Lejos de su tierra, en la ciudad de Nueva
York, a las 4 y 30 minutos de la tarde del 28 de Septiembre de 1981,
hoy hace 33 años, se apagó la luz vital de Rómulo Betancourt. Pero
¿quien fue ese hombre trascendental? La historia le reservó un título
inobjetable: Padre de la democracia venezolana. Para Acción Democrática
es y será por siempre nuestro líder fundamental. Y lo es con sobradas
razones. Toda la propuesta ideológica y programática del partido está
basada en los análisis e interpretaciones que Betancourt hiciera de la
sociedad venezolana de su época y su obra se agiganta día a día, como se
extienden las sombras en los atardeceres.
Comenzando por el principio, hay que decir que Rómulo Betancourt nació
el 22 de febrero de 1908, en el valle del Pacairigua, en Guatire, en
casa humilde y sencilla. Sus padres: Luís Betancourt, canario y Virginia
Bello, venezolana, fueron líderes comunitarios, buenos lectores y
trabajadores perseverantes y honestos. Y de esa herencia de virtudes se
formó el político.
En 1908 vino al mundo, pero su nacimiento al país sucede exactamente
veinte años después, en medio de la Semana del Estudiante, organizada a
propósito de los carnavales de 1928. Lo que inicialmente fue un proyecto
restringido al ámbito de la Universidad Central, de carácter académico y
estudiantil, derivó en un enfrentamiento con el régimen de Juan Vicente
Gómez y se transformó en una propuesta destinada a la modificación del
sistema político venezolano de comienzos del siglo XX.
La movilización estudiantil de una actividad a otra va acompañada del grito rebelde “ajá… ajá… sacalapatalajá”
y la voz de Pío Tamayo leyendo un poema de su autoría es juzgada como
subversiva por las autoridades gomecistas; al igual que las
intervenciones de los estudiantes de Derecho Rómulo Betancourt, Jóvito
Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez, son estimadas como inconvenientes y
como un “acto irrespetuoso” el de Guillermo Prince Lara, quien rompió
una lápida en honor a Juan Vicente Gómez. El gobierno decide poner fin a
los actos encarcelando a Tamayo y a los demás jóvenes. Ese carcelazo es
el regalo del dictador al joven Betancourt, quien celebra sus primeros
20 años de vida con un par de grillos de 20 kilos cada uno en sus
tobillos en la cárcel de El Cuño. Nace así Betancourt, el preso político.
Ante esa inesperada reacción oficial y en actitud solidaria el resto de
los estudiantes se entrega de manera voluntaria a la policía, lo que
resulta una maniobra que desconcierta completamente a los cuerpos
represivos. El gobierno los traslada al Castillo de Puerto Cabello,
permaneciendo allí detenidos 214 estudiantes, durante 12 días, hecho que
hasta entonces nunca había ocurrido en el país. La reacción popular no
se hizo esperar y en las principales ciudades, comenzando por Caracas,
Maracay y Valencia, se generó una ola de protestas que hizo ceder al
gobierno, quien finalmente los liberó. Este hecho fue bastante
significativo, ya que la sociedad venezolana, que hasta ese momento
había mostrado una actitud sumisa frente a la dictadura gomecista,
planteó la lucha contra la tiranía en un campo novedoso para un caudillo
como Gómez: la calle.
Escribió Manuel caballero para el diario El Universal a
propósito del centenario de Betancourt en febrero de 2008, que hay
cuatro aportes o hitos fundamentales que hoy permanecen vigentes, y que
comentaré a lo largo de mi intervención el día de hoy. Dice Caballero: “El primero es la lucha contra el personalismo.
Los jóvenes del 28 no se propusieron acabar con Gómez sino con el
gomecismo. Y acaso para ser mejor comprendidos en su proposición
antipersonalista, comenzaron predicando con el ejemplo. Así, para
enfrentar a la egomanía de tiranos y antitiranos, evitaron la primera
persona del singular y acogieron el plural: no “yo”, sino “nosotros”; no “un caudillo” triunfante o derrotado, sino “una generación”.
Es decir que contra el personalismo se impuso la dirección colectiva.
En términos de gerencia moderna, plantearon y pusieron en práctica una
reingeniería en el liderazgo político que se hizo colectivo, propuesta
que se mantiene válida hoy día; haciendo evidente el retroceso que
significa la reinstalación del caudillo mesiánico.
Una palpable evidencia del paralelismo entre la vida de Betancourt y la
realidad venezolana actual la observamos cuando en el presente se hace
imperioso afrontar el comportamiento de un régimen autocrático y
corrupto que pretende mantenerse en el poder abusando de las
instituciones del estado. Si en el 28 se hizo necesaria la protesta de
estudiantes y de la sociedad en la calle, hoy día también se hace
necesario. Por supuesto la sociedad venezolana no es la misma, avanzado
el siglo XXI; los venezolanos del presente tenemos cultura democrática,
vivimos en un mundo globalizado y altamente tecnificado. La tecnología
la disponemos en nuestras propias manos. Hoy somos además de ciudadanos,
comunicadores de todo lo que pasa en nuestro entorno. Los teléfonos
inteligentes, tabletas, laptops y computadoras forman parte de nuestra
cotidianidad. Somos usuarios de redes de comunicación instantáneas.
Nuestra presencia en la calle, hoy día, debe ser reforzada comunicando
lo que está pasando. Que nadie calle nuestras voces. Y en Acción
Democrática, el partido del pueblo, la voz de los que no tienen voz,
debemos ponernos al frente de esa protesta de calle, alzando nuestro
grito mañana, tarde y noche; haciendo uso de todos los medios
tecnológicos que están a nuestro alcance para que el mundo sepa la
realidad venezolana. Para desenmascarar a este régimen de oprobio,
transmutado en dictadura del siglo XXI.
