Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no sólo por
el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje personal sin dobleces
de ningún tipo frente a este régimen y ese es un aspecto, en la vida de los
venezolanos de hoy, que debe ser valorado porque, lamentablemente, no es la
regla sino la excepción en la conducta de muchos. Además me consta que no es un
diletante, porque juntos hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en
pueblitos interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder
su artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Don
Tulio dice muchas cosas, en el artículo en comento, que suscribo totalmente.
Casi todas, vale decir, menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a
los adecos, cuando afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una
explicación certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una autocrítica
desgarrada. Hablo de algo así como una explicación pedagógica, digamos que una
teoría adeca de la debacle que, acompañada de una épica de la construcción de
la democracia, permitiera poner orden y compensar el trabajo sistemático de
desvalorización del aporte de los civiles al desarrollo nacional emprendido por
el chavismo. AD no supo cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y
eso, la explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De
nuestros haberes se dice poco, pero nos basta argumentos como el de alguien que
adversó a nuestros gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas,
quien así se expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o movimiento
político venezolano, un capital histórico aunque sea de lejos comparable
al acumulado por Acción Democrática a lo largo de una actuación asentada
en grandes y prolongados sacrificios, grupales e individuales, y
generosa de mártires? Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas,
a partir de la primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de Colombia,
dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se lo dio a la condición
de ciudadano la implantación del sufragio universal, directo y secreto,
gracias a la cual la mujer venezolana ingresó a la ciudadanía plena.
Sobre estas bases fue erigida, con la eficiente colaboración de los partidos
políticos democráticos entonces nacidos, la República liberal democrática,
persistente en los millones de venezolanos que la reivindicamos con
nuestra defensa de los valores de Democracia y Libertad. (…) Ese es el capital
histórico acumulado a partir de la determinación de los cuatro soñadores
realistas que fueron capaces de concebir la instauración de una República
liberal democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los adecos,
¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la responsabilidad de
hacer valer ese pasado, que es presente para el pueblo democrático, manteniendo
activamente el compromiso no sólo con el presente sino también, y fundamentalmente,
con el futuro de la democracia venezolana?”.
Además,
en torno a los haberes también puedo citar el libro editado por José Curiel:
Del Pacto de Punto Fijo al Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los
gobiernos de Venezuela, donde el balance es totalmente favorable a las
ejecutorias de los gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos
15 años de pesadilla.
Y
en relación a “la deuda blanca”, Don Tulio, la verdad es que los adecos sí nos
hemos hecho “mea culpa”, aunque no siempre los medios de comunicación nos
ayudan a publicitarla, a menos que se trate de convertirnos en los albañales de
la historia; al presentarnos como el desaguadero de todos los males de la
patria: desde los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras
dejan como “sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también
han contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta malhadada
“revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que hoy son víctimas
propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie juntillas, la conducta del
famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y mire usted, que muchos ni siquiera
rectifican sino que siguen moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra
legítima defensa.
En
mi trabajo, editado por la C.A Editora El Nacional, Socialdemócratas vs
Comunistas. Historia de una controversia venezolana, decimos en su última
página: “AD debe hacer un mea culpa por los errores cometidos
en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente a su desviación ideológica
para caer en brazos de una oligarquía parasitaria del Estado que degeneró en
vicios y corruptelas que deben ser aireadas para no volver a incurrir en ellas
nunca jamás”.
Sin
embargo, también decimos que a la militancia actual de AD, después de 15 años
de chavismo, donde la mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se
murieron o se fueron corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de
ellos, cuando menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad
gubernamental: Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se cuentan
con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo establecido al finalizar
diciendo en la misma página del libro en comento:
“Venezuela
espera que AD, deslastrada de esa parte del pasado que no les atañe a sus
actuales militantes, la mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de
gobierno –muchos de los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se
les conoce su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos
los sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis truculenta
presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando pertenecen, más bien, al
siglo XIX) queriendo engañar incautos para conculcar la libertad que tanto
esfuerzo le costó al pueblo venezolano en general y, muy especialmente, a la
militancia del partido del pueblo”.
La
deuda blanca la hemos reconocido, pero con los ataques de estos últimos 15
años, desde la oferta de Hugo Chávez de “freír la cabeza de los adecos en
aceite” hasta las críticas demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos
pagado, amigo Tulio, hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco
tenemos la obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente
le envía un abrazo sincero, un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria
para pagar deudas, si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado.
