martes, 30 de septiembre de 2014

Gustavo Ruiz: Homenaje a Rómulo Betancourt en el 33 aniversario de su muerte

Lejos de su tierra, en la ciudad de Nueva York, a las 4 y 30 minutos de la tarde del 28 de Septiembre de 1981, hoy hace 33 años, se apagó la luz vital de Rómulo Betancourt. Pero ¿quien fue ese hombre trascendental? La historia le reservó un título inobjetable: Padre de la democracia venezolana. Para Acción Democrática es y será por siempre nuestro líder fundamental. Y lo es con sobradas razones. Toda la propuesta ideológica y programática del partido está basada en los análisis e interpretaciones que Betancourt hiciera de la sociedad venezolana de su época y su obra se agiganta día a día, como se extienden las sombras en los atardeceres.
Además de político excepcional, jefe de partido, jefe de estado, lector permanente, escritor dedicado y prolífico, amigo y padre de familia, fue y es muy importante resaltarlo, un pensador. Un pensante de la política que tuvo el acierto y el arrojo de proponer rumbo certero a una nación desorientada. A la distancia aspectos resaltantes de su vida se asoman a la actualidad venezolana, dotándonos de una guía para transitar en medio de la oscura y profunda crisis social, política y económica que atraviesa el país, y estas palabras pretenden acercarnos a esos paralelismos que parecen sugeridos a la medida exacta de nuestros problemas actuales, pero que están separados por décadas de distancia.
Comenzando por el principio, hay que decir que Rómulo Betancourt nació el 22 de febrero de 1908, en el valle del Pacairigua, en Guatire, en casa humilde y sencilla. Sus padres: Luís Betancourt, canario y Virginia Bello, venezolana, fueron líderes comunitarios, buenos lectores y trabajadores perseverantes y honestos. Y de esa herencia de virtudes se formó el político.
En 1908 vino al mundo, pero su nacimiento al país sucede exactamente veinte años después, en medio de la Semana del Estudiante, organizada a propósito de los carnavales de 1928. Lo que inicialmente fue un proyecto restringido al ámbito de la Universidad Central, de carácter académico y estudiantil, derivó en un enfrentamiento con el régimen de Juan Vicente Gómez y se transformó en una propuesta destinada a la modificación del sistema político venezolano de comienzos del siglo XX.
La movilización estudiantil de una actividad a otra va acompañada del grito rebelde “ajá… ajá… sacalapatalajá” y la voz de Pío Tamayo leyendo un poema de su autoría es juzgada como subversiva por las autoridades gomecistas; al igual que las intervenciones de los estudiantes de Derecho Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez, son estimadas como inconvenientes y como un “acto irrespetuoso” el de Guillermo Prince Lara, quien rompió una lápida en honor a Juan Vicente Gómez. El gobierno decide poner fin a los actos encarcelando a Tamayo y a los demás jóvenes. Ese carcelazo es el regalo del dictador al joven Betancourt, quien celebra sus primeros 20 años de vida con un par de grillos de 20 kilos cada uno en sus tobillos en la cárcel de El Cuño. Nace así Betancourt, el preso político.
Ante esa inesperada reacción oficial y en actitud solidaria el resto de los estudiantes se entrega de manera voluntaria a la policía, lo que resulta una maniobra que desconcierta completamente a los cuerpos represivos. El gobierno los traslada al Castillo de Puerto Cabello, permaneciendo allí detenidos 214 estudiantes, durante 12 días, hecho que hasta entonces nunca había ocurrido en el país. La reacción popular no se hizo esperar y en las principales ciudades, comenzando por Caracas, Maracay y Valencia, se generó una ola de protestas que hizo ceder al gobierno, quien finalmente los liberó. Este hecho fue bastante significativo, ya que la sociedad venezolana, que hasta ese momento había mostrado una actitud sumisa frente a la dictadura gomecista, planteó la lucha contra la tiranía en un campo novedoso para un caudillo como Gómez: la calle.
Escribió Manuel caballero para el diario El Universal a propósito del centenario de Betancourt en febrero de 2008, que hay cuatro aportes o hitos fundamentales que hoy permanecen vigentes, y que comentaré a lo largo de mi intervención el día de hoy. Dice Caballero: “El primero es la lucha contra el personalismo. Los jóvenes del 28 no se propusieron acabar con Gómez sino con el gomecismo. Y acaso para ser mejor comprendidos en su proposición antipersonalista, comenzaron predicando con el ejemplo. Así, para enfrentar a la egomanía de tiranos y antitiranos, evitaron la primera persona del singular y acogieron el plural: no “yo”, sino “nosotros”; no “un caudillo” triunfante o derrotado, sino “una generación”. Es decir que contra el personalismo se impuso la dirección colectiva. En términos de gerencia moderna, plantearon y pusieron en práctica una reingeniería en el liderazgo político que se hizo colectivo, propuesta que se mantiene válida hoy día; haciendo evidente el retroceso que significa la reinstalación del caudillo mesiánico.