Ese mismo año de 1928 también nace Betancourt el desterrado. En
volandas abandona el país después del fracaso del golpe de abril,
escabulléndose de los chácharos que lo buscan para apresarlo y mandarlo a
realizar trabajos forzados en las colonias de Palenque o en Araira, muy
cerca de su pueblo natal. Después de permanecer oculto durante 15 días,
escapa de la persecución policial caraqueña y acompañado de su padre
llega a Puerto Cabello, para viajar de allí en barco, como polizón. Su
primera parada es Curazao. Ese viaje forzado lo arroja también a la toma
de decisiones personales, abandona la literatura y adopta la política
como vía de realización personal y colectiva. Hace periodismo de
denuncia contra el gomecismo y empieza un copioso epistolario político,
que se prolongará hasta su muerte, intercambiando opiniones y visiones
con sus compañeros de lucha, sus hermanitos, que se dispersan en
distintos destinos. Nace así Betancourt el escritor. Sufre en
carne propia la estrechez del exilio, la precariedad de vivir en tierra
ajena. Estos detalles de la biografía de Betancourt nos recuerdan y a la
vez nos acercan, a tantos compatriotas hoy en día desterrados, en la
diáspora venezolana llena de múltiples factores y grandes contrastes. El
experimentado líder sindical que comparte cielos ajenos con jóvenes
profesionales, ávidos de oportunidades y horizontes claros. Nos
compromete a quienes estamos arraigados en la lucha por un país de
bienestar y progreso; que esta tarea es por todos y para todos y nos
coloca en la privilegiada y honrosa condición de activistas de la
resistencia. Es imperativo detener el avance de formas de gobierno y
organización social que nada le dicen al venezolano y por otra parte
también es necesario reinstalar la institucionalidad y el imperio de las
leyes, para rescatar nuestros derechos que como venezolanos tenemos.
Somos la resistencia del siglo XXI.
El Betancourt escritor publica en Santo Domingo, en septiembre de 1929 a cuatro manos con Miguel Otero Silva, el panfleto En las huellas de la Pezuña, y en octubre publica el relato Dos meses en las cárceles de Gómez ♦. En 1930 participa en Barranquilla en la creación de la Alianza Unionista de la Gran Colombia, integrada por colombianos y exiliados venezolanos, ecuatorianos y panameños. La Alianza convoca a millares de personas en el Paseo Colón a quienes Betancourt arenga desde el balcón del Hotel Regina. Comienza a forjarse el Betancourt político. A propósito de esta actividad, Manuel Caballero resalta el hecho poco promocionado pero muy esclarecedor de Betancourt al proponer un documento que es suscrito por los forjadores de la Alianza, entre ellos Raúl Leoni y Ricardo Montilla quienes firman con Francisco de Paula Aristeguieta, integrante de la fracasada invasión de El Falke de 1929, una especie de pacto de aborrecimiento del militarismo. Un compromiso de no alentar formas de lucha política que privilegien la fuerza sobre las ideas. En 1931 crea la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) para preparar, desde la óptica marxista, su primer proyecto político, una propuesta de transformación de la Venezuela post-gomecista. Inicia su producción intelectual políticamente significativa al redactar el Plan de Barranquilla, primer análisis histórico-económico de la problemática política y social de Venezuela y en el cual se contemplaba un Programa Mínimo de Gobierno para superar el atraso del país en todos los órdenes. El Plan fue firmado por venezolanos exiliados entre ellos sus compañeros de ARDI: Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Ricardo Montilla y Simón Betancourt. Se adhieren desde el exterior: Carlos D’Ascoli, Mariano Picón Salas y Gonzalo Carnevali. A ello se refiere Manuel Caballero en estos términos: “otro hito del Betancourt histórico está asentado en aquellos principios señalados desde 1928 y se sitúa en 1931 con el Plan de Barranquilla. Este documento señala la ruptura de Betancourt y su grupo de fieles con las ilusiones garibaldinas. Hay dos características novedosas en ese documento. La primera es que pese a que algunos elementos de estilo revelen que su autor es Rómulo Betancourt, el documento presentado no es propuesto por una individualidad; lo es por un colectivo, la Agrupación Revolucionaria de Izquierdas (ARDI) que con ese acto, se pretende fundar. La segunda es la ausencia de “coroneles” o “generales” entre los firmantes. Casi como consecuencia de esta falencia, por primera vez en la historia de nuestro país, una generación de hombres políticos parece abandonar el inmediatismo y plantearse sus luchas en términos de años o de décadas. Pero lo más relevante de ese documento es que, al romper con lo que él mismo llamaba en 1940 “arcaicos cartabones” del liberalismo gomecista y antigomecista, señala, en el terreno teórico, el inicio de la modernidad en la historia de nuestro país. Porque contiene el propósito de fundar la Venezuela moderna, la cual verá la luz a lo largo de los próximos setenta años, desarrollando y completando los principios esbozados en el Plan, pero sin abandonarlo en lo esencial.”