Podríamos intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la “cuarta”,
aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los escrúpulos que tuvieron
en el pasado.
El
debate sigue abierto y lo podemos continuar, con gente como usted, porque nos
consta su buena fe y se merece el mayor de nuestros respetos. Muchos
saludos amigo Tulio.
aecarrib@gmail.com
@EcarriB
Tomado de: -http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no
sólo por el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje
personal sin dobleces de ningún tipo frente a este régimen y ese es un
aspecto, en la vida de los venezolanos de hoy, que debe ser valorado
porque, lamentablemente, no es la regla sino la excepción en la conducta
de muchos. Además me consta que no es un diletante, porque juntos
hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en pueblitos
interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder su
artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Digo que es un riesgo que asumo, porque
contradecirle algo a tan reputado escritor no deja de ser un
atrevimiento que uno puede pagar caro, pues las contra réplicas de gente
con talento suelen ser demoledoras. Sin embargo, quienes militamos en
AD, no nos queda alternativa sino asumir la defensa de las ejecutorias
del partido del pueblo, aunque mantengamos ese temor reverencial. Y lo
hacemos con gusto, porque estamos persuadidos que nuestros haberes
superan ostensiblemente la deuda blanca, por lo que no repudiamos
nuestra herencia sino que, por el contrario, la asumimos y tratamos de
preservarla.
Don Tulio dice muchas cosas, en el
artículo en comento, que suscribo totalmente. Casi todas, vale decir,
menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a los adecos, cuando
afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una explicación
certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una
autocrítica desgarrada. Hablo de algo así como una explicación
pedagógica, digamos que una teoría adeca de la debacle que, acompañada
de una épica de la construcción de la democracia, permitiera poner orden
y compensar el trabajo sistemático de desvalorización del aporte de los
civiles al desarrollo nacional emprendido por el chavismo. AD no supo
cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y eso, la
explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De nuestros haberes se dice poco, pero
nos basta argumentos como el de alguien que adversó a nuestros
gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas, quien así se
expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o
movimiento político venezolano, un capital histórico aunque sea
de lejos comparable al acumulado por Acción Democrática a lo
largo de una actuación asentada en grandes y prolongados
sacrificios, grupales e individuales, y generosa de mártires?
Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas, a partir de la
primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de
Colombia, dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se
lo dio a la condición de ciudadano la implantación del sufragio
universal, directo y secreto, gracias a la cual la mujer venezolana
ingresó a la ciudadanía plena. Sobre estas bases fue erigida, con
la eficiente colaboración de los partidos políticos
democráticos entonces nacidos, la República liberal
democrática, persistente en los millones de venezolanos que la
reivindicamos con nuestra defensa de los valores de Democracia y
Libertad. (…) Ese es el capital histórico acumulado a partir de la
determinación de los cuatro soñadores realistas que fueron
capaces de concebir la instauración de una República liberal
democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los
adecos, ¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la
responsabilidad de hacer valer ese pasado, que es presente para el
pueblo democrático, manteniendo activamente el compromiso no
sólo con el presente sino también, y fundamentalmente, con el
futuro de la democracia venezolana?”.
Además, en torno a los haberes también
puedo citar el libro editado por José Curiel: Del Pacto de Punto Fijo al
Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los gobiernos de Venezuela,
donde el balance es totalmente favorable a las ejecutorias de los
gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos 15 años de
pesadilla.
Y en relación a “la deuda blanca”, Don
Tulio, la verdad es que los adecos sí nos hemos hecho “mea culpa”,
aunque no siempre los medios de comunicación nos ayudan a publicitarla, a
menos que se trate de convertirnos en los albañales de la historia; al
presentarnos como el desaguadero de todos los males de la patria: desde
los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras dejan como
“sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también han
contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta
malhadada “revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que
hoy son víctimas propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie
juntillas, la conducta del famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y
mire usted, que muchos ni siquiera rectifican sino que siguen
moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra legítima defensa.
En mi trabajo, editado por la C.A
Editora El Nacional, Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una
controversia venezolana, decimos en su última página: “AD debe hacer un mea culpa por
los errores cometidos en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente
a su desviación ideológica para caer en brazos de una oligarquía
parasitaria del Estado que degeneró en vicios y corruptelas que deben
ser aireadas para no volver a incurrir en ellas nunca jamás”.