Una palpable evidencia del paralelismo entre la vida de Betancourt y la realidad venezolana actual la observamos cuando en el presente se hace imperioso afrontar el comportamiento de un régimen autocrático y corrupto que pretende mantenerse en el poder abusando de las instituciones del estado. Si en el 28 se hizo necesaria la protesta de estudiantes y de la sociedad en la calle, hoy día también se hace necesario. Por supuesto la sociedad venezolana no es la misma, avanzado el siglo XXI; los venezolanos del presente tenemos cultura democrática, vivimos en un mundo globalizado y altamente tecnificado. La tecnología la disponemos en nuestras propias manos. Hoy somos además de ciudadanos, comunicadores de todo lo que pasa en nuestro entorno. Los teléfonos inteligentes, tabletas, laptops y computadoras forman parte de nuestra cotidianidad. Somos usuarios de redes de comunicación instantáneas. Nuestra presencia en la calle, hoy día, debe ser reforzada comunicando lo que está pasando. Que nadie calle nuestras voces. Y en Acción Democrática, el partido del pueblo, la voz de los que no tienen voz, debemos ponernos al frente de esa protesta de calle, alzando nuestro grito mañana, tarde y noche; haciendo uso de todos los medios tecnológicos que están a nuestro alcance para que el mundo sepa la realidad venezolana. Para desenmascarar a este régimen de oprobio, transmutado en dictadura del siglo XXI.
Ese mismo año de 1928 también nace Betancourt el desterrado. En volandas abandona el país después del fracaso del golpe de abril, escabulléndose de los chácharos que lo buscan para apresarlo y mandarlo a realizar trabajos forzados en las colonias de Palenque o en Araira, muy cerca de su pueblo natal. Después de permanecer oculto durante 15 días, escapa de la persecución policial caraqueña y acompañado de su padre llega a Puerto Cabello, para viajar de allí en barco, como polizón. Su primera parada es Curazao. Ese viaje forzado lo arroja también a la toma de decisiones personales, abandona la literatura y adopta la política como vía de realización personal y colectiva. Hace periodismo de denuncia contra el gomecismo y empieza un copioso epistolario político, que se prolongará hasta su muerte, intercambiando opiniones y visiones con sus compañeros de lucha, sus hermanitos, que se dispersan en distintos destinos. Nace así Betancourt el escritor. Sufre en carne propia la estrechez del exilio, la precariedad de vivir en tierra ajena. Estos detalles de la biografía de Betancourt nos recuerdan y a la vez nos acercan, a tantos compatriotas hoy en día desterrados, en la diáspora venezolana llena de múltiples factores y grandes contrastes. El experimentado líder sindical que comparte cielos ajenos con jóvenes profesionales, ávidos de oportunidades y horizontes claros. Nos compromete a quienes estamos arraigados en la lucha por un país de bienestar y progreso; que esta tarea es por todos y para todos y nos coloca en la privilegiada y honrosa condición de activistas de la resistencia. Es imperativo detener el avance de formas de gobierno y organización social que nada le dicen al venezolano y por otra parte también es necesario reinstalar la institucionalidad y el imperio de las leyes, para rescatar nuestros derechos que como venezolanos tenemos. Somos la resistencia del siglo XXI.
El Betancourt escritor publica en Santo Domingo, en septiembre de 1929 a cuatro manos con Miguel Otero Silva, el panfleto En las huellas de la Pezuña, y en octubre publica el relato Dos meses en las cárceles de Gómez . En 1930 participa en Barranquilla en la creación de la Alianza Unionista de la Gran Colombia, integrada por colombianos y exiliados venezolanos, ecuatorianos y panameños. La Alianza convoca a millares de personas en el Paseo Colón a quienes Betancourt arenga desde el balcón del Hotel Regina. Comienza a forjarse el Betancourt político. A propósito de esta actividad, Manuel Caballero resalta el hecho poco promocionado pero muy esclarecedor de Betancourt al proponer un documento que es suscrito por los forjadores de la Alianza, entre ellos Raúl Leoni y Ricardo Montilla quienes firman con Francisco de Paula Aristeguieta, integrante de la fracasada invasión de El Falke de 1929, una especie de pacto de aborrecimiento del militarismo. Un compromiso de no alentar formas de lucha política que privilegien la fuerza sobre las ideas. En 1931 crea la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) para preparar, desde la óptica marxista, su primer proyecto político, una propuesta de transformación de la Venezuela post-gomecista. Inicia su producción intelectual políticamente significativa al redactar el Plan de Barranquilla, primer análisis histórico-económico de la problemática política y social de Venezuela y en el cual se contemplaba un Programa Mínimo de Gobierno para superar el atraso del país en todos los órdenes. El Plan fue firmado por venezolanos exiliados entre ellos sus compañeros de ARDI: Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Ricardo Montilla y Simón Betancourt. Se adhieren desde el exterior: Carlos D’Ascoli, Mariano Picón Salas y Gonzalo Carnevali. A ello se refiere Manuel Caballero en estos términos: “otro hito del Betancourt histórico está asentado en aquellos principios señalados desde 1928 y se sitúa en 1931 con el Plan de Barranquilla. Este documento señala la ruptura de Betancourt y su grupo de fieles con las ilusiones garibaldinas. Hay dos características novedosas en ese documento. La primera es que pese a que algunos elementos de estilo revelen que su autor es Rómulo Betancourt, el documento presentado no es propuesto por una individualidad; lo es por un colectivo, la Agrupación Revolucionaria de Izquierdas (ARDI) que con ese acto, se pretende fundar. La segunda es la ausencia de “coroneles” o “generales” entre los firmantes. Casi como consecuencia de esta falencia, por primera vez en la historia de nuestro país, una generación de hombres políticos parece abandonar el inmediatismo y plantearse sus luchas en términos de años o de décadas. Pero lo más relevante de ese documento es que, al romper con lo que él mismo llamaba en 1940 “arcaicos cartabones” del liberalismo gomecista y antigomecista, señala, en el terreno teórico, el inicio de la modernidad en la historia de nuestro país. Porque contiene el propósito de fundar la Venezuela moderna, la cual verá la luz a lo largo de los próximos setenta años, desarrollando y completando los principios esbozados en el Plan, pero sin abandonarlo en lo esencial.”