El Betancourt escritor publica en Santo Domingo, en septiembre de 1929 a cuatro manos con Miguel Otero Silva, el panfleto En las huellas de la Pezuña, y en octubre publica el relato Dos meses en las cárceles de Gómez ♦. En 1930 participa en Barranquilla en la creación de la Alianza Unionista de la Gran Colombia, integrada por colombianos y exiliados venezolanos, ecuatorianos y panameños. La Alianza convoca a millares de personas en el Paseo Colón a quienes Betancourt arenga desde el balcón del Hotel Regina. Comienza a forjarse el Betancourt político. A propósito de esta actividad, Manuel Caballero resalta el hecho poco promocionado pero muy esclarecedor de Betancourt al proponer un documento que es suscrito por los forjadores de la Alianza, entre ellos Raúl Leoni y Ricardo Montilla quienes firman con Francisco de Paula Aristeguieta, integrante de la fracasada invasión de El Falke de 1929, una especie de pacto de aborrecimiento del militarismo. Un compromiso de no alentar formas de lucha política que privilegien la fuerza sobre las ideas. En 1931 crea la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) para preparar, desde la óptica marxista, su primer proyecto político, una propuesta de transformación de la Venezuela post-gomecista. Inicia su producción intelectual políticamente significativa al redactar el Plan de Barranquilla, primer análisis histórico-económico de la problemática política y social de Venezuela y en el cual se contemplaba un Programa Mínimo de Gobierno para superar el atraso del país en todos los órdenes. El Plan fue firmado por venezolanos exiliados entre ellos sus compañeros de ARDI: Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Ricardo Montilla y Simón Betancourt. Se adhieren desde el exterior: Carlos D’Ascoli, Mariano Picón Salas y Gonzalo Carnevali. A ello se refiere Manuel Caballero en estos términos: “otro hito del Betancourt histórico está asentado en aquellos principios señalados desde 1928 y se sitúa en 1931 con el Plan de Barranquilla. Este documento señala la ruptura de Betancourt y su grupo de fieles con las ilusiones garibaldinas. Hay dos características novedosas en ese documento. La primera es que pese a que algunos elementos de estilo revelen que su autor es Rómulo Betancourt, el documento presentado no es propuesto por una individualidad; lo es por un colectivo, la Agrupación Revolucionaria de Izquierdas (ARDI) que con ese acto, se pretende fundar. La segunda es la ausencia de “coroneles” o “generales” entre los firmantes. Casi como consecuencia de esta falencia, por primera vez en la historia de nuestro país, una generación de hombres políticos parece abandonar el inmediatismo y plantearse sus luchas en términos de años o de décadas. Pero lo más relevante de ese documento es que, al romper con lo que él mismo llamaba en 1940 “arcaicos cartabones” del liberalismo gomecista y antigomecista, señala, en el terreno teórico, el inicio de la modernidad en la historia de nuestro país. Porque contiene el propósito de fundar la Venezuela moderna, la cual verá la luz a lo largo de los próximos setenta años, desarrollando y completando los principios esbozados en el Plan, pero sin abandonarlo en lo esencial.”
A partir de abril del 31 Betancourt se radica en Costa Rica y profundiza
su formación intelectual y política. Estudia, de manera sistemática
nuestra historia a través de la lectura de Historia Contemporánea de Venezuela
de Francisco González Guinán. Al incorporarse a las actividades del
Partido Comunista de Costa Rica, aprende cómo formar una organización
política. Participa como articulista en Repertorio Americano,
reconocida revista de ideas editada en Costa Rica por el escritor
Joaquín García Monge. Todo ello en un país con una acendrada cultura
democrática. Lee a Carlos Marx, Federico Engels y Carlos Kautsky. Pasa
por un proceso de profundo intercambio intelectual a través de lecturas,
cruce de cartas y mucha reflexión. En medio de ese proceso escribe un
nuevo documento, cuyo texto va definiendo con claridad su línea de
pensamiento, un folleto titulado Con quien estamos y contra quien estamos,
en el que expone una posición contraria a la tesis antiandinista
adoptada por un amplio sector antigomecista. Comprendió que los factores
de la oposición solo tenía en común el enfrentamiento a Gómez, pero que
sus propuestas al país eran opuestas entre sí y ese documento permitió
definir claramente la frontera que lo delimitaba de las otras posturas
opositoras y mucho más importante, permitió difundir a favor de quién
estaba ideológica y programáticamente hablando.
Asomándonos al espejo virtual del paralelismo, cuando la amplia
convergencia, de distintas corrientes de pensamiento y de propuestas de
diversos proyectos políticos, hace causa común en la Mesa de la Unidad
Democrática, es oportuno recordar que se puede combatir al mismo enemigo
al mismo tiempo sin perder la visión propia. Después de meses de
trabajo, investigación, revisión de posturas y análisis de hechos,
aciertos y errores, en septiembre de 2014 Acción Democrática alza sus
banderas blancas para enarbolar la lucha contra la corrupción, contra el
abuso del poder, contra el secuestro de nuestras instituciones, contra
un régimen que pretende aniquilar la venezolanidad y nos disponemos a
mantenernos al frente de esa lucha por rescatar la democracia
venezolana, la libertad personal, la libertad de expresión, la libertad
de emprendimiento; por rescatar la descentralización, la representación
proporcional de las minorías, la autonomía de los poderes del estado y
de los distintos niveles de gobierno; por hacer uso eficiente de los
millonarios ingresos petroleros que hoy día se despilfarran en excesos
gubernamentales aberrantes. AD se dispone a retornarle a Venezuela el
régimen de libertades ciudadanas que fue ejemplo en el mundo entero y lo
hacemos como práctica diaria del trabajo y la acción social desde las
casas del partido y en nuestras comunidades, para atender necesidades
del pueblo. Lo hacemos reorganizando y reabriendo nuestros comités
locales como estructura de base fundamental en el trabajo del activismo
político orientador y reivindicativo. Lo hacemos con nuestros programas
de rescate de la memoria histórica de un partido que nació para hacer
historia, y lo ha hecho y seguirá haciendo; recordando la generosa y
fructífera obra de los gobiernos de Acción Democrática a lo largo y
ancho de nuestra tierra. Y finalmente lo hacemos uniendo esfuerzos con
quienes tienen concepciones diferentes del país, de la economía, de las
propuestas para dar solución a los múltiples problemas que nos aquejan,
pero con quienes compartimos el deseo de hacer de Venezuela el país que
fuimos, el país de concordia, de encuentro, de trabajo, de prosperidad,
de crecimiento, de democracia, de justicia social; en fin, el país que
soñamos para nuestros hijos y nuestros nietos.