Sin embargo, también decimos que a la
militancia actual de AD, después de 15 años de chavismo, donde la
mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se murieron o se fueron
corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de ellos, cuando
menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad gubernamental:
Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se
cuentan con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo
establecido al finalizar diciendo en la misma página del libro en
comento:
“Venezuela espera que AD, deslastrada de
esa parte del pasado que no les atañe a sus actuales militantes, la
mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de gobierno –muchos de
los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se les conoce
su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos los
sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis
truculenta presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando
pertenecen, más bien, al siglo XIX) queriendo engañar incautos para
conculcar la libertad que tanto esfuerzo le costó al pueblo venezolano
en general y, muy especialmente, a la militancia del partido del
pueblo”.
La deuda blanca la hemos reconocido,
pero con los ataques de estos últimos 15 años, desde la oferta de Hugo
Chávez de “freír la cabeza de los adecos en aceite” hasta las críticas
demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos pagado, amigo Tulio,
hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco tenemos la
obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente le envía un abrazo sincero,
un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria para pagar deudas,
si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado. Podríamos
intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la
“cuarta”, aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los
escrúpulos que tuvieron en el pasado.
El debate sigue abierto y lo podemos
continuar, con gente como usted, porque nos consta su buena fe y se
merece el mayor de nuestros respetos. Muchos saludos amigo Tulio.
@EcarriB- See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no
sólo por el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje
personal sin dobleces de ningún tipo frente a este régimen y ese es un
aspecto, en la vida de los venezolanos de hoy, que debe ser valorado
porque, lamentablemente, no es la regla sino la excepción en la conducta
de muchos. Además me consta que no es un diletante, porque juntos
hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en pueblitos
interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder su
artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Digo que es un riesgo que asumo, porque
contradecirle algo a tan reputado escritor no deja de ser un
atrevimiento que uno puede pagar caro, pues las contra réplicas de gente
con talento suelen ser demoledoras. Sin embargo, quienes militamos en
AD, no nos queda alternativa sino asumir la defensa de las ejecutorias
del partido del pueblo, aunque mantengamos ese temor reverencial. Y lo
hacemos con gusto, porque estamos persuadidos que nuestros haberes
superan ostensiblemente la deuda blanca, por lo que no repudiamos
nuestra herencia sino que, por el contrario, la asumimos y tratamos de
preservarla.
Don Tulio dice muchas cosas, en el
artículo en comento, que suscribo totalmente. Casi todas, vale decir,
menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a los adecos, cuando
afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una explicación
certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una
autocrítica desgarrada. Hablo de algo así como una explicación
pedagógica, digamos que una teoría adeca de la debacle que, acompañada
de una épica de la construcción de la democracia, permitiera poner orden
y compensar el trabajo sistemático de desvalorización del aporte de los
civiles al desarrollo nacional emprendido por el chavismo. AD no supo
cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y eso, la
explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De nuestros haberes se dice poco, pero
nos basta argumentos como el de alguien que adversó a nuestros
gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas, quien así se
expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o
movimiento político venezolano, un capital histórico aunque sea
de lejos comparable al acumulado por Acción Democrática a lo
largo de una actuación asentada en grandes y prolongados
sacrificios, grupales e individuales, y generosa de mártires?
Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas, a partir de la
primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de
Colombia, dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se
lo dio a la condición de ciudadano la implantación del sufragio
universal, directo y secreto, gracias a la cual la mujer venezolana
ingresó a la ciudadanía plena. Sobre estas bases fue erigida, con
la eficiente colaboración de los partidos políticos
democráticos entonces nacidos, la República liberal
democrática, persistente en los millones de venezolanos que la
reivindicamos con nuestra defensa de los valores de Democracia y
Libertad. (…) Ese es el capital histórico acumulado a partir de la
determinación de los cuatro soñadores realistas que fueron
capaces de concebir la instauración de una República liberal
democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los
adecos, ¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la
responsabilidad de hacer valer ese pasado, que es presente para el
pueblo democrático, manteniendo activamente el compromiso no
sólo con el presente sino también, y fundamentalmente, con el
futuro de la democracia venezolana?”.