A partir de abril del 31 Betancourt se radica en Costa Rica y profundiza su formación intelectual y política. Estudia, de manera sistemática nuestra historia a través de la lectura de Historia Contemporánea de Venezuela de Francisco González Guinán. Al incorporarse a las actividades del Partido Comunista de Costa Rica, aprende cómo formar una organización política. Participa como articulista en Repertorio Americano, reconocida revista de ideas editada en Costa Rica por el escritor Joaquín García Monge. Todo ello en un país con una acendrada cultura democrática. Lee a Carlos Marx, Federico Engels y Carlos Kautsky. Pasa por un proceso de profundo intercambio intelectual a través de lecturas, cruce de cartas y mucha reflexión. En medio de ese proceso escribe un nuevo documento, cuyo texto va definiendo con claridad su línea de pensamiento, un folleto titulado Con quien estamos y contra quien estamos, en el que expone una posición contraria a la tesis antiandinista adoptada por un amplio sector antigomecista. Comprendió que los factores de la oposición solo tenía en común el enfrentamiento a Gómez, pero que sus propuestas al país eran opuestas entre sí y ese documento permitió definir claramente la frontera que lo delimitaba de las otras posturas opositoras y mucho más importante, permitió difundir a favor de quién estaba ideológica y programáticamente hablando.
Asomándonos al espejo virtual del paralelismo, cuando la amplia convergencia, de distintas corrientes de pensamiento y de propuestas de diversos proyectos políticos, hace causa común en la Mesa de la Unidad Democrática, es oportuno recordar que se puede combatir al mismo enemigo al mismo tiempo sin perder la visión propia. Después de meses de trabajo, investigación, revisión de posturas y análisis de hechos, aciertos y errores, en septiembre de 2014 Acción Democrática alza sus banderas blancas para enarbolar la lucha contra la corrupción, contra el abuso del poder, contra el secuestro de nuestras instituciones, contra un régimen que pretende aniquilar la venezolanidad y nos disponemos a mantenernos al frente de esa lucha por rescatar la democracia venezolana, la libertad personal, la libertad de expresión, la libertad de emprendimiento; por rescatar la descentralización, la representación proporcional de las minorías, la autonomía de los poderes del estado y de los distintos niveles de gobierno; por hacer uso eficiente de los millonarios ingresos petroleros que hoy día se despilfarran en excesos gubernamentales aberrantes. AD se dispone a retornarle a Venezuela el régimen de libertades ciudadanas que fue ejemplo en el mundo entero y lo hacemos como práctica diaria del trabajo y la acción social desde las casas del partido y en nuestras comunidades, para atender necesidades del pueblo. Lo hacemos reorganizando y reabriendo nuestros comités locales como estructura de base fundamental en el trabajo del activismo político orientador y reivindicativo. Lo hacemos con nuestros programas de rescate de la memoria histórica de un partido que nació para hacer historia, y lo ha hecho y seguirá haciendo; recordando la generosa y fructífera obra de los gobiernos de Acción Democrática a lo largo y ancho de nuestra tierra. Y finalmente lo hacemos uniendo esfuerzos con quienes tienen concepciones diferentes del país, de la economía, de las propuestas para dar solución a los múltiples problemas que nos aquejan, pero con quienes compartimos el deseo de hacer de Venezuela el país que fuimos, el país de concordia, de encuentro, de trabajo, de prosperidad, de crecimiento, de democracia, de justicia social; en fin, el país que soñamos para nuestros hijos y nuestros nietos.
En 1933 el gobierno de Costa Rica decreta la expulsión de Betancourt y de su compañero de universidad caraqueña Juan José Palacios y son declarados “extranjeros indeseables” pero el guatireño desacata la medida y hace vida política clandestina en San José. En 1934 se casa con Carmen Valverde Zeledón, maestra costarricense y el año siguiente nace su única hija, Virginia. También nace Betancourt el padre de familia. Pero el 17 de diciembre de 1935 muere el dictador Juan Vicente Gómez. Después de vivir el más duro de sus exilios, luego de 7 años de estrechez, ayuno de patria, lejos de su tierra, Rómulo retornará al país el 6 de enero del 36, y retomará la actividad política en el país. En su primera entrevista periodística, al diario La Esfera, dice:
“Hay que erradicar la represión salvaje a todo intento de la ciudadanía por afirmar su derecho a la libertad, erradicar el continuismo como norma de gobierno y erradicar el peculado como sistema de administración”.
