Si
los países desarrollados se cuidan de estar cambiando sus cartas fundamentales,
mientras los países más atrasados son los que se empeñan en estar
promoviendo reformas constitucionales con frecuencia, deberíamos entonces
preguntarnos ¿por qué ocurren estas conductas paralelas y contradictorias entre
unos y otros? La respuesta es de Perogrullo, sin embargo, vale la pena
detenernos un poco para analizar esas conductas, habida cuenta de un empeño,
digno de mejor causa, que ha empezado a circular profusamente en las redes
sociales, donde algunos “iluminados” de buena o mala fe, andan promoviendo esta
peregrina idea.
La más longeva de nuestras constituciones fue la aprobada en el año 1961, votada por la unanimidad de las fuerzas políticas que participaban en nuestro recién estrenado parlamento democrático. Por ella votó hasta el Partido Comunista que para el momento, contradictoria y paradójicamente, estaba haciendo planes para subvertirla con la descocada idea de la lucha armada contra la naciente democracia… pero, la aprobó.
Para
garantizar la durabilidad de una Constitución es necesario reunir un gran
consenso a su alrededor, porque hacer como el chavismo en el año 99 para
imponer la Carta Magna a una mayoría que no la votó es un dislate. En efecto,
el año 1999 cuando se promulgó la actual Constitución se abstuvo más de 80% de
los electores y salieron electos a la Constituyente sólo cinco diputados de la
oposición, por un truculento procedimiento que permitió arrasar al oficialismo.
Sin embargo, esa misma Constitución que promulgó casi unilateralmente el
oficialismo era de un contenido fundamentalmente democrático, pero al querer
acelerar la absurda idea del socialismo del siglo XXI les pareció insuficiente
y fue cuando impulsaron, desde el gobierno, un referéndum para su
desconocimiento e impulsar otra que nos condujera hacia ese absurdo como
fracasado sistema de gobierno.
El pueblo convocado a esos comicios derrotó al gobierno, negó la reforma constitucional y a partir de ese instante se convirtió en una Constitución de las grandes mayorías nacionales, que hoy la respaldan y denuncian sus constantes violaciones. Entonces, si hicimos nuestra, los demócratas, esa Constitución al negarnos a su reforma ¿a cuento de qué razones vamos ahora a convocar a una Constituyente para su reforma? Y si por suerte de birlibirloque perdemos esa elección ¿a dónde se enrumbará Venezuela de manos de estos mismos destructores que nos desgobiernan? El riesgo es inmenso e innecesario.
Ahora bien, si alguien en su sano juicio cree que se va a un proceso constituyente para imponer un modelo distinto de Estado, a imagen y semejanza del pensamiento más conservador de la nación, para imponerlo no sólo al sector que hoy respalda a este gobierno, sino a ese otro sector mayoritario de venezolanos que no creemos en soluciones de extrema derecha neoliberal, pues entonces sí es verdad que los que propugnan esa idea se van a quedar con los crespos hechos esperando un respaldo que nunca vendrá.
El pueblo convocado a esos comicios derrotó al gobierno, negó la reforma constitucional y a partir de ese instante se convirtió en una Constitución de las grandes mayorías nacionales, que hoy la respaldan y denuncian sus constantes violaciones. Entonces, si hicimos nuestra, los demócratas, esa Constitución al negarnos a su reforma ¿a cuento de qué razones vamos ahora a convocar a una Constituyente para su reforma? Y si por suerte de birlibirloque perdemos esa elección ¿a dónde se enrumbará Venezuela de manos de estos mismos destructores que nos desgobiernan? El riesgo es inmenso e innecesario.
Ahora bien, si alguien en su sano juicio cree que se va a un proceso constituyente para imponer un modelo distinto de Estado, a imagen y semejanza del pensamiento más conservador de la nación, para imponerlo no sólo al sector que hoy respalda a este gobierno, sino a ese otro sector mayoritario de venezolanos que no creemos en soluciones de extrema derecha neoliberal, pues entonces sí es verdad que los que propugnan esa idea se van a quedar con los crespos hechos esperando un respaldo que nunca vendrá.
aecarrib@gmail.com
@EcarriB
Fuente:
-http://www.el-nacional.com/antonio_ecarri_bolivar/impertinencia-Constituyente_0_468553270.html#.U_c-HmWcczY.twitter
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