En 1933 el gobierno de Costa Rica decreta la expulsión de Betancourt y
de su compañero de universidad caraqueña Juan José Palacios y son
declarados “extranjeros indeseables” pero el guatireño desacata la
medida y hace vida política clandestina en San José. En 1934 se casa con
Carmen Valverde Zeledón, maestra costarricense y el año siguiente nace
su única hija, Virginia. También nace Betancourt el padre de familia.
Pero el 17 de diciembre de 1935 muere el dictador Juan Vicente Gómez.
Después de vivir el más duro de sus exilios, luego de 7 años de
estrechez, ayuno de patria, lejos de su tierra, Rómulo retornará al país
el 6 de enero del 36, y retomará la actividad política en el país. En
su primera entrevista periodística, al diario La Esfera, dice:
“Hay que erradicar la represión salvaje a
todo intento de la ciudadanía por afirmar su derecho a la libertad,
erradicar el continuismo como norma de gobierno y erradicar el peculado
como sistema de administración”.
Emitir una declaración así el día de hoy
es necesario. Si hay algún planteamiento que une al país entero en
contra del gobierno madurista, es el de que se acabe la violencia
oficial contra todos los que pensamos distinto, que se acabe el
continuismo que nos han impuesto desde 1998 y que se acabe la
administración boliburgesa que desangra a nuestra nación. Lo actual de
Betancourt, a pesar de la distancia de años entre esa afirmación y
nuestra actualidad, se explica porque él fue un verdadero estadista,
capaz de plantear los temas medulares de nuestro país a sabiendas que el
tiempo histórico nos pone reiteradamente frente a los mismos retos.
También propuso la necesidad de crear un partido político de orientación
democrática y raigambre popular. Y en esa línea de pensamiento en marzo
de 1936 funda el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE).
Organización no partidista, afiliada al proceso modernizador, que
agrupaba a varias tendencias de la izquierda no comunista. Aparecieron
como sus líderes iniciales Alberto Adriani y Mariano Picón Salas; y fue
ORVE la semilla germinal del partido político que se requería para poder
canalizar las propuestas que ya entonces caracterizaba en su verbo
incendiario.
Después de movilizaciones populares infructuosas, el Comité de Defensa
de la Democracia, integrado por ORVE, PRP, la Federación de Estudiantes
de Venezuela, el Frente Obrero, el Frente Nacional de Trabajadores y la
Unión Nacional Republicana, convoca una huelga general, que dura cuatro
días en Caracas y tres días más en el Zulia y cuyas consignas eran la
disolución del Congreso, la realización de elecciones generales, la
confiscación de los bienes de Gómez y la integración de un gobierno
democrático homogéneo. El Congreso aprobó ciertos cambios a la
Constitución gomecista de 1931: redujo el período presidencial de 7 a 5
años, eliminó la reelección presidencial para el período inmediato y
otorgó amplios poderes al Presidente de la República, entre ellos la
facultad de suspender las garantías constitucionales y gobernar por
decreto. La Constitución se hizo más restrictiva en materia electoral al
reducir los votantes al 5% de la población.
El 28 octubre se constituye el Partido Democrático Nacional (P.D.N.),
frente único opositor generado por la política anticomunista y represiva
del gobierno que había publicado el Libro Rojo, sobrenombre popular de la obra titulada La verdad de las actividades comunistas en Venezuela,
obra del Servicio Secreto de Investigación del gobierno de López
Contreras, en el que aparecen reproducidas algunas de las cartas
cruzadas entre Betancourt y sus compañeros de exilio. El PDN se
caracterizaba por ser heterogéneo ideológicamente, con un programa
mínimo común de tendencia democrática, nacionalista y antiimperialista.
El Comité Central lo conformaron Jóvito Villalba, secretario general;
Rómulo Betancourt, secretario de organización; Rodolfo Quintero,
secretario de trabajo y Francisco Olivo, secretario del movimiento
campesino. Sin embargo dos semanas después la gobernación del Distrito
Federal negó la legalización y así se da inicio a una serie de eventos
que escalan la tensión política nacional. Nuevamente la calle es el
campo de batalla política. En diciembre estalla una huelga petrolera en
el estado Zulia, extendida a unos 10,000 empleados y obreros, que se
prolongará hasta enero de 1936. Entre sus reivindicaciones se contaban
lograr el salario mínimo de Bs. 10 y el derecho a formar sindicatos. En
enero del 37 la plancha única de la oposición antigubernamental logra 14
puestos en el Congreso, designados por los concejos municipales y
asambleas legislativas. Entre los electos se contaron por el Distrito
Federal al maestro Rómulo Gallegos, Martín Pérez Guerrero y Oscar
Machado Zuloaga; Gonzalo Barrios por el estado Portuguesa; Juan Oropeza
por Lara; Raúl Leoni por Bolívar; Jóvito Villaba por Nueva Esparta; pero
el gobierno de López Contreras solicita y obtiene de la Corte Federal y
de Casación la nulidad de credenciales de Villalba, Oropeza, Leoni y
Barrios.