Emitir una declaración así el día de hoy es necesario. Si hay algún planteamiento que une al país entero en contra del gobierno madurista, es el de que se acabe la violencia oficial contra todos los que pensamos distinto, que se acabe el continuismo que nos han impuesto desde 1998 y que se acabe la administración boliburgesa que desangra a nuestra nación. Lo actual de Betancourt, a pesar de la distancia de años entre esa afirmación y nuestra actualidad, se explica porque él fue un verdadero estadista, capaz de plantear los temas medulares de nuestro país a sabiendas que el tiempo histórico nos pone reiteradamente frente a los mismos retos. También propuso la necesidad de crear un partido político de orientación democrática y raigambre popular. Y en esa línea de pensamiento en marzo de 1936 funda el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE). Organización no partidista, afiliada al proceso modernizador, que agrupaba a varias tendencias de la izquierda no comunista. Aparecieron como sus líderes iniciales Alberto Adriani y Mariano Picón Salas; y fue ORVE la semilla germinal del partido político que se requería para poder canalizar las propuestas que ya entonces caracterizaba en su verbo incendiario.
Después de movilizaciones populares infructuosas, el Comité de Defensa de la Democracia, integrado por ORVE, PRP, la Federación de Estudiantes de Venezuela, el Frente Obrero, el Frente Nacional de Trabajadores y la Unión Nacional Republicana, convoca una huelga general, que dura cuatro días en Caracas y tres días más en el Zulia y cuyas consignas eran la disolución del Congreso, la realización de elecciones generales, la confiscación de los bienes de Gómez y la integración de un gobierno democrático homogéneo. El Congreso aprobó ciertos cambios a la Constitución gomecista de 1931: redujo el período presidencial de 7 a 5 años, eliminó la reelección presidencial para el período inmediato y otorgó amplios poderes al Presidente de la República, entre ellos la facultad de suspender las garantías constitucionales y gobernar por decreto. La Constitución se hizo más restrictiva en materia electoral al reducir los votantes al 5% de la población.
El 28 octubre se constituye el Partido Democrático Nacional (P.D.N.), frente único opositor generado por la política anticomunista y represiva del gobierno que había publicado el Libro Rojo, sobrenombre popular de la obra titulada La verdad de las actividades comunistas en Venezuela, obra del Servicio Secreto de Investigación del gobierno de López Contreras, en el que aparecen reproducidas algunas de las cartas cruzadas entre Betancourt y sus compañeros de exilio. El PDN se caracterizaba por ser heterogéneo ideológicamente, con un programa mínimo común de tendencia democrática, nacionalista y antiimperialista. El Comité Central lo conformaron Jóvito Villalba, secretario general; Rómulo Betancourt, secretario de organización; Rodolfo Quintero, secretario de trabajo y Francisco Olivo, secretario del movimiento campesino. Sin embargo dos semanas después la gobernación del Distrito Federal negó la legalización y así se da inicio a una serie de eventos que escalan la tensión política nacional. Nuevamente la calle es el campo de batalla política. En diciembre estalla una huelga petrolera en el estado Zulia, extendida a unos 10,000 empleados y obreros, que se prolongará hasta enero de 1936. Entre sus reivindicaciones se contaban lograr el salario mínimo de Bs. 10 y el derecho a formar sindicatos. En enero del 37 la plancha única de la oposición antigubernamental logra 14 puestos en el Congreso, designados por los concejos municipales y asambleas legislativas. Entre los electos se contaron por el Distrito Federal al maestro Rómulo Gallegos, Martín Pérez Guerrero y Oscar Machado Zuloaga; Gonzalo Barrios por el estado Portuguesa; Juan Oropeza por Lara; Raúl Leoni por Bolívar; Jóvito Villaba por Nueva Esparta; pero el gobierno de López Contreras solicita y obtiene de la Corte Federal y de Casación la nulidad de credenciales de Villalba, Oropeza, Leoni y Barrios.
En febrero el gobernador del Distrito Federal, Elbano Mibelli, siguiendo la negativa a autorizar legalmente al PDN, decide revocar la autorización de funcionamiento de los partidos y organizaciones políticas de izquierda. Así quedaron ilegalizados ORVE, la Federación de Estudiantes, el P.R.P., el Frente Obrero y el Frente Nacional de Trabajadores. Los grupos afectados por la medida de inhabilitación política lanzan hojas sueltas pidiendo la confiscación de los bienes de los cómplices de Gómez, y la renovación del Congreso por elecciones universales y directas. La policía allana la Universidad Central de Venezuela y resulta muerto el estudiante Eutimio Rivas. Cuatrocientos estudiantes son apresados. Betancourt comienza a escribir el primero de más de 600 artículos, sin firma, en la columna Economía y Finanzas del diario Ahora. La columna, iniciada por Carlos D’Ascoli, economista y militante del PDN, se convierte en la vía de comunicación pública de las ideas políticas y económicas de Betancourt y en el medio para ejercer una oposición constructiva al gobierno de López Contreras. El 13 de marzo el gobierno emite un decreto de expulsión por un año de 47 líderes políticos acusados de comunistas. Rómulo Betancourt, incluido en el mismo, lo desacata, junto con 24 dirigentes, e inicia una azarosa vida clandestina que se prolongará durante dos años y medio. Entonces Betancourt, quien ya había sufrido el exilio, opinaba que la lucha había que plantearla internamente, conectado a las realidades del pueblo, cercano a la gente, afrontando riesgos, limitando su estilo de vida pero comprometido con la lucha que todo dirigente debe saber orientar. La firmeza del Betancourt entonces, debe estimularnos a no abandonar la lucha por muy dura y exigente que sea, se requiere poner el oído donde está el verdadero dolor del pueblo, lo que permite diseñar y desarrollar una postura política coherente y en sintonía con las grandes mayorías del país. Y que la primera línea en el combate se abandona solamente cuando la propia vida está en riesgo, pero no para entregar la libertad como un trofeo al perseguidor, sino para resguardar la vida y reservarla para otras batallas posteriores, mientras se sigue construyendo el futuro desde las propuestas y las ideas.