Además, en torno a los haberes también
puedo citar el libro editado por José Curiel: Del Pacto de Punto Fijo al
Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los gobiernos de Venezuela,
donde el balance es totalmente favorable a las ejecutorias de los
gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos 15 años de
pesadilla.
Y en relación a “la deuda blanca”, Don
Tulio, la verdad es que los adecos sí nos hemos hecho “mea culpa”,
aunque no siempre los medios de comunicación nos ayudan a publicitarla, a
menos que se trate de convertirnos en los albañales de la historia; al
presentarnos como el desaguadero de todos los males de la patria: desde
los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras dejan como
“sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también han
contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta
malhadada “revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que
hoy son víctimas propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie
juntillas, la conducta del famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y
mire usted, que muchos ni siquiera rectifican sino que siguen
moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra legítima defensa.
En mi trabajo, editado por la C.A
Editora El Nacional, Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una
controversia venezolana, decimos en su última página: “AD debe hacer un mea culpa por
los errores cometidos en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente
a su desviación ideológica para caer en brazos de una oligarquía
parasitaria del Estado que degeneró en vicios y corruptelas que deben
ser aireadas para no volver a incurrir en ellas nunca jamás”.
Sin embargo, también decimos que a la
militancia actual de AD, después de 15 años de chavismo, donde la
mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se murieron o se fueron
corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de ellos, cuando
menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad gubernamental:
Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se
cuentan con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo
establecido al finalizar diciendo en la misma página del libro en
comento:
“Venezuela espera que AD, deslastrada de
esa parte del pasado que no les atañe a sus actuales militantes, la
mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de gobierno –muchos de
los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se les conoce
su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos los
sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis
truculenta presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando
pertenecen, más bien, al siglo XIX) queriendo engañar incautos para
conculcar la libertad que tanto esfuerzo le costó al pueblo venezolano
en general y, muy especialmente, a la militancia del partido del
pueblo”.
La deuda blanca la hemos reconocido,
pero con los ataques de estos últimos 15 años, desde la oferta de Hugo
Chávez de “freír la cabeza de los adecos en aceite” hasta las críticas
demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos pagado, amigo Tulio,
hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco tenemos la
obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente le envía un abrazo sincero,
un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria para pagar deudas,
si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado. Podríamos
intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la
“cuarta”, aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los
escrúpulos que tuvieron en el pasado.
El debate sigue abierto y lo podemos
continuar, con gente como usted, porque nos consta su buena fe y se
merece el mayor de nuestros respetos. Muchos saludos amigo Tulio.
@EcarriB- See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no
sólo por el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje
personal sin dobleces de ningún tipo frente a este régimen y ese es un
aspecto, en la vida de los venezolanos de hoy, que debe ser valorado
porque, lamentablemente, no es la regla sino la excepción en la conducta
de muchos. Además me consta que no es un diletante, porque juntos
hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en pueblitos
interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder su
artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Digo que es un riesgo que asumo, porque
contradecirle algo a tan reputado escritor no deja de ser un
atrevimiento que uno puede pagar caro, pues las contra réplicas de gente
con talento suelen ser demoledoras. Sin embargo, quienes militamos en
AD, no nos queda alternativa sino asumir la defensa de las ejecutorias
del partido del pueblo, aunque mantengamos ese temor reverencial. Y lo
hacemos con gusto, porque estamos persuadidos que nuestros haberes
superan ostensiblemente la deuda blanca, por lo que no repudiamos
nuestra herencia sino que, por el contrario, la asumimos y tratamos de
preservarla.
Don Tulio dice muchas cosas, en el
artículo en comento, que suscribo totalmente. Casi todas, vale decir,
menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a los adecos, cuando
afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una explicación
certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una
autocrítica desgarrada. Hablo de algo así como una explicación
pedagógica, digamos que una teoría adeca de la debacle que, acompañada
de una épica de la construcción de la democracia, permitiera poner orden
y compensar el trabajo sistemático de desvalorización del aporte de los
civiles al desarrollo nacional emprendido por el chavismo. AD no supo
cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y eso, la
explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De nuestros haberes se dice poco, pero
nos basta argumentos como el de alguien que adversó a nuestros
gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas, quien así se
expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o
movimiento político venezolano, un capital histórico aunque sea
de lejos comparable al acumulado por Acción Democrática a lo
largo de una actuación asentada en grandes y prolongados
sacrificios, grupales e individuales, y generosa de mártires?
Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas, a partir de la
primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de
Colombia, dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se
lo dio a la condición de ciudadano la implantación del sufragio
universal, directo y secreto, gracias a la cual la mujer venezolana
ingresó a la ciudadanía plena. Sobre estas bases fue erigida, con
la eficiente colaboración de los partidos políticos
democráticos entonces nacidos, la República liberal
democrática, persistente en los millones de venezolanos que la
reivindicamos con nuestra defensa de los valores de Democracia y
Libertad. (…) Ese es el capital histórico acumulado a partir de la
determinación de los cuatro soñadores realistas que fueron
capaces de concebir la instauración de una República liberal
democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los
adecos, ¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la
responsabilidad de hacer valer ese pasado, que es presente para el
pueblo democrático, manteniendo activamente el compromiso no
sólo con el presente sino también, y fundamentalmente, con el
futuro de la democracia venezolana?”.
Además, en torno a los haberes también
puedo citar el libro editado por José Curiel: Del Pacto de Punto Fijo al
Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los gobiernos de Venezuela,
donde el balance es totalmente favorable a las ejecutorias de los
gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos 15 años de
pesadilla.
Y en relación a “la deuda blanca”, Don
Tulio, la verdad es que los adecos sí nos hemos hecho “mea culpa”,
aunque no siempre los medios de comunicación nos ayudan a publicitarla, a
menos que se trate de convertirnos en los albañales de la historia; al
presentarnos como el desaguadero de todos los males de la patria: desde
los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras dejan como
“sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también han
contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta
malhadada “revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que
hoy son víctimas propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie
juntillas, la conducta del famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y
mire usted, que muchos ni siquiera rectifican sino que siguen
moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra legítima defensa.
En mi trabajo, editado por la C.A
Editora El Nacional, Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una
controversia venezolana, decimos en su última página: “AD debe hacer un mea culpa por
los errores cometidos en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente
a su desviación ideológica para caer en brazos de una oligarquía
parasitaria del Estado que degeneró en vicios y corruptelas que deben
ser aireadas para no volver a incurrir en ellas nunca jamás”.
Sin embargo, también decimos que a la
militancia actual de AD, después de 15 años de chavismo, donde la
mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se murieron o se fueron
corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de ellos, cuando
menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad gubernamental:
Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se
cuentan con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo
establecido al finalizar diciendo en la misma página del libro en
comento:
“Venezuela espera que AD, deslastrada de
esa parte del pasado que no les atañe a sus actuales militantes, la
mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de gobierno –muchos de
los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se les conoce
su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos los
sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis
truculenta presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando
pertenecen, más bien, al siglo XIX) queriendo engañar incautos para
conculcar la libertad que tanto esfuerzo le costó al pueblo venezolano
en general y, muy especialmente, a la militancia del partido del
pueblo”.
La deuda blanca la hemos reconocido,
pero con los ataques de estos últimos 15 años, desde la oferta de Hugo
Chávez de “freír la cabeza de los adecos en aceite” hasta las críticas
demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos pagado, amigo Tulio,
hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco tenemos la
obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente le envía un abrazo sincero,
un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria para pagar deudas,
si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado. Podríamos
intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la
“cuarta”, aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los
escrúpulos que tuvieron en el pasado.
El debate sigue abierto y lo podemos
continuar, con gente como usted, porque nos consta su buena fe y se
merece el mayor de nuestros respetos. Muchos saludos amigo Tulio.
@EcarriB- See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no
sólo por el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje
personal sin dobleces de ningún tipo frente a este régimen y ese es un
aspecto, en la vida de los venezolanos de hoy, que debe ser valorado
porque, lamentablemente, no es la regla sino la excepción en la conducta
de muchos. Además me consta que no es un diletante, porque juntos
hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en pueblitos
interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder su
artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Digo que es un riesgo que asumo, porque
contradecirle algo a tan reputado escritor no deja de ser un
atrevimiento que uno puede pagar caro, pues las contra réplicas de gente
con talento suelen ser demoledoras. Sin embargo, quienes militamos en
AD, no nos queda alternativa sino asumir la defensa de las ejecutorias
del partido del pueblo, aunque mantengamos ese temor reverencial. Y lo
hacemos con gusto, porque estamos persuadidos que nuestros haberes
superan ostensiblemente la deuda blanca, por lo que no repudiamos
nuestra herencia sino que, por el contrario, la asumimos y tratamos de
preservarla.
