lunes, 26 de enero de 2015

Henry Ramos Allup: “El Mensaje”



Escuché con atención el mensaje de Nicolás Maduro ante la AN el miércoles pasado. No puedo decir que me sorprendiera porque en realidad sospechaba su vacuidad, pero la responsabilidad imponía no opinar a priori sin concederle el ahora injustificable margen de duda. Más de lo mismo: La invariable línea discursiva que el chavismo emplea desde su advenimiento hace quince años, encapsulada en el ataque político polarizante que le ha resultado rentable y le permite el margen de maniobra del que carece en materia económica, el consabido guión de acusaciones genéricas contra los adversarios ciertos y supuestos, a quienes responsabilizan de todo lo pésimo que acontece, así como la defensa de las propias acciones y omisiones, la oferta vaporosa e inasible y etcétera, etcétera. La frustración es de todo el país que creía que el mensaje presidencial anunciaría por fin las medidas para superar aunque fuera en pequeñísima parte la tragedia cotidiana que padece el país. Pero nada.
Pero no hay mal que por bien no venga. Del mensaje podemos sacar enseñanzas. La oposición como totalidad debería tener claro que confrontarnos en el campo que le conviene al gobierno, es una estrategia equivocada para quienes sostenemos ser alternativa a esta hecatombe. Si desde que el chavismo arribó al poder hemos contendido en el terreno escogido por él según las reglas que le convienen y de eso hemos salido mal parados, es elemental que nos salgamos de ese cepo y planteemos nuestra propia estrategia. Por cierto que eso requiere superar nuestros propios escollos y errores, tales son el discurso político polarizante, los mesianismos, individualismos y voluntarismos calcados del chavismo a sabiendas que en el lado opositor no hay líder único ni partido hegemónico,  el atarnos a uno solo de los escenarios y sobre todo al que se daba por inminente y no lo fue y, peor, considerarlo único prescindiendo de todos los demás. Debemos apartarnos de las obcecaciones porque son incompatibles con un oficio en el que debe valer únicamente la racionalidad y jamás las glándulas.

Al escoger nuestro propio terreno, debemos insistir en los temas de la cotidianidad (escasez, inflación, inseguridad), que son los que le interesan a la gente, y tener presente que aquí puede pasar cualquier cosa, llámese estallido social, golpe de Estado, elecciones nacionales y locales, terminación anticipada del período por las causales del 233 constitucional y también elecciones presidenciales por terminación natural del período. Todos los escenarios deben examinarse de más a menos probables sin descartar ninguno, entendiendo que nadie puede por sí solo y recordando que los esfuerzos colectivos por muy nobles pueden desembocar en gigantescas frustraciones (como los sucesos de abril del 2002, el paro petrolero, la plaza Altamira, la abstención en las parlamentarias del 2005 y otros que no menciono para no herir susceptibilidades), y hasta  convirtiendo repentinamente a los villanos de hoy en héroes al día siguiente o viceversa. Evitemos que nuestras equivocaciones lleven a la reivindicación del chavismo salvándolo del desplome que parece indetenible o porque se piense que somos peores. Convenzamos a la gente que somos la alternativa, una propuesta para beneficio del país y no meramente un quitar unos para poner otros. Nosotros tenemos la palabra.











Fuente: http://acciondemocratica.org.ve/adport/

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