Mientras en el vapor Flandre salen al exilio 23 líderes comunistas y de izquierda democrática, desde la clandestinidad Betancourt mantiene su labor de difusión de las ideas democráticas.
En 1938 el proscrito Comité Ejecutivo Nacional del PDN acuerda un deslinde político con el Partido Comunista. En respuesta, El Martillo, órgano del Partido Comunista de Venezuela, publica una nota con este titular: Rómulo Betancourt no es comunista, no es miembro del Partido Comunista y no ha militado nunca en sus filas. Queda deslindado así el debate entre la ortodoxia comunista venezolana y Betancourt, quien formulaba la idea de que la realidad venezolana solo podía ser atendida con propuestas y programas nacidos de la propia interpretación de los problemas criollos. Concurrió con paso propio a la corriente revisionista de la izquierda, que más adelante decantó en la socialdemocracia, la efectiva y eficiente propuesta política de desarrollo social, económico, político, cultural y tecnológico que sigue siendo la alternativa ante los trasnochados del comunismo que aún no se enteran que la Perestroika y el Glasnot derribaron el muro del atraso hace más de dos décadas, cómo también ante la derecha opresiva y reaccionaria que sigue sin conseguir una interpretación histórica que justifique la ambición de poder, por el solo goce del poder, lejos de satisfacer las necesidades de las grandes mayorías. Entonces no dudó el líder Betancourt en aclarar las diferencias, previendo de manera acertada que el establecer líneas políticas definidas claramente fortalece a la idea y al líder.
En septiembre de 1939 se lleva a cabo la primera Conferencia Nacional del PDN, de manera clandestina, en la casa de Mario Bertorelli, con asistencia de 40 delegados de Caracas y de varios Estados. Allí se aprueban la Tesis Política, la Tesis Agraria, el Programa del Partido y sus Estatutos; pero el 19 de octubre Betancourt es capturado por Pedro Estrada, segundo jefe de la policía, después de 22 meses de persecución. Poco antes, Betancourt había redactado, en la casa de su cuñado Ponce, una carta a las autoridades gubernamentales, en donde les daba cuenta de su disposición de entregarse, en acatamiento de un mandato del Comité Ejecutivo Nacional del P.D.N., a fin de dar cumplimiento al Decreto de Expulsión de 1937.
Se va a iniciar el segundo exilio, menos duro que el primero por varias razones: mucho menor el tiempo del destierro, mayor tolerancia del régimen de López Contreras en relación a la oposición; acercamiento de Betancourt a ciertos líderes socialistas de Latinoamérica; por la vida en familia y por el estímulo intelectual proveniente de un país muy vinculado a Europa, como lo era Chile. En marzo del 40 publica el libro Problemas Venezolanos. En octubre coordina la organización del Congreso de Partidos Democráticos y Populares de América Latina, por delegación de Oscar Schnake, líder del Partido Socialista chileno y ministro de Producción. Asisten al evento representantes de Argentina, Ecuador, Panamá, México (PRI) y Perú (APRA). Betancourt se relaciona con factores políticos del continente, se expresa con oratoria y planteamientos propios de un estadista. En ese Congreso de Partidos se resuelve enfrentar al nazismo, una tesis respaldada por Betancourt y contraria a la sustentada por los Partidos Comunistas del mundo, en concordancia con la política entonces practicada por la Unión Soviética. El origen ideológico del Partido Nacional Socialista alemán, cercano a la raíz ideológica del Partido Comunista de la Unión Soviética fue la excusa para justificar la tolerancia con el partido hitleriano, porque procuraba no atizar diferencias que condujeran las fuerzas bélicas alemanas en contra del territorio soviético. Bastaron meses para que los comunistas del mundo levantaran la bandera argumental de Betancourt.
En enero de 1941 había concluido el año de expulsión aplicado a Betancourt. El 5 de febrero, después de 16 meses de exilio, Rómulo Betancourt y su familia regresan a Venezuela. Al día siguiente, la organización política en proceso de formación y legalización, Acción Democrática lanza, desde el estado Apure, tierra de Santos Luzardo, la candidatura simbólica de Rómulo Gallegos a la Presidencia de la República. Betancourt no está presente en el acto, pero en su primera entrevista al regresar al país, al diario caraqueño La Esfera denuncia  “…la conspiración del silencio que se ha venido haciendo alrededor de nosotros, al mismo tiempo que se toca la campana mayor para saludar el retorno de los hombres de sable. Eso lo consideramos una consecuencia lógica de nuestro viejo fetichismo militarista”, oponiendo a esa afrenta gubernamental el nombre del maestro Gallegos como candidato a la Presidencia. En una segunda entrevista periodística, concedida al diario Ahora, Betancourt solicita la legalización de AD. Dos mensajes sencillos y claros: la aspiración de gobernarnos bajo la conducción de un civil en la Presidencia de la República y la organización de un partido político como herramienta de lucha política y de acceso al poder.
