romulo-betancourt-entre-lineas/mussolini-desplome-del-fascismo-fragmento/

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