En febrero el gobernador del Distrito Federal, Elbano Mibelli, siguiendo
la negativa a autorizar legalmente al PDN, decide revocar la
autorización de funcionamiento de los partidos y organizaciones
políticas de izquierda. Así quedaron ilegalizados ORVE, la Federación de
Estudiantes, el P.R.P., el Frente Obrero y el Frente Nacional de
Trabajadores. Los grupos afectados por la medida de inhabilitación
política lanzan hojas sueltas pidiendo la confiscación de los bienes de
los cómplices de Gómez, y la renovación del Congreso por elecciones
universales y directas. La policía allana la Universidad Central de
Venezuela y resulta muerto el estudiante Eutimio Rivas. Cuatrocientos
estudiantes son apresados. Betancourt comienza a escribir el primero de
más de 600 artículos, sin firma, en la columna Economía y Finanzas del
diario Ahora. La columna, iniciada por Carlos D’Ascoli,
economista y militante del PDN, se convierte en la vía de comunicación
pública de las ideas políticas y económicas de Betancourt y en el medio
para ejercer una oposición constructiva al gobierno de López Contreras.
El 13 de marzo el gobierno emite un decreto de expulsión por un año de
47 líderes políticos acusados de comunistas. Rómulo Betancourt, incluido
en el mismo, lo desacata, junto con 24 dirigentes, e inicia una azarosa
vida clandestina que se prolongará durante dos años y medio. Entonces Betancourt,
quien ya había sufrido el exilio, opinaba que la lucha había que
plantearla internamente, conectado a las realidades del pueblo, cercano a
la gente, afrontando riesgos, limitando su estilo de vida pero
comprometido con la lucha que todo dirigente debe saber orientar.
La firmeza del Betancourt entonces, debe estimularnos a no abandonar la
lucha por muy dura y exigente que sea, se requiere poner el oído donde
está el verdadero dolor del pueblo, lo que permite diseñar y desarrollar
una postura política coherente y en sintonía con las grandes mayorías
del país. Y que la primera línea en el combate se abandona solamente
cuando la propia vida está en riesgo, pero no para entregar la libertad
como un trofeo al perseguidor, sino para resguardar la vida y reservarla
para otras batallas posteriores, mientras se sigue construyendo el
futuro desde las propuestas y las ideas.
Mientras en el vapor Flandre salen al exilio 23 líderes comunistas y de
izquierda democrática, desde la clandestinidad Betancourt mantiene su
labor de difusión de las ideas democráticas.
En 1938 el proscrito Comité Ejecutivo Nacional del PDN acuerda un deslinde político con el Partido Comunista. En respuesta, El Martillo, órgano del Partido Comunista de Venezuela, publica una nota con este titular: Rómulo Betancourt no es comunista, no es miembro del Partido Comunista y no ha militado nunca en sus filas. Queda deslindado así el debate entre la ortodoxia comunista venezolana y Betancourt,
quien formulaba la idea de que la realidad venezolana solo podía ser
atendida con propuestas y programas nacidos de la propia interpretación
de los problemas criollos. Concurrió con paso propio a la
corriente revisionista de la izquierda, que más adelante decantó en la
socialdemocracia, la efectiva y eficiente propuesta política de
desarrollo social, económico, político, cultural y tecnológico que sigue
siendo la alternativa ante los trasnochados del comunismo que aún no se
enteran que la Perestroika y el Glasnot derribaron el muro del atraso
hace más de dos décadas, cómo también ante la derecha opresiva y
reaccionaria que sigue sin conseguir una interpretación histórica que
justifique la ambición de poder, por el solo goce del poder, lejos de
satisfacer las necesidades de las grandes mayorías. Entonces no dudó el
líder Betancourt en aclarar las diferencias, previendo de manera
acertada que el establecer líneas políticas definidas claramente
fortalece a la idea y al líder.
En septiembre de 1939 se lleva a cabo la primera Conferencia Nacional
del PDN, de manera clandestina, en la casa de Mario Bertorelli, con
asistencia de 40 delegados de Caracas y de varios Estados. Allí se
aprueban la Tesis Política, la Tesis Agraria, el Programa del Partido y
sus Estatutos; pero el 19 de octubre Betancourt es capturado por Pedro
Estrada, segundo jefe de la policía, después de 22 meses de persecución.
Poco antes, Betancourt había redactado, en la casa de su cuñado Ponce,
una carta a las autoridades gubernamentales, en donde les daba cuenta de
su disposición de entregarse, en acatamiento de un mandato del Comité
Ejecutivo Nacional del P.D.N., a fin de dar cumplimiento al Decreto de
Expulsión de 1937.
Se va a iniciar el segundo exilio, menos duro que el primero por varias
razones: mucho menor el tiempo del destierro, mayor tolerancia del
régimen de López Contreras en relación a la oposición; acercamiento de
Betancourt a ciertos líderes socialistas de Latinoamérica; por la vida
en familia y por el estímulo intelectual proveniente de un país muy
vinculado a Europa, como lo era Chile. En marzo del 40 publica el libro Problemas Venezolanos.
En octubre coordina la organización del Congreso de Partidos
Democráticos y Populares de América Latina, por delegación de Oscar
Schnake, líder del Partido Socialista chileno y ministro de Producción.
Asisten al evento representantes de Argentina, Ecuador, Panamá, México
(PRI) y Perú (APRA). Betancourt se relaciona con factores políticos del
continente, se expresa con oratoria y planteamientos propios de un
estadista. En ese Congreso de Partidos se resuelve enfrentar al nazismo,
una tesis respaldada por Betancourt y contraria a la sustentada por los
Partidos Comunistas del mundo, en concordancia con la política entonces
practicada por la Unión Soviética. El origen ideológico del Partido
Nacional Socialista alemán, cercano a la raíz ideológica del Partido
Comunista de la Unión Soviética fue la excusa para justificar la
tolerancia con el partido hitleriano, porque procuraba no atizar
diferencias que condujeran las fuerzas bélicas alemanas en contra del
territorio soviético. Bastaron meses para que los comunistas del mundo
levantaran la bandera argumental de Betancourt.