El 5 de mayo el general Medina Angarita toma posesión de la Presidencia de la República, dando inicio a un nuevo período presidencial y con ello a un lento y progresivo proceso de cambio en el país. Finalmente son aprobados por el nuevo gobierno el Acta Constitutiva y los Estatutos de Acción Democrática y el 29 de junio se autoriza el funcionamiento del partido en el Distrito Federal y posteriormente hubo que solicitar autorización en cada estado.
El 13 de septiembre tiene lugar la primera Asamblea Popular de AD en el Nuevo Circo. Oradores: Rómulo Gallegos, Luis Beltrán Prieto, Andrés Eloy Blanco, Mario García Arocha, Ricardo Montilla y Rómulo Betancourt. Este último pronuncia allí un notable discurso sobre Los problemas económicos de Venezuela ♦♦. Un discurso de antología que se revela como una pieza oratoria completamente actualizada. Proféticamente anunció Betancourt en el mitin fundacional del 41: “Imagino la escena, que sucederá dentro de cincuenta años, en una población agraria de los Andes, forjada al arrimo de una potente planta hidroeléctrica (Central Hidroeléctrica La Vueltosa del Uribante – Caparo), en una población con garajes para tractores (Calabozo, Estado Guárico, Sistema de Producción de Arroz); o bien, en una ciudad industrial de la Gran Sabana (Ciudad Guayana), construida en la vecindad de las chimeneas de los altos hornos (Siderúrgica del Orinoco), donde obreros venezolanos estén transformando en materia prima para las fábricas venezolanas de máquinas esos mil millones de toneladas de hierro que en sus entrañas guarda, hoy inexplotadas, la Sierra del Imataca”. Hoy como ayer, el discurso inaugural de Rómulo Betancourt, la noche del 13 de septiembre de 1941, se asoma al presente como una impresionante revelación. Sorprende el impactante parecido analítico de los problemas venezolanos de ayer con la contundente realidad de hoy, que parece leerse en frescas páginas recién mecanografiadas. Cito el discurso de Betancourt la noche del 13 de septiembre del 41:
“Acción Democrática reconoce y proclama que el más angustioso problema nacional es el de la bancarrota de nuestra economía. Somos una nación paradójicamente rica y empobrecida, una nación con un Estado que maneja millones… y sin embargo, la mayoría de la población venezolana está pauperizada y vive bajo el signo de la inseguridad y de la angustia económica… ¿Cuál es la causa de que un país como Venezuela… presente un cuadro tal de colectiva pobreza?… La razón es ésta: nuestro país, económica y físicamente, está girando alrededor de una sola fuente de riqueza: el petróleo; y los gobiernos venezolanos no han sabido, hasta ahora, imprimirle un ritmo agresivo, dinámico, a las otras fuentes de producción… La industria nacional tiene dificultades para adquirir materia prima y maquinaria extranjeras; y el comercio trabaja preocupado por la inseguridad de los negocios y por los obstáculos que confronta para adquirir mercancía de importación. Ha aumentado el precio de cuanto compramos en el extranjero. Esta situación repercute sobre la mesa consumidora del país en forma de reajuste de los sueldos y salarios de los empleados del Estado y particulares… Ante este panorama desolado, muchos, por egoísmo o cobardía, alzan los hombros, y se limitan a decir: «Este país está perdido». Nosotros, los hombres de Acción Democrática, comprendemos los peligros que entraña esa frase. A los «países perdidos» se los encuentra y se los coge el primer aventurero audaz que se atreva a ponerles la mano, especialmente en esta época en que ciertos «bandoleros internacionales» están aspirando a pisar como amos sobre la superficie del globo. Nosotros, los hombres de Acción Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la nacionalidad, decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse, debe salvarse y se salvará. «Nosotros la salvaremos»… Hago un llamamiento a todos los hombres y mujeres demócratas de Venezuela, de todas las clases sociales, a que vengan a buscar un puesto de acción, de responsabilidad y de trabajo bajo las limpias y acogedoras banderas de nuestro Partido. Acción Democrática se dirige a los hombres y mujeres de los cuatro costados del país, porque uno de sus propósitos fundamentales es el de contribuir a que termine para siempre esa doctrina del desmigajamiento nacional forjada por politiquillos de aldea, por miopes caciques de caserío. Acción Democrática aspira a ser, y será, el cemento que amalgame a todos los venezolanos que amen su nacionalidad. El cemento que amalgame, para hacerla cada vez más fuerte y viril, el alma inmortal de la nación”.