Don Tulio dice muchas cosas, en el
artículo en comento, que suscribo totalmente. Casi todas, vale decir,
menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a los adecos, cuando
afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una explicación
certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una
autocrítica desgarrada. Hablo de algo así como una explicación
pedagógica, digamos que una teoría adeca de la debacle que, acompañada
de una épica de la construcción de la democracia, permitiera poner orden
y compensar el trabajo sistemático de desvalorización del aporte de los
civiles al desarrollo nacional emprendido por el chavismo. AD no supo
cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y eso, la
explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De nuestros haberes se dice poco, pero
nos basta argumentos como el de alguien que adversó a nuestros
gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas, quien así se
expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o
movimiento político venezolano, un capital histórico aunque sea
de lejos comparable al acumulado por Acción Democrática a lo
largo de una actuación asentada en grandes y prolongados
sacrificios, grupales e individuales, y generosa de mártires?
Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas, a partir de la
primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de
Colombia, dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se
lo dio a la condición de ciudadano la implantación del sufragio
universal, directo y secreto, gracias a la cual la mujer venezolana
ingresó a la ciudadanía plena. Sobre estas bases fue erigida, con
la eficiente colaboración de los partidos políticos
democráticos entonces nacidos, la República liberal
democrática, persistente en los millones de venezolanos que la
reivindicamos con nuestra defensa de los valores de Democracia y
Libertad. (…) Ese es el capital histórico acumulado a partir de la
determinación de los cuatro soñadores realistas que fueron
capaces de concebir la instauración de una República liberal
democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los
adecos, ¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la
responsabilidad de hacer valer ese pasado, que es presente para el
pueblo democrático, manteniendo activamente el compromiso no
sólo con el presente sino también, y fundamentalmente, con el
futuro de la democracia venezolana?”.
Además, en torno a los haberes también
puedo citar el libro editado por José Curiel: Del Pacto de Punto Fijo al
Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los gobiernos de Venezuela,
donde el balance es totalmente favorable a las ejecutorias de los
gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos 15 años de
pesadilla.
Y en relación a “la deuda blanca”, Don
Tulio, la verdad es que los adecos sí nos hemos hecho “mea culpa”,
aunque no siempre los medios de comunicación nos ayudan a publicitarla, a
menos que se trate de convertirnos en los albañales de la historia; al
presentarnos como el desaguadero de todos los males de la patria: desde
los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras dejan como
“sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también han
contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta
malhadada “revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que
hoy son víctimas propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie
juntillas, la conducta del famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y
mire usted, que muchos ni siquiera rectifican sino que siguen
moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra legítima defensa.
En mi trabajo, editado por la C.A
Editora El Nacional, Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una
controversia venezolana, decimos en su última página: “AD debe hacer un mea culpa por
los errores cometidos en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente
a su desviación ideológica para caer en brazos de una oligarquía
parasitaria del Estado que degeneró en vicios y corruptelas que deben
ser aireadas para no volver a incurrir en ellas nunca jamás”.
Sin embargo, también decimos que a la
militancia actual de AD, después de 15 años de chavismo, donde la
mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se murieron o se fueron
corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de ellos, cuando
menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad gubernamental:
Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se
cuentan con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo
establecido al finalizar diciendo en la misma página del libro en
comento:
“Venezuela espera que AD, deslastrada de
esa parte del pasado que no les atañe a sus actuales militantes, la
mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de gobierno –muchos de
los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se les conoce
su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos los
sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis
truculenta presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando
pertenecen, más bien, al siglo XIX) queriendo engañar incautos para
conculcar la libertad que tanto esfuerzo le costó al pueblo venezolano
en general y, muy especialmente, a la militancia del partido del
pueblo”.
La deuda blanca la hemos reconocido,
pero con los ataques de estos últimos 15 años, desde la oferta de Hugo
Chávez de “freír la cabeza de los adecos en aceite” hasta las críticas
demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos pagado, amigo Tulio,
hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco tenemos la
obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente le envía un abrazo sincero,
un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria para pagar deudas,
si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado. Podríamos
intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la
“cuarta”, aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los
escrúpulos que tuvieron en el pasado.