En enero de 1941 había concluido el año de expulsión aplicado a
Betancourt. El 5 de febrero, después de 16 meses de exilio, Rómulo
Betancourt y su familia regresan a Venezuela. Al día siguiente, la
organización política en proceso de formación y legalización, Acción
Democrática lanza, desde el estado Apure, tierra de Santos Luzardo, la
candidatura simbólica de Rómulo Gallegos a la Presidencia de la
República. Betancourt no está presente en el acto, pero en su primera
entrevista al regresar al país, al diario caraqueño La Esfera
denuncia “…la conspiración del silencio que se ha venido haciendo
alrededor de nosotros, al mismo tiempo que se toca la campana mayor para
saludar el retorno de los hombres de sable. Eso lo consideramos una
consecuencia lógica de nuestro viejo fetichismo militarista”, oponiendo a
esa afrenta gubernamental el nombre del maestro Gallegos como candidato
a la Presidencia. En una segunda entrevista periodística, concedida al
diario Ahora, Betancourt solicita la legalización de AD. Dos mensajes sencillos y claros: la
aspiración de gobernarnos bajo la conducción de un civil en la
Presidencia de la República y la organización de un partido político
como herramienta de lucha política y de acceso al poder.
El 5 de mayo el general Medina Angarita toma posesión de la Presidencia
de la República, dando inicio a un nuevo período presidencial y con ello
a un lento y progresivo proceso de cambio en el país. Finalmente son
aprobados por el nuevo gobierno el Acta Constitutiva y los Estatutos de
Acción Democrática y el 29 de junio se autoriza el funcionamiento del
partido en el Distrito Federal y posteriormente hubo que solicitar
autorización en cada estado.
El 13 de septiembre tiene lugar la primera Asamblea Popular de AD en el
Nuevo Circo. Oradores: Rómulo Gallegos, Luis Beltrán Prieto, Andrés Eloy
Blanco, Mario García Arocha, Ricardo Montilla y Rómulo Betancourt. Este
último pronuncia allí un notable discurso sobre Los problemas económicos de Venezuela ♦♦.
Un discurso de antología que se revela como una pieza oratoria
completamente actualizada. Proféticamente anunció Betancourt en el mitin
fundacional del 41: “Imagino la escena, que sucederá dentro de
cincuenta años, en una población agraria de los Andes, forjada al arrimo
de una potente planta hidroeléctrica (Central Hidroeléctrica La
Vueltosa del Uribante – Caparo), en una población con garajes para
tractores (Calabozo, Estado Guárico, Sistema de Producción de Arroz); o
bien, en una ciudad industrial de la Gran Sabana (Ciudad Guayana),
construida en la vecindad de las chimeneas de los altos hornos
(Siderúrgica del Orinoco), donde obreros venezolanos estén transformando
en materia prima para las fábricas venezolanas de máquinas esos mil
millones de toneladas de hierro que en sus entrañas guarda, hoy
inexplotadas, la Sierra del Imataca”. Hoy como ayer, el discurso
inaugural de Rómulo Betancourt, la noche del 13 de septiembre de 1941,
se asoma al presente como una impresionante revelación. Sorprende el
impactante parecido analítico de los problemas venezolanos de ayer con
la contundente realidad de hoy, que parece leerse en frescas páginas
recién mecanografiadas. Cito el discurso de Betancourt la noche del 13
de septiembre del 41:
“Acción Democrática reconoce y proclama que el más angustioso problema nacional es el de la bancarrota de nuestra economía. Somos
una nación paradójicamente rica y empobrecida, una nación con un Estado
que maneja millones… y sin embargo, la mayoría de la población
venezolana está pauperizada y vive bajo el signo de la
inseguridad y de la angustia económica… ¿Cuál es la causa de que un país
como Venezuela… presente un cuadro tal de colectiva pobreza?… La razón
es ésta: nuestro país, económica y físicamente, está girando alrededor de una sola fuente de riqueza: el petróleo; y
los gobiernos venezolanos no han sabido, hasta ahora, imprimirle un
ritmo agresivo, dinámico, a las otras fuentes de producción… La
industria nacional tiene dificultades para adquirir materia prima y
maquinaria extranjeras; y el comercio trabaja preocupado por la
inseguridad de los negocios y por los obstáculos que confronta para
adquirir mercancía de importación. Ha aumentado el precio de cuanto
compramos en el extranjero. Esta situación repercute sobre la mesa
consumidora del país en forma de reajuste de los sueldos y salarios de
los empleados del Estado y particulares… Ante este panorama desolado,
muchos, por egoísmo o cobardía, alzan los hombros, y se limitan a decir:
«Este país está perdido». Nosotros, los hombres de Acción
Democrática, comprendemos los peligros que entraña esa frase. A los
«países perdidos» se los encuentra y se los coge el primer aventurero
audaz que se atreva a ponerles la mano, especialmente en esta época en
que ciertos «bandoleros internacionales» están aspirando a pisar como
amos sobre la superficie del globo. Nosotros, los hombres de Acción
Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la
nacionalidad, decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse,
debe salvarse y se salvará. «Nosotros la salvaremos»… Hago un
llamamiento a todos los hombres y mujeres demócratas de Venezuela, de
todas las clases sociales, a que vengan a buscar un puesto de acción, de
responsabilidad y de trabajo bajo las limpias y acogedoras banderas de
nuestro Partido. Acción Democrática se dirige a los hombres y mujeres de
los cuatro costados del país, porque uno de sus propósitos
fundamentales es el de contribuir a que termine para siempre esa
doctrina del desmigajamiento nacional forjada por politiquillos de
aldea, por miopes caciques de caserío. Acción Democrática aspira a ser, y
será, el cemento que amalgame a todos los venezolanos que amen su
nacionalidad. El cemento que amalgame, para hacerla cada vez más fuerte y
viril, el alma inmortal de la nación”.