De la fundación del partido opina Manuel Caballero, citado anteriormente sobre los hitos trascendentes de la vida y obra de Betancourt: “Cuando en 1941 presente en sociedad a su organización, dirá de ella que se trata de un partido “nacido para hacer historia”… entre los firmantes del documento que fundaba el partido y proponía al gobierno su legalización, no figuraba el nombre de su creador, Rómulo Betancourt. Sea por un empeño “teórico” de sumergir la suya propia en una voluntad colectiva, sea por cuidar la precaria legalidad de su partido, pues su nombre podía todavía apestar demasiado a comunismo radical y comeniños, el caso es que esa ausencia tuvo dos resultados contradictorios.”
El próximo hito en la vida del Betancourt histórico, en palabras de Manuel Caballero, es su colaboración en la conjura triunfante el 18 de octubre de 1945, y su acceso a la presidencia de la Junta Revolucionaria de gobierno allí establecida. Dice Caballero: “Los términos que hemos empleado para caracterizar ese momento y esa situación podrían prestarse a confusión y sobre todo a polémica en ese acontecimiento, ¿fue el papel de Betancourt el de segundón ó el de protagonista? En verdad, hay allí un momento, pero dos fases, dos procesos. Eso hace que aquella pregunta tenga dos respuestas. Para decirlo en la forma más simple posible, una cosa es el 18 de octubre y otra el trienio que le sigue hasta el 24 de noviembre de 1948.”
Podemos decir que el 18 de octubre de 1945 no fue una revolución sino un pronunciamiento militar clásico y como tal, el papel de Betancourt fue relativamente secundario. Así lo dice propio Betancourt en su libro Venezuela: política y petróleo escrito en 1956. Ciertamente era la primera vez que se producía un golpe militar en Venezuela. Quien llegó al poder 18 de octubre de 1945 fue el ejército como institución, no un movimiento personalista, pues los mandos medios que la protagonizaron fueron comandados por el oficial de mayor jerarquía, no por su ascendiente personal, sino por su situación profesional. El 18 de octubre aparecen, pues, dos nuevos actores en la escena política: el Ejército y el Partido. Pero el 19 de octubre comienza otra historia. Es la primera vez que un gobierno impuesto por los hombres de armas sea presidido por un civil, y que ese civil gobierne de verdad y no como un simple títere de los militares, lo cual contrasta y mucho con nuestra realidad. Sin embargo lo que hará de Betancourt un personaje histórico de primera fila será la promulgación del Estatuto Electoral que, no sin razón, Germán Carrera Damas considera el documento más importante de la historia de Venezuela después del Acta de Independencia. Lo es porque incorpora a la Nación la aplastante mayoría de los venezolanos que no eran ciudadanos: las mujeres, los jóvenes en edad militar y los analfabetas. El civil que hoy gobierna sentado sobre las bayonetas militares no comprende el tiempo histórico que le ha tocado presidir por un golpe de suerte del destino y en lugar de abrirse a incorporar a todos los sectores del país a su gesta gubernamental, se ha encerrado más en la oscuridad de sus ideas. Está claro que es un prisionero de quienes detentan verdaderamente el poder en Venezuela, como lo ha dicho reiteradamente nuestro Secretario General Nacional, Henry Ramos Allup. Pero volviendo a Betancourt, la historia nos revela a un estadista que supo, con mucho temple y voz de mando, hacer de un gobierno surgido de un golpe militar clásico, un gobierno de transformación social y civilidad. Debe señalarse también como un hito histórico algo que llamó mucho la atención de la prensa internacional en su momento: al frente del Estado acaso más rico de Latinoamérica, con relación a su población, Betancourt salió de la presidencia tan pobre como había entrado. Ni sus peores enemigos intentaron siquiera acusarlo de algo que pudiese hacerlo sospechoso de enriquecimiento ilícito. Caso contrario al actual, señalado por los cuatro costados como el gobierno más corrupto de la historia venezolana que deja en meros cuentos de antaño, las penosas administraciones de los gobiernos militaristas y cuadillescos del siglo XIX y del siglo XX.
En resumen el 18 de octubre de 1945 es una jornada ambivalente. Porque también llevaba en sí el germen de la propia destrucción: la unidad cívico-militar se reveló el 24 de noviembre de 1948 como una alianza del tiburón y las sardinas. Reiteradamente Ramos Allup recuerda que nos dejaron gobernar tres años pero nos persiguieron diez. Y transcurrida esa década, vuelve Betancourt a ser protagonista de un hecho histórico: en febrero de 1959 iba a ser la primera vez que alguien llegaba al poder por el voto popular sin ser percibido como el candidato del gobierno. Para sorpresa de sus adversarios, los campesinos le pagaron con sus votos el haberlos convertido en ciudadanos, cuando no le tembló el pulso para firmar el Estatuto Electoral que le concedió el derecho al voto a grandes mayorías marginadas. De igual manera, será el primer presidente electo por el voto popular que complete su período de gobierno, el primero que traspase el poder a otro presidente igualmente electo por el voto popular y el único que se ha negado aceptar una presidencia más que le ofrecía su partido y para la cual, a juzgar por los resultados electorales de 1973, habría sido reelecto abrumadoramente.