El debate sigue abierto y lo podemos
continuar, con gente como usted, porque nos consta su buena fe y se
merece el mayor de nuestros respetos. Muchos saludos amigo Tulio.
@EcarriB- See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
Tulio
Hernández es uno de los intelectuales venezolanos que más respeto, no
sólo por el inmenso bagaje cultural que posee, sino por su coraje
personal sin dobleces de ningún tipo frente a este régimen y ese es un
aspecto, en la vida de los venezolanos de hoy, que debe ser valorado
porque, lamentablemente, no es la regla sino la excepción en la conducta
de muchos. Además me consta que no es un diletante, porque juntos
hicimos campaña, en las elecciones pasadas, hasta en pueblitos
interioranos de los Andes. Por estas razones me arriesgo a responder su
artículo del pasado domingo, en El Nacional, que tituló la Deuda Blanca.
Digo que es un riesgo que asumo, porque
contradecirle algo a tan reputado escritor no deja de ser un
atrevimiento que uno puede pagar caro, pues las contra réplicas de gente
con talento suelen ser demoledoras. Sin embargo, quienes militamos en
AD, no nos queda alternativa sino asumir la defensa de las ejecutorias
del partido del pueblo, aunque mantengamos ese temor reverencial. Y lo
hacemos con gusto, porque estamos persuadidos que nuestros haberes
superan ostensiblemente la deuda blanca, por lo que no repudiamos
nuestra herencia sino que, por el contrario, la asumimos y tratamos de
preservarla.
Don Tulio dice muchas cosas, en el
artículo en comento, que suscribo totalmente. Casi todas, vale decir,
menos el último párrafo donde nos hace un llamado, a los adecos, cuando
afirma: “AD nunca le ofreció, ni le ha ofrecido, al país una explicación
certera de lo que pasó. No digo un mea culpa flagelante ni una
autocrítica desgarrada. Hablo de algo así como una explicación
pedagógica, digamos que una teoría adeca de la debacle que, acompañada
de una épica de la construcción de la democracia, permitiera poner orden
y compensar el trabajo sistemático de desvalorización del aporte de los
civiles al desarrollo nacional emprendido por el chavismo. AD no supo
cobrar lo bueno, ni presentar disculpas por lo malo. Y eso, la
explicación negada y la ilusión perdida, son parte de la deuda blanca
con el país”. Veamos Don Tulio. Tratemos de complacerlo en la medida de
nuestras aptitudes y capacidades.
De nuestros haberes se dice poco, pero
nos basta argumentos como el de alguien que adversó a nuestros
gobiernos, el eminente historiador Germán Carrera Damas, quien así se
expresa:
“¿Tiene, algún otro partido o
movimiento político venezolano, un capital histórico aunque sea
de lejos comparable al acumulado por Acción Democrática a lo
largo de una actuación asentada en grandes y prolongados
sacrificios, grupales e individuales, y generosa de mártires?
Pero, ¿Y las obras? No es posible enunciarlas todas, a partir de la
primaria y básica de haber rescatado la Soberanía popular,
secuestrada a perpetuidad desde la ruptura de la República de
Colombia, dándole con ello a la República su cabal sentido. Como se
lo dio a la condición de ciudadano la implantación del sufragio
universal, directo y secreto, gracias a la cual la mujer venezolana
ingresó a la ciudadanía plena. Sobre estas bases fue erigida, con
la eficiente colaboración de los partidos políticos
democráticos entonces nacidos, la República liberal
democrática, persistente en los millones de venezolanos que la
reivindicamos con nuestra defensa de los valores de Democracia y
Libertad. (…) Ese es el capital histórico acumulado a partir de la
determinación de los cuatro soñadores realistas que fueron
capaces de concebir la instauración de una República liberal
democrática en una sociedad plantada en un atraso secular. Si
reivindicarlo es la fuente de legitimación histórica de los
adecos, ¿Cómo no asumir, de manera abierta y orgullosa, la
responsabilidad de hacer valer ese pasado, que es presente para el
pueblo democrático, manteniendo activamente el compromiso no
sólo con el presente sino también, y fundamentalmente, con el
futuro de la democracia venezolana?”.
Además, en torno a los haberes también
puedo citar el libro editado por José Curiel: Del Pacto de Punto Fijo al
Pacto de La Habana. Análisis comparativo de los gobiernos de Venezuela,
donde el balance es totalmente favorable a las ejecutorias de los
gobiernos democráticos, sobre todo al compararlos con estos 15 años de
pesadilla.