De la fundación del partido opina Manuel Caballero, citado anteriormente
sobre los hitos trascendentes de la vida y obra de Betancourt: “Cuando
en 1941 presente en sociedad a su organización, dirá de ella que se
trata de un partido “nacido para hacer historia”… entre los firmantes
del documento que fundaba el partido y proponía al gobierno su
legalización, no figuraba el nombre de su creador, Rómulo Betancourt.
Sea por un empeño “teórico” de sumergir la suya propia en una voluntad
colectiva, sea por cuidar la precaria legalidad de su partido, pues su
nombre podía todavía apestar demasiado a comunismo radical y comeniños,
el caso es que esa ausencia tuvo dos resultados contradictorios.”
El próximo hito en la vida del Betancourt histórico, en palabras de
Manuel Caballero, es su colaboración en la conjura triunfante el 18 de
octubre de 1945, y su acceso a la presidencia de la Junta Revolucionaria
de gobierno allí establecida. Dice Caballero: “Los términos que hemos
empleado para caracterizar ese momento y esa situación podrían prestarse
a confusión y sobre todo a polémica en ese acontecimiento, ¿fue el papel de Betancourt el de segundón ó el de protagonista? En
verdad, hay allí un momento, pero dos fases, dos procesos. Eso hace que
aquella pregunta tenga dos respuestas. Para decirlo en la forma más
simple posible, una cosa es el 18 de octubre y otra el trienio que le
sigue hasta el 24 de noviembre de 1948.”
Podemos decir que el 18 de octubre de 1945 no fue una revolución sino un
pronunciamiento militar clásico y como tal, el papel de Betancourt fue
relativamente secundario. Así lo dice propio Betancourt en su libro Venezuela: política y petróleo
escrito en 1956. Ciertamente era la primera vez que se producía un
golpe militar en Venezuela. Quien llegó al poder 18 de octubre de 1945
fue el ejército como institución, no un movimiento personalista, pues
los mandos medios que la protagonizaron fueron comandados por el oficial
de mayor jerarquía, no por su ascendiente personal, sino por su
situación profesional. El 18 de octubre aparecen, pues, dos nuevos actores en la escena política: el Ejército y el Partido. Pero el 19 de octubre comienza otra historia. Es
la primera vez que un gobierno impuesto por los hombres de armas sea
presidido por un civil, y que ese civil gobierne de verdad y no como un
simple títere de los militares, lo cual contrasta y
mucho con nuestra realidad. Sin embargo lo que hará de Betancourt un
personaje histórico de primera fila será la promulgación del Estatuto
Electoral que, no sin razón, Germán Carrera Damas considera el documento
más importante de la historia de Venezuela después del Acta de
Independencia. Lo es porque incorpora a la Nación la aplastante mayoría
de los venezolanos que no eran ciudadanos: las mujeres, los jóvenes en
edad militar y los analfabetas. El civil que hoy gobierna sentado sobre
las bayonetas militares no comprende el tiempo histórico que le ha
tocado presidir por un golpe de suerte del destino y en lugar de abrirse
a incorporar a todos los sectores del país a su gesta gubernamental, se
ha encerrado más en la oscuridad de sus ideas. Está claro que es un
prisionero de quienes detentan verdaderamente el poder en Venezuela,
como lo ha dicho reiteradamente nuestro Secretario General Nacional,
Henry Ramos Allup. Pero volviendo a Betancourt, la historia nos revela a
un estadista que supo, con mucho temple y voz de mando, hacer de un
gobierno surgido de un golpe militar clásico, un gobierno de
transformación social y civilidad. Debe señalarse también como un hito
histórico algo que llamó mucho la atención de la prensa internacional en
su momento: al frente del Estado acaso más rico de Latinoamérica, con
relación a su población, Betancourt salió de la presidencia tan pobre
como había entrado. Ni sus peores enemigos intentaron siquiera acusarlo
de algo que pudiese hacerlo sospechoso de enriquecimiento ilícito. Caso
contrario al actual, señalado por los cuatro costados como el gobierno
más corrupto de la historia venezolana que deja en meros cuentos de
antaño, las penosas administraciones de los gobiernos militaristas y
cuadillescos del siglo XIX y del siglo XX.
En resumen el 18 de octubre de 1945 es una jornada ambivalente. Porque
también llevaba en sí el germen de la propia destrucción: la unidad
cívico-militar se reveló el 24 de noviembre de 1948 como una alianza del
tiburón y las sardinas. Reiteradamente Ramos Allup recuerda que nos
dejaron gobernar tres años pero nos persiguieron diez. Y transcurrida
esa década, vuelve Betancourt a ser protagonista de un hecho histórico:
en febrero de 1959 iba a ser la primera vez que alguien llegaba al poder
por el voto popular sin ser percibido como el candidato del gobierno.
Para sorpresa de sus adversarios, los campesinos le pagaron con sus
votos el haberlos convertido en ciudadanos, cuando no le tembló el pulso
para firmar el Estatuto Electoral que le concedió el derecho al voto a
grandes mayorías marginadas. De igual manera, será el primer presidente
electo por el voto popular que complete su período de gobierno, el
primero que traspase el poder a otro presidente igualmente electo por el
voto popular y el único que se ha negado aceptar una presidencia más
que le ofrecía su partido y para la cual, a juzgar por los resultados
electorales de 1973, habría sido reelecto abrumadoramente.