Si faltaren razones para considerarlo como el venezolano más influyente de los últimos cien años, sus ocho años de ejercicio en la Presidencia de la República, con resultados y obra de gobierno, en épocas de muchas carencias de recursos económicos, confirman la calidad del político y estadista. Con petróleo pagado a céntimos, con una baja producción industrial, con analfabetismo, desconexión de nuestras regiones, con miedos atávicos resistiendo al cambio, obtuvo importantes logros: la inversión en sistemas de electrificación nacional, construcción de represas, fortalecimiento de las instituciones universitarias, construcción de escuelas y liceos en las principales poblaciones de país, el impulso a leyes necesarias para temas agrícolas, pecuarios, mineros, del comercio exterior; la promulgación de la Ley de Reforma Agraria; la creación de la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP); la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG); la promulgación de la Constitución Nacional de 1961, la más avanzada de América según Jóvito Villalba, Presidente de URD; la fundación de la ciudad de Santo Tomé de Guayana, como resultado de la integración de San Félix y Puerto Ordaz y hoy conocida como Ciudad Guayana; la creación de la Oficina Central de Personal (OCP); la política de riego de tierras productivas que aumenta la producción agrícola del país, la Siderúrgica del Orinoco; el puente sobre el lago de Maracaibo General Rafael Urdaneta; el Instituto Oceanográfico de la Universidad de Oriente; el puente colgante sobre el río Orinoco; el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE); la represa del Guri; los títulos de propiedad de la tierra en todo el país bajo el amparo del Instituto Agrario Ncional; la construcción de miles de kilómetros de vías de penetración agrícola y de cientos de kilómetros de carreteras y autopistas, la más importante la Caracas – Valencia hoy conocida como Autopista Regional del Centro; el sistema de Escuelas Técnicas Industriales, que construye en las principales ciudades del país; también enfrentó triunfante a los movimientos insurreccionales y golpes e stado de izquierda y de derecha, la guerra de guerrillas en montañas de oriente y occidente y de guerrilla urbana en importantes ciudades, un atentado con un coche bomba y graves crisis institucionales como el retiro de URD de la coalición de gobierno, dos divisiones de AD, que crearon al MIR y al PRIN, la crisis de misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la crisis en la OEA por la expulsión de Cuba y también por las sanciones de la OEA al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; impulsó una agresiva política de relaciones exteriores basada en la Doctrina Betancourt de aislamiento a los gobiernos surgidos de golpes de estado. Este logro democrático, a juicio de Manuel Caballero se debe a que Betancourt logró dos objetivos no alcanzados por ningún presidente antes que él: “se reservó siempre para sí lo militar y lo petrolero. En cuanto a lo primero, Betancourt insistía machaconamente (expresión muy de su estilo) que le hablaba al país en su doble condición de Presidente Constitucional y Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas. Pero esa no fue en ningún momento una manifestación puramente retórica; por primera vez en la historia de Venezuela un Presidente se hacía obedecer de verdad por los hombres de armas. En cuanto a la política petrolera, sobre la cual Betancourt había estudiado, reflexionado y escrito desde su primera juventud, su acción va a desbordar las fronteras nacionales y a convertir a Venezuela en un actor de primera magnitud en el escenario internacional. Se trata de la creación en 1960, de uno de los carteles más influyentes en la economía mundial durante la segunda mitad del siglo XX: la OPEP.”
Luego de presentar su Declaración jurada de bienes ante el Notario Público después de entregar el poder, viaja al extranjero para facilitarle al Presidente Leoni el ejercicio de sus funciones. Se retira a un exilio voluntario, lleno de reconocimiento internacional del mundo académico y universitario. Es sujeto de homenajes y reconocimientos. Y finalmente retorna a su patria en 1972 y al ser requerido por una nueva candidatura presidencial, anuncia que no la acepta y deja el camino libre para que una nueva generación de líderes políticos asuman el rol principal, ganando tres elecciones que llevaron a la presidencia de la republica a Carlos Andrés Pérez en dos oportunidades y a Jaime Lusinchi; y perdiéndose también tres elecciones: con Luis Piñerúa Ordaz, Claudio Fermín y Luis Alfaro Ucero. En este mismo suelo, al rendirle homenaje Jaime Lusinchi, a la sazón, Secretario General de AD se despidió con una frase muy cierta: “Hasta aquí nos condujo la presencia integral de un liderazgo. Desde aquí nos orientará la estrella permanente de un ejemplo” y cuando analizamos sus acciones y sus escritos y discursos verificamos lo acertado de su pensamiento.
Hoy, quiero decir que acá yace un hombre excepcional, líder de un pueblo, que despierta, como lo decía José Martí del Libertador Bolívar, cada cien años cuando despierta el pueblo. Y en estos tiempos de desesperanza, nos cruzamos con “la presencia integral de un liderazgo” y nos disponemos a continuar su legado guiados por “la estrella permanente de un ejemplo”, del hombre que al igual que su partido “nació para hacer historia” y luchó por construir “una Venezuela libre y de los venezolanos”. Que viva la herencia inagotable de Rómulo Betancourt.
Gustavo Ruiz Adrián
@elconcejalruiz
Secretario General de Acción Democrática
Seccional Miranda
Leído en el Cementerio del Este de Caracas.

Tomado de: http://romulobetancourtbello.wordpress.com/eventos/homenaje-a-romulo-betancourt-en-el-33-aniversario-de-su-muerte/

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