Y en relación a “la deuda blanca”, Don
Tulio, la verdad es que los adecos sí nos hemos hecho “mea culpa”,
aunque no siempre los medios de comunicación nos ayudan a publicitarla, a
menos que se trate de convertirnos en los albañales de la historia; al
presentarnos como el desaguadero de todos los males de la patria: desde
los errores de Guaicaipuro hasta los de Hugo Chávez; mientras dejan como
“sepulcros blanqueados” a todos los demás mortales, quienes también han
contribuido, mucho más que nosotros, a la entronización de esta
malhadada “revolución”, incluyendo a muchos medios de comunicación que
hoy son víctimas propiciatorias del chavismo por haber seguido, a pie
juntillas, la conducta del famoso “Chacumbele” de la guaracha cubana. Y
mire usted, que muchos ni siquiera rectifican sino que siguen
moliéndonos, insistentemente, sin derecho a nuestra legítima defensa.
En mi trabajo, editado por la C.A
Editora El Nacional, Socialdemócratas vs Comunistas. Historia de una
controversia venezolana, decimos en su última página: “AD debe hacer un mea culpa por
los errores cometidos en el ejercicio del poder, sobre todo lo atinente
a su desviación ideológica para caer en brazos de una oligarquía
parasitaria del Estado que degeneró en vicios y corruptelas que deben
ser aireadas para no volver a incurrir en ellas nunca jamás”.
Sin embargo, también decimos que a la
militancia actual de AD, después de 15 años de chavismo, donde la
mayoría de los responsables de la “deuda blanca” se murieron o se fueron
corriendo, no se les puede exigir su pago, pues el 90% de ellos, cuando
menos, ni siquiera han estado en ninguna responsabilidad gubernamental:
Hoy día, los ex gobernadores, ex ministros, ex presidentes de
Institutos Autónomos que siguen militando en el partido del pueblo se
cuentan con los dedos de las manos y…sobran dedos. Así lo dejo
establecido al finalizar diciendo en la misma página del libro en
comento:
“Venezuela espera que AD, deslastrada de
esa parte del pasado que no les atañe a sus actuales militantes, la
mayoría de los cuales nunca ha conocido funciones de gobierno –muchos de
los que usufructuaron el poder, en nombre de AD, hoy no se les conoce
su paradero–, asuma la tarea inmediata de lograr la unidad de todos los
sectores democráticos, ante la mayor amenaza que ha tenido la civilidad
venezolana en toda su historia, cuando inopinadamente en pleno siglo XXI
aparece una montonera corrupta y desadaptada, en una metamorfosis
truculenta presentándose como socialistas del siglo XXI (cuando
pertenecen, más bien, al siglo XIX) queriendo engañar incautos para
conculcar la libertad que tanto esfuerzo le costó al pueblo venezolano
en general y, muy especialmente, a la militancia del partido del
pueblo”.
La deuda blanca la hemos reconocido,
pero con los ataques de estos últimos 15 años, desde la oferta de Hugo
Chávez de “freír la cabeza de los adecos en aceite” hasta las críticas
demoledoras de nuestros propios aliados, la hemos pagado, amigo Tulio,
hasta con intereses usurarios. Como usted dice, tampoco tenemos la
obligación de flagelarnos, no está en nuestros genes ese masoquismo.
Finalmente le envía un abrazo sincero,
un adeco sin un patrimonio de la magnitud necesaria para pagar deudas,
si queda algún saldo, que otros adquirieron en el pasado. Podríamos
intentar, ese pago, con el dinero mal habido de los “boliburgueses”
actuales, quienes son, mutatis mutandi, los mismos corruptos de la
“cuarta”, aunque ahora sean peores, porque ni siquiera poseen los
escrúpulos que tuvieron en el pasado.
El debate sigue abierto y lo podemos
continuar, con gente como usted, porque nos consta su buena fe y se
merece el mayor de nuestros respetos. Muchos saludos amigo Tulio.
@EcarriB- See more at: http://acciondemocratica.org.ve/adport/antonio-ecarri-bolivar-don-tulio-deuda-blanca-la-pagamos-con-intereses-usurarios/#sthash.9W5AcBSf.dpuf
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