Si faltaren razones para considerarlo como el venezolano más influyente
de los últimos cien años, sus ocho años de ejercicio en la Presidencia
de la República, con resultados y
obra de gobierno, en épocas de muchas carencias de recursos económicos,
confirman la calidad del político y estadista. Con
petróleo pagado a céntimos, con una baja producción industrial, con
analfabetismo, desconexión de nuestras regiones, con miedos atávicos
resistiendo al cambio, obtuvo importantes logros: la inversión en
sistemas de electrificación nacional, construcción de represas,
fortalecimiento de las instituciones universitarias, construcción de
escuelas y liceos en las principales poblaciones de país, el impulso a
leyes necesarias para temas agrícolas, pecuarios, mineros, del comercio
exterior; la promulgación de la Ley de Reforma Agraria; la creación de
la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP); la creación de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la
Corporación Venezolana de Guayana (CVG); la promulgación de la
Constitución Nacional de 1961, la más avanzada de América según Jóvito
Villalba, Presidente de URD; la fundación de la ciudad de Santo Tomé de
Guayana, como resultado de la integración de San Félix y Puerto Ordaz y
hoy conocida como Ciudad Guayana; la creación de la Oficina Central de
Personal (OCP); la política de riego de tierras productivas que aumenta
la producción agrícola del país, la Siderúrgica del Orinoco; el puente
sobre el lago de Maracaibo General Rafael Urdaneta; el Instituto
Oceanográfico de la Universidad de Oriente; el puente colgante sobre el
río Orinoco; el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE); la
represa del Guri; los títulos de propiedad de la tierra en todo el país
bajo el amparo del Instituto Agrario Ncional; la construcción de miles
de kilómetros de vías de penetración agrícola y de cientos de kilómetros
de carreteras y autopistas, la más importante la Caracas – Valencia hoy
conocida como Autopista Regional del Centro; el sistema de Escuelas
Técnicas Industriales, que construye en las principales ciudades del
país; también enfrentó triunfante a los movimientos insurreccionales y
golpes e stado de izquierda y de derecha, la guerra de guerrillas en
montañas de oriente y occidente y de guerrilla urbana en importantes
ciudades, un atentado con un coche bomba y graves crisis institucionales
como el retiro de URD de la coalición de gobierno, dos divisiones de
AD, que crearon al MIR y al PRIN, la crisis de misiles entre Estados
Unidos y la Unión Soviética, la crisis en la OEA por la expulsión de
Cuba y también por las sanciones de la OEA al régimen dictatorial de
Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; impulsó una agresiva
política de relaciones exteriores basada en la Doctrina Betancourt de
aislamiento a los gobiernos surgidos de golpes de estado. Este logro
democrático, a juicio de Manuel Caballero se debe a que Betancourt logró
dos objetivos no alcanzados por ningún presidente antes que él: “se
reservó siempre para sí lo militar y lo petrolero. En cuanto a lo
primero, Betancourt insistía machaconamente (expresión muy de su estilo)
que le hablaba al país en su doble condición de Presidente
Constitucional y Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas. Pero esa no
fue en ningún momento una manifestación puramente retórica; por primera
vez en la historia de Venezuela un Presidente se hacía obedecer de
verdad por los hombres de armas. En cuanto a la política petrolera,
sobre la cual Betancourt había estudiado, reflexionado y escrito desde
su primera juventud, su acción va a desbordar las fronteras nacionales y
a convertir a Venezuela en un actor de primera magnitud en el escenario
internacional. Se trata de la creación en 1960, de uno de los carteles
más influyentes en la economía mundial durante la segunda mitad del
siglo XX: la OPEP.”
Luego de presentar su Declaración jurada de bienes ante el Notario
Público después de entregar el poder, viaja al extranjero para
facilitarle al Presidente Leoni el ejercicio de sus funciones. Se retira
a un exilio voluntario, lleno de reconocimiento internacional del mundo
académico y universitario. Es sujeto de homenajes y reconocimientos. Y
finalmente retorna a su patria en 1972 y al ser requerido por una nueva
candidatura presidencial, anuncia que no la acepta y deja el camino
libre para que una nueva generación de líderes políticos asuman el rol
principal, ganando tres elecciones que llevaron a la presidencia de la
republica a Carlos Andrés Pérez en dos oportunidades y a Jaime Lusinchi;
y perdiéndose también tres elecciones: con Luis Piñerúa Ordaz, Claudio
Fermín y Luis Alfaro Ucero. En este mismo suelo, al rendirle homenaje
Jaime Lusinchi, a la sazón, Secretario General de AD se despidió con una
frase muy cierta: “Hasta aquí nos condujo la presencia integral de un
liderazgo. Desde aquí nos orientará la estrella permanente de un
ejemplo” y cuando analizamos sus acciones y sus escritos y discursos
verificamos lo acertado de su pensamiento.
Hoy, quiero decir que acá yace un hombre excepcional, líder de un
pueblo, que despierta, como lo decía José Martí del Libertador Bolívar,
cada cien años cuando despierta el pueblo. Y en estos tiempos de
desesperanza, nos cruzamos con “la presencia integral de un liderazgo” y
nos disponemos a continuar su legado guiados por “la estrella
permanente de un ejemplo”, del hombre que al igual que su partido “nació
para hacer historia” y luchó por construir “una Venezuela libre y de
los venezolanos”. Que viva la herencia inagotable de Rómulo Betancourt.
Gustavo Ruiz Adrián
@elconcejalruiz
Secretario General de Acción Democrática
Seccional Miranda
Leído en el Cementerio del Este de Caracas.Tomado de: http://romulobetancourtbello.wordpress.com/eventos/homenaje-a-romulo-betancourt-en-el-33-aniversario-de-su-muerte/
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